Por: M. Forti
“En la selva se escuchan tiros, son las almas de los pobres, son los gritos del latino.”
Bersuit Vergarabat.
La dictadura que Patrick Duddy (embajador de USA en Venezuela) viene a desarrollar en Venezuela con los cipayos mediáticos Leopoldo López, Julio Borges, Radonsky, Mendoza, el Matacuras, Cabeza E Motor, Granier y su combo, Ravell sin bolero, Cisneros y su trust, y toda las conexiones que la narco-oligarquía criolla, con representantes como Corina Machado y SUMATE, y el ejército de ONG`s que reciben el dinero sucio del imperio (narcotraficante) tienen, es una dictadura (fascista ultraliberal) más refinada y efectiva que cualquier tiranía institucional, puesto que no necesita de ningún golpe de estado ni de ninguna guerra civil para imponerse. Por el contrario, se instaura detrás de una apacible normalidad democrática que tratarán de hacer creer al mundo. O sea, después de “limpiar la casa” invadida por malandros, pordioseros, excluidos, marginales, “sin techo”, “sin tierra”, “sin empleo”, los pobres del mundo, que quisieron un “poder popular”…
No es que la economía en el mundo haya triunfado sobre la política y maneje a sus anchas sus hilos en la sombra. Creemos que por el contrario, el ultraliberalismo (capitalismo salvaje) es una ideología política que se ha impuesto sobre la economía para reducirla a la noción de negocio (“business”), a lo que se ahora se denomina la "neurosis del lucro". Nuestra oligarquía criolla, soldado de batalla del reciente nombrado embajador del imperio, vive sometida bajo la disociación psicótica que es producto de la neurósis del lucro impuesta por los medios masivos de difusión norteamericanos, a fin de neutralizar, y finalmente destruir el Estado comunal que proyectamos como revolución socialista bolivariana. Ya no pueden hacer aquí el paraíso financiero que tuvieron por más de cien años. Por eso atacarán la reforma infiltrando y erosionando al poder popular desde los consejos comunales, es decir, desde la base del mismo poder popular. Y nosotros responderemos.
Claro que tal lucro es el resultado de la sistemática destrucción del empleo, del desmantelamiento de toda política social, de la pérdida de toda perspectiva de futuro para el creciente número de personal que, incluso en los países más ricos, caen en el abismo del desamparo. Es lo que viven los pueblos europeos y del norte del mundo, incluido el pueblo sometido a la dictadura mundial de EEUU. La única esperanza de estas multitudes aunque parezca mentira, es la revolución socialista bolivariana que muestra al mundo cómo otro paradigma de vida es posible, haciendo más humana la existencia, porque el ser humano es el principal objetivo revolucionario. Mientras que el ultraliberalismo (economía de mercado) tiene al mundo virtual de los negocios humanos como patrón esencial, el socialismo bolivariano mira al corazón humano, a su realidad tal cual es. Y buscará por su puesto la justicia social, la independencia económica, la soberanía política, la soberanía ecológica, porque todo esto es en esencia HUMANIDAD. El neoliberalismo es sinónimo de caos, destrucción y muerte, sólo para favorecer a una plutocracia de mercaderes.
Las empresas capitalistas crecen más cuanto más empleados despiden, convirtiendo el trabajo en residuo, en una fuerza condenada a permanecer pasiva dentro del mercado globalizado, frustrando las expectativas de progreso de millones de personas. Ya no se trata tan sólo de la destrucción del estado de bienestar, sino del riesgo de desaparición de muchas de las profesiones tradicionales, puesto que los jóvenes no se sentirán impulsados a estudiar carreras que parecen obsoletas gracias al plan de vida neoconservador.
Por otra parte, no hay que pasar por alto el hecho de que el modelo ultraliberal esconde su propio talón de Aquiles: el del capital especulativo, el que hace a las empresas crecer en la bolsa de valores no por lo ricas que sean ya, sino por sus perspectivas de riqueza.
Últimamente se ha callado la (mega) crisis que vive la bolsa internacional, es decir, esa economía de mercado (narcotraficante) que mitifica un modelo (corrupto y lavador de dinero sucio) neoliberal, cuya ideología política (imperialista) es fundamentalista, racista, opositora a toda forma de poder popular porque en sus raíces es excluyente y discriminativa. No hay que ser ilusos, el sistema capitalista actual (ultraliberal) no esconde escrúpulos a la hora de tener que deshacerse de 2000 millones de personas en dos décadas: sólo para preservar el poder, o sea a ellos mismos, sus 6 bancos, y las 300 familias, porque ellos son “el poder”. Tienen el poder y lo van a perder.
