Dilip Hiro
Tomgram
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens |
Tome el periódico cualquier día y encontrará ínfimas briznas (o titulares dentro del pliegue) que reflejan el desvanecimiento del poder estadounidense. El presidente de la “única superpotencia” del planeta y sus máximos diplomáticos y comandantes han estado denunciando a Irán durante meses como la mano aviesa que está detrás del desastre de EE.UU. en Iraq así como en Afganistán. Así que imagine: cuando el presidente Hamid Karzai de Afganistán llegó a Washington hace un par de semanas y rápidamente describió a Irán como “un auxiliar y una solución” para su país, a pesar de que el presidente Bush insistió en su presencia en que: “Tendría mucho cuidado sobre si o no la influencia iraní en Afganistán es una fuerza positiva.” Casi al mismo tiempo, el asediado primer ministro de Iraq, Nuri al-Maliki, hizo una visita oficial a Irán, buscando indudablemente apoyo en caso de que EE.UU. se volviera contra su gobierno. Maliki “tomó las manos” del presidente iraní Mahmud Ahmadinejad, se reunió con el Supremo Líder, ayatolá Ali Khameini, y llamó a cooperar. Como reacción, todo lo que pudo hacer el presidente Bush fue emitir una vaga amenaza: “Tengo que tener una conversación íntima con mi amigo, el primer ministro, porque no creo que [los iraníes] sean constructivos... Mi mensaje para él es que, si lo pillamos jugando un papel no-constructivo, habrá un precio que pagar.” (Más adelante, un portavoz del Consejo Nacional de Seguridad tuvo que presentar una corrección, insistiendo en que la amenaza se dirigía sólo a Irán, no a Maliki.) Luego, para tirar sal sobre las heridas, sólo una semana después de la reunión de Bush y Karzai en Washington, Ahmadinejad se dirigió a Kabul con una delegación iraní de alto nivel para presentar sus respetos al presidente afgano “en desafío abierto a los deseos de Washington.” Piense en una bofetada.
Lo que hizo que este bailecito diplomático regional fuera tanto más curioso fue que Karzai y Maliki son dirigentes respaldados por EE.UU., tan débiles (y cada vez más débiles). Maliki en un gobierno sumido en el caos cuyo alcance apenas se extiende más allá de la fuertemente fortificada Zona Verde en Bagdad, y Karzai, apodado a veces “el alcalde de Kabul,” jefe de un gobierno que pierde visiblemente el control incluso sobre las áreas poco impresionantes que ha gobernado. En otra época, cada cual habría sido apodado un “títere” estadounidense y sin embargo, aquí los tenemos, desafiando a un presidente de EE.UU., a la busca de apoyo por parte de un odiado poder regional al que Bush quiere reprimir en lo que queda de su presidencia.
Mientras tanto, apenas había terminado el primer “ejercicio militar” conjunto chino-ruso sobre suelo ruso (presenciado por el presidente chino Hu Jintao y el presidente ruso Vladimir Putin) este último anunció a fines de la semana pasada, no desde Rusia sino desde la antigua república socialista soviética centroasiática de Kazajstán, que “patrullas aéreas regulares de largo alcance que terminaron después del colapso de la Unión Soviética” serán ahora reanudadas – y tampoco sólo sobre el espacio aéreo ruso. Los aviones en esas patrullas llevan armas nucleares y son “capaces de atacar objetivos profundamente al interior de EE.UU.” Hay que ver esto como una manera en la que el presidente ruso, irritado a fondo por la decisión del gobierno de Bush de implantar elementos de un sistema antimisiles estadounidense en Polonia y en la República Checa, utilizaba el simbolismo militar para reafirmar el derecho de su país a la condición de Gran Potencia – una condición conquistada en los últimos años, gracias a sus enormes reservas de energía. Todo lo que pudo decir un funcionario del Departamento de Estado como respuesta fue: “Si Rusia siente que quiere sacar de la reserva algunos de esos viejos aviones y hacer que vuelvan a volar, es cosa suya.”
Mientras tanto, se informó que a mitad de camino al otro lado del mundo, el gobierno del presidente venezolano Hugo Chávez estaba a punto de anunciar un nuevo acuerdo con la Rusia de Putin. Después de comprar aviones jet rusos, helicópteros, y plantas enteras para fabricar rifles de asalto Kalashnikov (ante un embargo de armas estadounidenses), ahora va a comprar 5.000 rifles avanzados Dragunov de francotirador. De nuevo, los ruidos de desaprobación desde Washington fueron notablemente blandos.
