Primeramente: Comparto este par de notas con jugosa información, como dice Sam "hay cosas que no ves pero son", creo que en el par de notas hay cosas que no se ven a simple vista pero ahí están ¿recuerdan 1988? yo era muy pequeña aún pero algo hay de eso en la actualidad, no en la gente sino en los enemigos.
El estigma del fraude electoral marca arranque de la reforma del Estado
Al iniciar los trabajos para la reforma del Estado, en un acto en el cual participaron todas las fuerzas políticas convocadas por el Congreso de la Unión, la mayoría coincidió en señalar la urgencia de una reforma electoral que garantice equidad y limite la participación de los poderes fácticos, en especial los medios de comunicacción electrónicos, para que no se repita el escenario de confrontación de 2006.
Manlio Fabio Beltrones Rivera, presidente del Senado de República y titular de la Comisión Ejecutiva para la Negociación y Construcción de Acuerdos, refirió que el Poder Legislativo asume el papel de convocante, con el propósito de resolver los grandes problemas nacionales, porque la alternancia electoral no fue suficiente para alcanzar los objetivos del desarrollo.
"Admitamos lo que estos años hemos vivido en el ámbito de la política, sobre todo en el año 2006, que nos colocó muy cerca de los límites de la confrontación y de la ruptura, que afortunadamente no se rebasaron. Ello fue posible por un plausible y sensato ejercicio de responsabilidad, y la voluntad específica de acatar -aunque imperfectas- las disposiciones de la legislación electoral para instalar el Congreso, dar garantías y seguridad a la República y propiciar una transición ordenada del Ejecutivo federal".
Ante el secretario de Gobernación, Francisco Ramírez Acuña; el presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), Guillermo Ortiz Mayagoitia, y de legisladores y gobernadores, Leonel Cota Montaño, dirigente nacional del PRD, advirtió que una señal clara sobre la voluntad real de reformar al Estado se observará con una resolución en contra de la llamada ley Televisa, y por el contrario, si el máximo tribunal valida esa norma, se cancelaría el camino de las reformas democráticas.
Por su parte, la dirigente nacional del PRI, Beatriz Paredes, advirtió en referencia directa al PAN: "sería paradójico "que aquellos que cuando eran oposición demandaban mejores prácticas democráticas y condenaban al partido de Estado, ahora, desde el gobierno, actúen partidariamente".
En el encuentro, celebrado en el Palacio de Minería, se dieron cita personajes de todo origen político e ideología. Se observó juntos, alejados del presídium, al litigante Diego Fernández de Cevallos y al titular del Consejo General del IFE, Luis Carlos Ugalde, quien se convirtió en el principal sujeto de críticas de seis de los ocho dirigentes de los partidos políticos.
Alejado de éstos, serio, el impulsor permanente del tema, Porfirio Muñoz Ledo, y cerca, Gonzalo Martínez Corbalá y Jesús Kumate. Personajes con distintas concepciones ideológicas, quienes atestiguaron que de los 17 participantes en el encuentro, sólo dos de ellos, los panistas Ramírez Acuña, y José Espina, mencionaron al presidente Felipe Calderón Hinojosa.
Fue precisamente el secretario de Gobernación quien, a contracorriente de la mayoría de los expositores, ponderó la importancia de la reforma del Estado más allá del aspecto electoral, al evocar ideas de la doctrina social cristiana: "El reto de las últimas décadas fue democratizar al país. Sin embargo, en la democracia no es suficiente establecer las condiciones para establecer la competencia electoral equitativa entre partidos políticos. Hace falta también construir las condiciones de la cooperación, la solidaridad y la reciprocidad entre las partes que forman la sociedad, con el fin de incorporar a toda la población y a todas las regiones de México al desarrollo social sustentable".
Para el presidente de la SCJN, Guillermo Ortiz Mayagoitia, la esencia de una reforma como la que se pretende impulsar se encuentra en el diálogo profundo e incluyente para alcanzar la negociación y el acuerdo.