“En la selva se escuchan tiros, son las almas de los pobres, son los gritos del latino.”
Bersuit Vergarabat.
La dictadura que Patrick Duddy (embajador de USA en Venezuela) viene a desarrollar en Venezuela con los cipayos mediáticos Leopoldo López, Julio Borges, Radonsky, Mendoza, el Matacuras, Cabeza E Motor, Granier y su combo, Ravell sin bolero, Cisneros y su trust, y toda las conexiones que la narco-oligarquía criolla, con representantes como Corina Machado y SUMATE, y el ejército de ONG`s que reciben el dinero sucio del imperio (narcotraficante) tienen, es una dictadura (fascista ultraliberal) más refinada y efectiva que cualquier tiranía institucional, puesto que no necesita de ningún golpe de estado ni de ninguna guerra civil para imponerse. Por el contrario, se instaura detrás de una apacible normalidad democrática que tratarán de hacer creer al mundo. O sea, después de “limpiar la casa” invadida por malandros, pordioseros, excluidos, marginales, “sin techo”, “sin tierra”, “sin empleo”, los pobres del mundo, que quisieron un “poder popular”…
No es que la economía en el mundo haya triunfado sobre la política y maneje a sus anchas sus hilos en la sombra. Creemos que por el contrario, el ultraliberalismo (capitalismo salvaje) es una ideología política que se ha impuesto sobre la economía para reducirla a la noción de negocio (“business”), a lo que se ahora se denomina la "neurosis del lucro". Nuestra oligarquía criolla, soldado de batalla del reciente nombrado embajador del imperio, vive sometida bajo la disociación psicótica que es producto de la neurósis del lucro impuesta por los medios masivos de difusión norteamericanos, a fin de neutralizar, y finalmente destruir el Estado comunal que proyectamos como revolución socialista bolivariana. Ya no pueden hacer aquí el paraíso financiero que tuvieron por más de cien años. Por eso atacarán la reforma infiltrando y erosionando al poder popular desde los consejos comunales, es decir, desde la base del mismo poder popular. Y nosotros responderemos.
Claro que tal lucro es el resultado de la sistemática destrucción del empleo, del desmantelamiento de toda política social, de la pérdida de toda perspectiva de futuro para el creciente número de personal que, incluso en los países más ricos, caen en el abismo del desamparo. Es lo que viven los pueblos europeos y del norte del mundo, incluido el pueblo sometido a la dictadura mundial de EEUU. La única esperanza de estas multitudes aunque parezca mentira, es la revolución socialista bolivariana que muestra al mundo cómo otro paradigma de vida es posible, haciendo más humana la existencia, porque el ser humano es el principal objetivo revolucionario. Mientras que el ultraliberalismo (economía de mercado) tiene al mundo virtual de los negocios humanos como patrón esencial, el socialismo bolivariano mira al corazón humano, a su realidad tal cual es. Y buscará por su puesto la justicia social, la independencia económica, la soberanía política, la soberanía ecológica, porque todo esto es en esencia HUMANIDAD. El neoliberalismo es sinónimo de caos, destrucción y muerte, sólo para favorecer a una plutocracia de mercaderes.
Las empresas capitalistas crecen más cuanto más empleados despiden, convirtiendo el trabajo en residuo, en una fuerza condenada a permanecer pasiva dentro del mercado globalizado, frustrando las expectativas de progreso de millones de personas. Ya no se trata tan sólo de la destrucción del estado de bienestar, sino del riesgo de desaparición de muchas de las profesiones tradicionales, puesto que los jóvenes no se sentirán impulsados a estudiar carreras que parecen obsoletas gracias al plan de vida neoconservador.
Por otra parte, no hay que pasar por alto el hecho de que el modelo ultraliberal esconde su propio talón de Aquiles: el del capital especulativo, el que hace a las empresas crecer en la bolsa de valores no por lo ricas que sean ya, sino por sus perspectivas de riqueza.
Últimamente se ha callado la (mega) crisis que vive la bolsa internacional, es decir, esa economía de mercado (narcotraficante) que mitifica un modelo (corrupto y lavador de dinero sucio) neoliberal, cuya ideología política (imperialista) es fundamentalista, racista, opositora a toda forma de poder popular porque en sus raíces es excluyente y discriminativa. No hay que ser ilusos, el sistema capitalista actual (ultraliberal) no esconde escrúpulos a la hora de tener que deshacerse de 2000 millones de personas en dos décadas: sólo para preservar el poder, o sea a ellos mismos, sus 6 bancos, y las 300 familias, porque ellos son “el poder”. Tienen el poder y lo van a perder.
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