Cuando se trata de descubrir señales regulares como éstas de la decadencia visible del poder global estadounidense, puede realizar este ejercicio usted mismo. Basta con estudiar su diario – o no se dé la molestia y vea el último artículo de Dilip Hiro, colaborador regular del Guardian británico y experto en Oriente Próximo, que es autor de “Blood of the Earth, The Battle for the World's Vanishing Oil Resources” [Sangre de la tierra, la batalla por los recursos petrolíferos del mundo en extinción] que se concentra en la relación cambiante entre la posesión de las reservas de hidrocarburos y el poder global. Con el agujero negro de Iraq que absorbe todos los esfuerzos del gobierno de Bush en su vórtice, gran parte del globo parece haber sido silenciosamente liberada para reforzar su poder a costas de la única superpotencia. Tom.
La única superpotencia en decadencia
El surgimiento de un mundo multipolar
Por Dilip Hiro
Con el colapso de la Unión Soviética en 1991, EE.UU. se sentía muy seguro de sí mismo – invencible por medios militares, sin rival desde el punto de vista económico, indisputable en el campo diplomático, y como fuerza dominante en los canales de información en todo el mundo. El próximo siglo iba a ser el verdadero “siglo estadounidense,” y el resto del mundo se adaptaría a la imagen de la única superpotencia.
Sin embargo, sin que haya pasado ni siquiera una década de este siglo, ya presenciamos el surgimiento de un mundo multipolar en el que nuevas potencias cuestionan diferentes aspectos de la supremacía estadounidense – Rusia y China en la vanguardia, con potencias regionales como Venezuela e Irán en la segunda fila. Estas potencias emergentes están preparadas para erosionar la hegemonía estadounidense, no confrontarla, solas o en conjunto.
¿Cómo y por qué se ha desarrollado tan pronto el mundo de esta manera? La debacle del gobierno de Bush en Iraq es sin duda un factor importante en esta transformación, un ejemplo clásico de un poder imperialista, saturado de orgullo desmedido, que se sobre-extiende. Para alivio de muchos – en EE.UU. y otros sitios – el fiasco en Iraq ha demostrado las impactantes limitaciones del poder de la maquinaria militar de más avanzada tecnología, más destructiva del mundo. En Iraq, concede Brent Scowcroft, consejero nacional de seguridad de dos presidentes de EE.UU., en una reciente columna de opinión: “Estamos siendo forzados a un empate por oponentes que ni siquiera son un adversario estatal organizado.”
La invasión y la subsiguiente desastrosa ocupación de Iraq, y la mal dirigida campaña militar en Afganistán, han estropeado la credibilidad de EE.UU. Los escándalos en la prisión Abu Ghraib en Iraq y Guantánamo en Cuba, junto con los asesinatos ampliamente difundidos de civiles iraquíes en Haditha, han empañado considerablemente la imagen moral proyectada por EE.UU. En el último sondeo de opinión, incluso en un Estado laico y miembro de la OTAN como Turquía, sólo un 9% de los turcos tiene una “opinión favorable” de EE.UU. (en comparación con un 52% hace cinco años).
Sin embargo hay otras explicaciones – no relacionadas con las manifiestas desventuras de Washington – de la actual transformación en los asuntos internacionales. Incluyen, sobre todo, el mercado en contracción del petróleo y del gas natural, que ha reforzado como nunca antes el poder de las naciones ricas en hidrocarburos; la rápida expansión económica de las mega-naciones China e India; la transformación de China en la mayor base manufacturera del globo; y el fin del duopolio anglo-estadounidense en las noticias televisivas internacionales.
Muchos canales, diferentes percepciones
Durante la Guerra del Golfo de 1991, sólo CNN y la BBC tuvieron corresponsales en Bagdad. De modo que la audiencia internacional de televisión, sin consideración a su ubicación, vio el conflicto a través de sus prismas. Doce años después, cuando el gobierno de Bush, respaldado por el primer ministro británico Tony Blair, invadió Iraq, Al Jazeera Arabic rompió ese duopolio. Transmitió imágenes – y hechos – que contradecían la presentación del Pentágono. Por primera vez en la historia, el mundo presenció dos versiones de una guerra en curso en tiempo real. La versión de Al Jazeera Arabic era tan verosímil que numerosas compañías de televisión fuera del mundo de habla árabe – en Europa, Asia y Latinoamérica – mostraron sus secuencias.