En nombre de los gobernadores, el de Nuevo León, Natividad González Parás, planteó que ante un proceso de deformación en la estructura del gobierno y en su operación, o cuando cambian las cosmovisiones o los valores sociales comunes, la Constitución incluye mecanismos legales para reformar las herramientas de gobierno.
La crítica al modelo electoral tras los comicios de 2006 la abrió Alberto Begné, dirigente del partido Alternativa: "Si bien es verdad que las sucesivas reformas electorales de los últimos 15 años nos permitieron abrir paso a la pluralidad y a la distribución del poder público, también lo es que muy pronto entrampamos nuestro proceso de cambio democrático en un círculo vicioso de confrontaciones estériles, sujetas a visiones e intereses tan estrechos como mezquinos. Peor aún: hemos permitido que el dinero y los poderes fácticos de uno y otro signo hayan reducido la esfera de nuestra vida pública a la representación de esos intereses y esos poderes, muy lejos de las demandas de la sociedad y las exigencias de desarrollo".
En una pausa, el secretario técnico de la Comisión Ejecutiva, Alberto Aguilar Iñárritu, reiteró que todos los partidos tienen un plazo de 30 días para entregar sus propuestas, con el propósito de conformar un documento marco para iniciar el análisis, el debate y lograr el consenso, e integrar así un dictamen. También se fijó el plazo de un año para que la comisión entregue un proyecto de dictamen que se discuta tanto en el Senado de la República como en la Cámara de Diputados.
Tocó el turno a Alberto Anaya, integrante de la dirigencia colegiada del PT, quien frente al vilipendiado Luis Carlos Ugalde evocó el resultado del pasado proceso electoral federal y planteó propuestas en ese ámbito: "Acabamos de vivir el 2 de julio un fraude, quizás el más grande en la historia de este país; un fraude producto de una elección de Estado y un fraude de Estado. No queremos que eso vuelva a suceder. Estamos en favor de crear el instituto nacional de elecciones, que sustituya a los a actuales órganos electorales".
Pausada, Beatriz Paredes asumió que los actuales son momentos de emprender una reforma, porque difícilmente se podrá conducir de manera razonable el país con las fórmulas que diseñó su partido, el PRI, mismo que ahora está dispuesto a sumarse al cambio.
"No se trata de refuncionalizar el presidencialismo en un esquema de democracia mercadotécnica circunscrita a lo electoral, en el que las elites políticas y económicas se reconocen sólo en la realidad virtual y son ajenas a las dolorosas contradicciones y carencias que caracterizan la vida de las mayorías nacionales. No se trata de un ejercicio gatopardista para aparentar que cambiamos y seguir con el mismo orden de cosas. Se trata de encontrar la síntesis pertinente, que permita una nueva fórmula en la gobernación."
Con dureza, Leonel Cota Montaño, presidente del PRD, recriminó que "el proyecto alternativo de nación fue víctima de un fraude caracterizado por la intervención del entonces titular del Poder Ejecutivo en el proceso electoral. Nuestro candidato a la Presidencia de la República fue objeto de la peor campaña de desprestigio de la cual se tenga memoria en la historia reciente de México por parte de los grupos de interés que por décadas han saqueado el patrimonio nacional y se han enriquecido a costa de la pobreza de millones de mexicanos".
Cota Montaño insistió en que una señal favorable para la reforma del Estado sería que la SCJN se pronuncie contra la ley Televisa, porque en caso contrario se cancelaría el camino del perfeccionamiento democrático.
"Queremos una profunda reforma electoral que permita procesos equitativos a lo largo y ancho del país, que no permita más, como se sigue haciendo hasta hoy, que el presupuesto público interfiera con campañas, que se resuelva el acceso a medios de comunicación y se castigue el uso de dinero privado en campañas políticas."
Al concluir, Manlio Fabio Beltrones refirió los sucesos electorales del año pasado, de los cuales se desprendían "sombríos presagios en el horizonte nacional, y la incertidumbre y el conflicto parecían irreductibles. No obstante, digámoslo brevemente, en el Congreso se instauró la representación nacional, y una oposición tan consciente como demandante".