Aunque, en teoría, el crecimiento de la televisión por cable en todo el mundo aumentó la perspectiva de terminar con el duopolio anglo-estadounidense en las noticias de televisión de 24 horas, no había sucedido gran cosa por el costo exorbitante de la recolección y la redacción de noticias televisivas. Sólo con la llegada de Al Jazeera English, financiada por el emirato rico en hidrocarburos de Qatar – con su política declarada de ofrecer una perspectiva global desde un punto de vista árabe y musulmán – se rompió finalmente, en 2006, el molde tradicional.
Pronto salió al aire France 24, transmitiendo en inglés y francés desde un punto de vista francés, seguida a mediados de 2007 por Press TV en idioma inglés, que se proponía dar una perspectiva iraní. Siguió Rusia con noticias de 24 horas en televisión en inglés para la audiencia global. Mientras tanto, impulsado por el presidente venezolano Hugo Chávez, un canal pan-latinoamericano de televisión basado en Caracas, Telesur, comenzó a competir con CNN en español por un público de masas.
Como en el caso de Qatar, así como en Rusia y Venezuela, el financiamiento de estas operaciones de noticias en televisión ha provenido de crecientes ingresos nacionales de hidrocarburos – un factor que reduce drásticamente la hegemonía estadounidense no sólo simbólica sino realmente.
Rusia, una superpotencia energética
Bajo el presidente Vladimir Putin, Rusia se ha más que recuperado del caos económico que siguió al colapso de la Unión Soviética en 1991. Después de volver a nacionalizar efectivamente la industria energética mediante corporaciones controladas por el Estado, comenzó a desplegar su autoridad económica para impulsar los intereses de política exterior de Rusia.
En 2005, Rusia sobrepasó a EE.UU. convirtiéndose en el segundo productor de petróleo por su tamaño en el mundo. Sus ingresos del petróleo ascienden ahora a 679 millones de dólares al día. Los países europeos que dependen ahora de petróleo ruso importado incluyen a Hungría, Polonia, Alemania, e incluso Gran Bretaña.
Rusia es también el mayor productor de gas natural del planeta, y tres quintos de sus exportaciones de gas van a los 27 miembros de la Unión Europea (UE). Bulgaria, Estonia, Finlandia y Eslovaquia reciben un 100% de su gas natural de Rusia; Turquía, un 66%; Polonia, 58%; Alemania, 41%; y Francia un 25%. Gazprom, la mayor empresa de gas natural en la Tierra, tiene intereses establecidos en dieciséis países de la UE. En 2006, las reservas en moneda extranjera del Kremlin ascendían a 315.000 millones de dólares, en comparación con miserables 12.000 millones en 1999. No sorprende que, en julio de 2006, en vísperas de la cumbre del G8 en San Petersburgo, Putin haya rechazado una carta energética propuesta por los dirigentes occidentales.
El alza de las reservas en divisas extranjeras, nuevos misiles balísticos, y vínculos más estrechas con China en plena prosperidad – con la que realizó ejercicios militares conjuntos en la península Shandong de China en agosto de 2005 – posibilitaron que Putin tratara a su homólogo estadounidense, el presidente George W. Bush, de igual a igual, sin andarse con rodeos al evaluar las políticas estadounidenses.
“Un país, EE.UU., ha propasado en todo sentido sus fronteras nacionales,” dijo Putin a la 43 Conferencia Transatlántica sobre Política de Seguridad en Munich en febrero de 2007. “Esto es visible en las políticas económicas, políticas, culturales y educacionales que impone a otras naciones... Es algo muy peligroso.”
Condenando el concepto de un “mundo unipolar,” agregó: “Por más que se acicale este término, a fin de cuentas describe un guión en el que hay un centro de autoridad, un centro de la fuerza, un centro de toma de decisiones... Es un mundo en el que hay un amo, un soberano. Y esto es pernicioso.” Sus puntos de vista fueron bien recibidos en las capitales de la mayoría de los países asiáticos, africanos, y latinoamericanos.
La relación cambiante entre Moscú y Washington fue notada, entre otros, por analistas y responsables políticos en la región rica en hidrocarburos del Golfo Pérsico. Comentando sobre la visita que Putin hizo a los antiguos aliados de EE.UU. Arabia Saudí y Qatar después de la conferencia de Munich, Abdel Aziz Sagar, presidente del Centro de Investigación del Golfo, escribió en el periódico The Peninsula basado en Doha que Rusia y los países árabes del Golfo, otrora rivales de campos ideológicos opuestos, habían encontrado una agenda común para el petróleo, el antiterrorismo y las ventas de armas. “El cambio de enfoque tiene lugar en un medio en el que los países del Golfo señalan su entusiasmo por mantener abiertas todas las opciones geopolíticas, reexaminando la utilidad de EE.UU. como el único garante de la seguridad, y contemplando un mecanismo de seguridad colectiva que involucre a una serie de participantes internacionales.”
En abril de 2007, el Kremlin publicó un importante documento de política exterior. “El mito sobre el mundo unipolar se desintegró de una vez por todas en Iraq,” declaró. “Una Rusia fuerte, más segura de sí misma, se ha convertido en parte integral de cambios positivos en el mundo.”
Las relaciones cada vez más tensas con Washington concordaban con la opinión popular rusa. Un sondeo realizado durante la preparación para la cumbre del G8 de 2006 reveló que un 58% de los rusos consideran a EE.UU. un “país inamistoso.” Ha probado ser una tendencia. En julio de este año, por ejemplo, el general de división Alexandr Vladimirov declaró al periódico de circulación masiva Komsolskaya Pravda que la guerra con EE.UU. es una “posibilidad” en los próximos diez a quince años.
Chávez va viento en popa
Esos sentimientos tuvieron su efecto en Hugo Chávez. Durante su visita en Moscú en junio de 2007 dijo: "Deberíamos recordar a Lenin y reavivar sus ideas, especialmente aquellas vinculadas al antiimperialismo.” “EE.UU. no quiere que Rusia continúe levantándose,” agregó. “Pero Rusia se ha levantado de nuevo, como centro de poder. Y nosotros los pueblos del mundo, necesitamos a Rusia, a China, cada día más fuertes.”
Chávez concluyó un acuerdo por 1.000 millones de dólares para comprar cinco submarinos diesel para defender la plataforma submarina rica en petróleo de Venezuela y frustrar cualquier posible embargo económico futuro impuesto por Washington. Para entonces, Venezuela se había convertido en el segundo comprador por su tamaño de armamento ruso. (Argelia encabezaba la lista, otra indicación de una creciente multipolaridad en los asuntos mundiales.) Venezuela adquirió la distinción de ser el primer país en recibir una licencia de Rusia para producir el famoso rifle de asalto AK-47.
Al canalizar parte del dinero del petróleo de su país a venezolanos necesitados, Chávez amplió su base de apoyo. Para desazón de la Casa Blanca de Bush, derrotó totalmente a su único rival político, Manuel Rosales, en una contienda presidencial en diciembre de 2006 con un 61% de los votos. Es igualmente humillante para el gobierno de Bush, que Venezuela haya llegado a otorgar más ayuda extranjera a Estados latinoamericanos necesitados que EE.UU.
Después de su reelección, Chávez impulsó vigorosamente el concepto de formar una alianza antiimperialista en Latinoamérica así como en todo el globo. Fortaleció los vínculos de Venezuela no sólo con países latinos como Bolivia, Cuba, Ecuador, Nicaragua, y la endeudada Argentina, sino también con Irán y Bielorrusia.
Cuando llegó a Teherán desde Moscú (vía Minsk) en junio de 2007, los 180 acuerdos económicos y políticos que su gobierno había firmado con Teherán ya estaban produciendo resultados tangibles. Coches y tractores diseñados en Irán salían de líneas de montaje en Venezuela. “La cooperación de países independientes como Irán y Venezuela tiene un papel efectivo en la derrota de las políticas del imperialismo y en salvar a las naciones,” declaró Chávez en Teherán.
Atascado en el cenagal iraquí y azotado por los vientos borrascosos del ascenso de los precios del petróleo, el gobierno Bush ve su margen de maniobra tristemente limitado cuando encara un poder en hidrocarburos emergente. A los insultos que Chávez lanza continuamente a Bush, la respuesta estadounidense ha sido insulsa. El motivo es la agobiante dependencia de EE.UU. del petróleo importado que representa un 60% de su consumo total. Venezuela es la cuarta fuente por su tamaño de petróleo importado por EE.UU. después de Canadá, México y Arabia Saudí, y algunas refinerías en EE.UU. fueron diseñadas específicamente para refinar el petróleo pesado de Venezuela.