Nota original de La Jornada
De descortesías y consensos
Una a una, las firmas quedaban registradas en el documento. Manlio Fabio Beltrones llevaba la carpeta de un lado a otro, para que los convidados a esa mesa rubricaran el compromiso. Se trataba de la formalización del primer acuerdo para la reforma del Estado, el que alguno de los signantes llamó "el pacto de Minería".
Así, minutos antes de que iniciará la ceremonia, los dirigentes de los partidos políticos acordaban que a más tardar en un mes más entregarán sus propuestas concretas para elaborar las iniciativas que, otra vez, buscarán reformar efectivamente al Estado mexicano.
El patio central del Palacio de Minería estaba para entonces lleno. Ahí, personajes de diversas épocas, de diferentes ideologías. "Tienes una responsabilidad histórica", había dicho Porfirio Muñoz Ledo a Manlio Fabio Beltrones. "Espero que tú la compartas, te invito a participar", le respondió el presidente de la Cámara de Senadores. Cerca de ellos, Diego Fernández de Cevallos charlaba animado con Yeidckol Polevnsky, los observaba atento Manuel Camacho, sentado una fila adelante de Manuel Aguilera y Pedro Ojeda Paullada. Entre el público, las ex candidatas presidenciales Cecilia Soto y Patricia Mercado, y legisladores, académicos, militantes partidistas, directivos de medios de comunicación.
Era la sesión de instalación de la Comisión Ejecutiva de Negociaciones y Construcción de Acuerdos del Congreso de la Unión. Y a la mesa, convocados por el autor y promotor de la llamada ley Beltrones, los líderes de los partidos, todos menos Manuel Espino, el panista que viaja por Europa con su campaña y su aliado Vicente Fox, revisaban sus discursos. En cuanto vio al presidente del IFE, Luis Carlos Ugalde, el perredista Leonel Cota comenzó a escribir, a corregir el mensaje que llevaba preparado.
Se inició el evento. Hablaron el secretario de Gobernación, Francisco Ramírez Acuña; el presidente de la Suprema Corte de Justicia, Guillermo Ortiz Mayagoitia; el gobernador de Nuevo León, José Natividad González Parás. Jesús González Schmal no podía evitar que se le cerraran los ojos, cabeceaba. Manuel Jiménez Guzmán, gran maestro en la masonería, tomaba apuntes de lo que se decía.
Luego, las intervenciones de quienes dirigen a los partidos políticos mexicanos; cada quien con su estilo; cada uno con su enfoque, sus propuestas. Beatriz Paredes provocó el aplauso más largo, y también la satisfacción de Porfirio Muñoz Ledo, cuando se refirió a él como quien de tiempo atrás ha estado impulsado la causa de las reformas. Entonces, Leonel Cota seguía escribiendo, agregaba una hoja a las que llevaba. Minutos más tarde, se pudo conocer lo que le agregó a su discurso: saludo a todos los convidados a la mesa, menos al secretario de Gobernación. Luego se refirió al que llamó fraude electoral caracterizado por la intervención del entonces titular del Poder Ejecutivo y por la falta de institucionalidad de las autoridades del IFE. De inmediato, varias miradas se clavaron en Luis Carlos Ugalde, quien no pudo evitar que se le frunciera el ceño, cuatro líneas le atravesaban la frente, estaba rojo. Molestos también los panistas Jorge Zermeño, Héctor Larios y Santiago Creel. Luego, Leonel Cota se abstendría de aplaudir las participaciones del diputado Zermeño y del secretario general del PAN, José Espina. Francisco Ramírez Acuña no olvidó la cortesía, chocó sus palmas.
Y ante ese clima cargado de enconos, Manlio Fabio Beltrones establecería para concluir: "Debemos aprovechar esta oportunidad de lucidez compartida. Nadie puede construir nada solo. No hay tiempo que perder. De ese es el tamaño de nuestro compromiso con México".
Cuando se levantó la sesión, las cámaras y micrófonos rodearon a los personajes. Sus gestos eran diversos. Los había descompuestos, y de satisfacción. Luego se marcharon cada quien por su lado. Beltrones abrazaba una carpeta, la que pese a todo guardaba el primer acuerdo.