En el plan de Chávez para debilitar a la “única superpotencia,” China tiene un papel importante. Durante una visita a Beijing en agosto de 2006, la cuarta en siete años, anunció que Venezuela triplicará sus exportaciones de petróleo a China a 500.000 barriles por día en tres años, un salto que conviene a ambas partes. Chávez quiere diversificar la base de compradores de Venezuela para reducir su dependencia de exportaciones a EE.UU., y los dirigentes de China tienen interés en diversificar sus importaciones de hidrocarburos lejos de Oriente Próximo, donde la influencia estadounidense sigue siendo fuerte. “El apoyo de China es muy importante [para nosotros] desde el punto de vista político y moral,” declaró Chávez. Junto con un proyecto conjunto de refinería, China aceptó construir trece plataformas de perforación de petróleo, suministrar dieciocho buques tanque, y colaborar con la compañía estatal, Petróleos de Venezuela S.A. (PdVSA), en la exploración de un nuevo campo petrolífero en la Cuenca del Orinoco.
Lo que hizo que este bailecito diplomático regional fuera tanto más curioso fue que Karzai y Maliki son dirigentes respaldados por EE.UU., tan débiles (y cada vez más débiles). Maliki en un gobierno sumido en el caos cuyo alcance apenas se extiende más allá de la fuertemente fortificada Zona Verde en Bagdad, y Karzai, apodado a veces “el alcalde de Kabul,” jefe de un gobierno que pierde visiblemente el control incluso sobre las áreas poco impresionantes que ha gobernado. En otra época, cada cual habría sido apodado un “títere” estadounidense y sin embargo, aquí los tenemos, desafiando a un presidente de EE.UU., a la busca de apoyo por parte de un odiado poder regional al que Bush quiere reprimir en lo que queda de su presidencia.
Mientras tanto, apenas había terminado el primer “ejercicio militar” conjunto chino-ruso sobre suelo ruso (presenciado por el presidente chino Hu Jintao y el presidente ruso Vladimir Putin) este último anunció a fines de la semana pasada, no desde Rusia sino desde la antigua república socialista soviética centroasiática de Kazajstán, que “patrullas aéreas regulares de largo alcance que terminaron después del colapso de la Unión Soviética” serán ahora reanudadas – y tampoco sólo sobre el espacio aéreo ruso. Los aviones en esas patrullas llevan armas nucleares y son “capaces de atacar objetivos profundamente al interior de EE.UU.” Hay que ver esto como una manera en la que el presidente ruso, irritado a fondo por la decisión del gobierno de Bush de implantar elementos de un sistema antimisiles estadounidense en Polonia y en la República Checa, utilizaba el simbolismo militar para reafirmar el derecho de su país a la condición de Gran Potencia – una condición conquistada en los últimos años, gracias a sus enormes reservas de energía. Todo lo que pudo decir un funcionario del Departamento de Estado como respuesta fue: “Si Rusia siente que quiere sacar de la reserva algunos de esos viejos aviones y hacer que vuelvan a volar, es cosa suya.”
Mientras tanto, se informó que a mitad de camino al otro lado del mundo, el gobierno del presidente venezolano Hugo Chávez estaba a punto de anunciar un nuevo acuerdo con la Rusia de Putin. Después de comprar aviones jet rusos, helicópteros, y plantas enteras para fabricar rifles de asalto Kalashnikov (ante un embargo de armas estadounidenses), ahora va a comprar 5.000 rifles avanzados Dragunov de francotirador. De nuevo, los ruidos de desaprobación desde Washington fueron notablemente blandos.
Cuando se trata de descubrir señales regulares como éstas de la decadencia visible del poder global estadounidense, puede realizar este ejercicio usted mismo. Basta con estudiar su diario – o no se dé la molestia y vea el último artículo de Dilip Hiro, colaborador regular del Guardian británico y experto en Oriente Próximo, que es autor de “Blood of the Earth, The Battle for the World's Vanishing Oil Resources” [Sangre de la tierra, la batalla por los recursos petrolíferos del mundo en extinción] que se concentra en la relación cambiante entre la posesión de las reservas de hidrocarburos y el poder global. Con el agujero negro de Iraq que absorbe todos los esfuerzos del gobierno de Bush en su vórtice, gran parte del globo parece haber sido silenciosamente liberada para reforzar su poder a costas de la única superpotencia. Tom.
La única superpotencia en decadencia
El surgimiento de un mundo multipolar
Por Dilip Hiro
Con el colapso de la Unión Soviética en 1991, EE.UU. se sentía muy seguro de sí mismo – invencible por medios militares, sin rival desde el punto de vista económico, indisputable en el campo diplomático, y como fuerza dominante en los canales de información en todo el mundo. El próximo siglo iba a ser el verdadero “siglo estadounidense,” y el resto del mundo se adaptaría a la imagen de la única superpotencia.
Sin embargo, sin que haya pasado ni siquiera una década de este siglo, ya presenciamos el surgimiento de un mundo multipolar en el que nuevas potencias cuestionan diferentes aspectos de la supremacía estadounidense – Rusia y China en la vanguardia, con potencias regionales como Venezuela e Irán en la segunda fila. Estas potencias emergentes están preparadas para erosionar la hegemonía estadounidense, no confrontarla, solas o en conjunto.
¿Cómo y por qué se ha desarrollado tan pronto el mundo de esta manera? La debacle del gobierno de Bush en Iraq es sin duda un factor importante en esta transformación, un ejemplo clásico de un poder imperialista, saturado de orgullo desmedido, que se sobre-extiende. Para alivio de muchos – en EE.UU. y otros sitios – el fiasco en Iraq ha demostrado las impactantes limitaciones del poder de la maquinaria militar de más avanzada tecnología, más destructiva del mundo. En Iraq, concede Brent Scowcroft, consejero nacional de seguridad de dos presidentes de EE.UU., en una reciente columna de opinión: “Estamos siendo forzados a un empate por oponentes que ni siquiera son un adversario estatal organizado.”
La invasión y la subsiguiente desastrosa ocupación de Iraq, y la mal dirigida campaña militar en Afganistán, han estropeado la credibilidad de EE.UU. Los escándalos en la prisión Abu Ghraib en Iraq y Guantánamo en Cuba, junto con los asesinatos ampliamente difundidos de civiles iraquíes en Haditha, han empañado considerablemente la imagen moral proyectada por EE.UU. En el último sondeo de opinión, incluso en un Estado laico y miembro de la OTAN como Turquía, sólo un 9% de los turcos tiene una “opinión favorable” de EE.UU. (en comparación con un 52% hace cinco años).
Sin embargo hay otras explicaciones – no relacionadas con las manifiestas desventuras de Washington – de la actual transformación en los asuntos internacionales. Incluyen, sobre todo, el mercado en contracción del petróleo y del gas natural, que ha reforzado como nunca antes el poder de las naciones ricas en hidrocarburos; la rápida expansión económica de las mega-naciones China e India; la transformación de China en la mayor base manufacturera del globo; y el fin del duopolio anglo-estadounidense en las noticias televisivas internacionales.
Muchos canales, diferentes percepciones
Durante la Guerra del Golfo de 1991, sólo CNN y la BBC tuvieron corresponsales en Bagdad. De modo que la audiencia internacional de televisión, sin consideración a su ubicación, vio el conflicto a través de sus prismas. Doce años después, cuando el gobierno de Bush, respaldado por el primer ministro británico Tony Blair, invadió Iraq, Al Jazeera Arabic rompió ese duopolio. Transmitió imágenes – y hechos – que contradecían la presentación del Pentágono. Por primera vez en la historia, el mundo presenció dos versiones de una guerra en curso en tiempo real. La versión de Al Jazeera Arabic era tan verosímil que numerosas compañías de televisión fuera del mundo de habla árabe – en Europa, Asia y Latinoamérica – mostraron sus secuencias.
Aunque, en teoría, el crecimiento de la televisión por cable en todo el mundo aumentó la perspectiva de terminar con el duopolio anglo-estadounidense en las noticias de televisión de 24 horas, no había sucedido gran cosa por el costo exorbitante de la recolección y la redacción de noticias televisivas. Sólo con la llegada de Al Jazeera English, financiada por el emirato rico en hidrocarburos de Qatar – con su política declarada de ofrecer una perspectiva global desde un punto de vista árabe y musulmán – se rompió finalmente, en 2006, el molde tradicional.
Pronto salió al aire France 24, transmitiendo en inglés y francés desde un punto de vista francés, seguida a mediados de 2007 por Press TV en idioma inglés, que se proponía dar una perspectiva iraní. Siguió Rusia con noticias de 24 horas en televisión en inglés para la audiencia global. Mientras tanto, impulsado por el presidente venezolano Hugo Chávez, un canal pan-latinoamericano de televisión basado en Caracas, Telesur, comenzó a competir con CNN en español por un público de masas.
Como en el caso de Qatar, así como en Rusia y Venezuela, el financiamiento de estas operaciones de noticias en televisión ha provenido de crecientes ingresos nacionales de hidrocarburos – un factor que reduce drásticamente la hegemonía estadounidense no sólo simbólica sino realmente.
Rusia, una superpotencia energética
Bajo el presidente Vladimir Putin, Rusia se ha más que recuperado del caos económico que siguió al colapso de la Unión Soviética en 1991. Después de volver a nacionalizar efectivamente la industria energética mediante corporaciones controladas por el Estado, comenzó a desplegar su autoridad económica para impulsar los intereses de política exterior de Rusia.
En 2005, Rusia sobrepasó a EE.UU. convirtiéndose en el segundo productor de petróleo por su tamaño en el mundo. Sus ingresos del petróleo ascienden ahora a 679 millones de dólares al día. Los países europeos que dependen ahora de petróleo ruso importado incluyen a Hungría, Polonia, Alemania, e incluso Gran Bretaña.
Rusia es también el mayor productor de gas natural del planeta, y tres quintos de sus exportaciones de gas van a los 27 miembros de la Unión Europea (UE). Bulgaria, Estonia, Finlandia y Eslovaquia reciben un 100% de su gas natural de Rusia; Turquía, un 66%; Polonia, 58%; Alemania, 41%; y Francia un 25%. Gazprom, la mayor empresa de gas natural en la Tierra, tiene intereses establecidos en dieciséis países de la UE. En 2006, las reservas en moneda extranjera del Kremlin ascendían a 315.000 millones de dólares, en comparación con miserables 12.000 millones en 1999. No sorprende que, en julio de 2006, en vísperas de la cumbre del G8 en San Petersburgo, Putin haya rechazado una carta energética propuesta por los dirigentes occidentales.
El alza de las reservas en divisas extranjeras, nuevos misiles balísticos, y vínculos más estrechas con China en plena prosperidad – con la que realizó ejercicios militares conjuntos en la península Shandong de China en agosto de 2005 – posibilitaron que Putin tratara a su homólogo estadounidense, el presidente George W. Bush, de igual a igual, sin andarse con rodeos al evaluar las políticas estadounidenses.
“Un país, EE.UU., ha propasado en todo sentido sus fronteras nacionales,” dijo Putin a la 43 Conferencia Transatlántica sobre Política de Seguridad en Munich en febrero de 2007. “Esto es visible en las políticas económicas, políticas, culturales y educacionales que impone a otras naciones... Es algo muy peligroso.”
Condenando el concepto de un “mundo unipolar,” agregó: “Por más que se acicale este término, a fin de cuentas describe un guión en el que hay un centro de autoridad, un centro de la fuerza, un centro de toma de decisiones... Es un mundo en el que hay un amo, un soberano. Y esto es pernicioso.” Sus puntos de vista fueron bien recibidos en las capitales de la mayoría de los países asiáticos, africanos, y latinoamericanos.
La relación cambiante entre Moscú y Washington fue notada, entre otros, por analistas y responsables políticos en la región rica en hidrocarburos del Golfo Pérsico. Comentando sobre la visita que Putin hizo a los antiguos aliados de EE.UU. Arabia Saudí y Qatar después de la conferencia de Munich, Abdel Aziz Sagar, presidente del Centro de Investigación del Golfo, escribió en el periódico The Peninsula basado en Doha que Rusia y los países árabes del Golfo, otrora rivales de campos ideológicos opuestos, habían encontrado una agenda común para el petróleo, el antiterrorismo y las ventas de armas. “El cambio de enfoque tiene lugar en un medio en el que los países del Golfo señalan su entusiasmo por mantener abiertas todas las opciones geopolíticas, reexaminando la utilidad de EE.UU. como el único garante de la seguridad, y contemplando un mecanismo de seguridad colectiva que involucre a una serie de participantes internacionales.”
En abril de 2007, el Kremlin publicó un importante documento de política exterior. “El mito sobre el mundo unipolar se desintegró de una vez por todas en Iraq,” declaró. “Una Rusia fuerte, más segura de sí misma, se ha convertido en parte integral de cambios positivos en el mundo.”
Las relaciones cada vez más tensas con Washington concordaban con la opinión popular rusa. Un sondeo realizado durante la preparación para la cumbre del G8 de 2006 reveló que un 58% de los rusos consideran a EE.UU. un “país inamistoso.” Ha probado ser una tendencia. En julio de este año, por ejemplo, el general de división Alexandr Vladimirov declaró al periódico de circulación masiva Komsolskaya Pravda que la guerra con EE.UU. es una “posibilidad” en los próximos diez a quince años.
Chávez va viento en popa
Esos sentimientos tuvieron su efecto en Hugo Chávez. Durante su visita en Moscú en junio de 2007 dijo: "Deberíamos recordar a Lenin y reavivar sus ideas, especialmente aquellas vinculadas al antiimperialismo.” “EE.UU. no quiere que Rusia continúe levantándose,” agregó. “Pero Rusia se ha levantado de nuevo, como centro de poder. Y nosotros los pueblos del mundo, necesitamos a Rusia, a China, cada día más fuertes.”
Chávez concluyó un acuerdo por 1.000 millones de dólares para comprar cinco submarinos diesel para defender la plataforma submarina rica en petróleo de Venezuela y frustrar cualquier posible embargo económico futuro impuesto por Washington. Para entonces, Venezuela se había convertido en el segundo comprador por su tamaño de armamento ruso. (Argelia encabezaba la lista, otra indicación de una creciente multipolaridad en los asuntos mundiales.) Venezuela adquirió la distinción de ser el primer país en recibir una licencia de Rusia para producir el famoso rifle de asalto AK-47.
Al canalizar parte del dinero del petróleo de su país a venezolanos necesitados, Chávez amplió su base de apoyo. Para desazón de la Casa Blanca de Bush, derrotó totalmente a su único rival político, Manuel Rosales, en una contienda presidencial en diciembre de 2006 con un 61% de los votos. Es igualmente humillante para el gobierno de Bush, que Venezuela haya llegado a otorgar más ayuda extranjera a Estados latinoamericanos necesitados que EE.UU.
Después de su reelección, Chávez impulsó vigorosamente el concepto de formar una alianza antiimperialista en Latinoamérica así como en todo el globo. Fortaleció los vínculos de Venezuela no sólo con países latinos como Bolivia, Cuba, Ecuador, Nicaragua, y la endeudada Argentina, sino también con Irán y Bielorrusia.
Cuando llegó a Teherán desde Moscú (vía Minsk) en junio de 2007, los 180 acuerdos económicos y políticos que su gobierno había firmado con Teherán ya estaban produciendo resultados tangibles. Coches y tractores diseñados en Irán salían de líneas de montaje en Venezuela. “La cooperación de países independientes como Irán y Venezuela tiene un papel efectivo en la derrota de las políticas del imperialismo y en salvar a las naciones,” declaró Chávez en Teherán.
Atascado en el cenagal iraquí y azotado por los vientos borrascosos del ascenso de los precios del petróleo, el gobierno Bush ve su margen de maniobra tristemente limitado cuando encara un poder en hidrocarburos emergente. A los insultos que Chávez lanza continuamente a Bush, la respuesta estadounidense ha sido insulsa. El motivo es la agobiante dependencia de EE.UU. del petróleo importado que representa un 60% de su consumo total. Venezuela es la cuarta fuente por su tamaño de petróleo importado por EE.UU. después de Canadá, México y Arabia Saudí, y algunas refinerías en EE.UU. fueron diseñadas específicamente para refinar el petróleo pesado de Venezuela.
En el plan de Chávez para debilitar a la “única superpotencia,” China tiene un papel importante. Durante una visita a Beijing en agosto de 2006, la cuarta en siete años, anunció que Venezuela triplicará sus exportaciones de petróleo a China a 500.000 barriles por día en tres años, un salto que conviene a ambas partes. Chávez quiere diversificar la base de compradores de Venezuela para reducir su dependencia de exportaciones a EE.UU., y los dirigentes de China tienen interés en diversificar sus importaciones de hidrocarburos lejos de Oriente Próximo, donde la influencia estadounidense sigue siendo fuerte. “El apoyo de China es muy importante [para nosotros] desde el punto de vista político y moral,” declaró Chávez. Junto con un proyecto conjunto de refinería, China aceptó construir trece plataformas de perforación de petróleo, suministrar dieciocho buques tanque, y colaborar con la compañía estatal, Petróleos de Venezuela S.A. (PdVSA), en la exploración de un nuevo campo petrolífero en la Cuenca del Orinoco.
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