Nota original de El Universal.
El estigma del fraude electoral marca arranque de la reforma del Estado
Al iniciar los trabajos para la reforma del Estado, en un acto en el cual participaron todas las fuerzas políticas convocadas por el Congreso de la Unión, la mayoría coincidió en señalar la urgencia de una reforma electoral que garantice equidad y limite la participación de los poderes fácticos, en especial los medios de comunicacción electrónicos, para que no se repita el escenario de confrontación de 2006.
Manlio Fabio Beltrones Rivera, presidente del Senado de República y titular de la Comisión Ejecutiva para la Negociación y Construcción de Acuerdos, refirió que el Poder Legislativo asume el papel de convocante, con el propósito de resolver los grandes problemas nacionales, porque la alternancia electoral no fue suficiente para alcanzar los objetivos del desarrollo.
"Admitamos lo que estos años hemos vivido en el ámbito de la política, sobre todo en el año 2006, que nos colocó muy cerca de los límites de la confrontación y de la ruptura, que afortunadamente no se rebasaron. Ello fue posible por un plausible y sensato ejercicio de responsabilidad, y la voluntad específica de acatar -aunque imperfectas- las disposiciones de la legislación electoral para instalar el Congreso, dar garantías y seguridad a la República y propiciar una transición ordenada del Ejecutivo federal".
Ante el secretario de Gobernación, Francisco Ramírez Acuña; el presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), Guillermo Ortiz Mayagoitia, y de legisladores y gobernadores, Leonel Cota Montaño, dirigente nacional del PRD, advirtió que una señal clara sobre la voluntad real de reformar al Estado se observará con una resolución en contra de la llamada ley Televisa, y por el contrario, si el máximo tribunal valida esa norma, se cancelaría el camino de las reformas democráticas.
Por su parte, la dirigente nacional del PRI, Beatriz Paredes, advirtió en referencia directa al PAN: "sería paradójico "que aquellos que cuando eran oposición demandaban mejores prácticas democráticas y condenaban al partido de Estado, ahora, desde el gobierno, actúen partidariamente".
En el encuentro, celebrado en el Palacio de Minería, se dieron cita personajes de todo origen político e ideología. Se observó juntos, alejados del presídium, al litigante Diego Fernández de Cevallos y al titular del Consejo General del IFE, Luis Carlos Ugalde, quien se convirtió en el principal sujeto de críticas de seis de los ocho dirigentes de los partidos políticos.
Alejado de éstos, serio, el impulsor permanente del tema, Porfirio Muñoz Ledo, y cerca, Gonzalo Martínez Corbalá y Jesús Kumate. Personajes con distintas concepciones ideológicas, quienes atestiguaron que de los 17 participantes en el encuentro, sólo dos de ellos, los panistas Ramírez Acuña, y José Espina, mencionaron al presidente Felipe Calderón Hinojosa.
Fue precisamente el secretario de Gobernación quien, a contracorriente de la mayoría de los expositores, ponderó la importancia de la reforma del Estado más allá del aspecto electoral, al evocar ideas de la doctrina social cristiana: "El reto de las últimas décadas fue democratizar al país. Sin embargo, en la democracia no es suficiente establecer las condiciones para establecer la competencia electoral equitativa entre partidos políticos. Hace falta también construir las condiciones de la cooperación, la solidaridad y la reciprocidad entre las partes que forman la sociedad, con el fin de incorporar a toda la población y a todas las regiones de México al desarrollo social sustentable".
Para el presidente de la SCJN, Guillermo Ortiz Mayagoitia, la esencia de una reforma como la que se pretende impulsar se encuentra en el diálogo profundo e incluyente para alcanzar la negociación y el acuerdo.
En nombre de los gobernadores, el de Nuevo León, Natividad González Parás, planteó que ante un proceso de deformación en la estructura del gobierno y en su operación, o cuando cambian las cosmovisiones o los valores sociales comunes, la Constitución incluye mecanismos legales para reformar las herramientas de gobierno.
La crítica al modelo electoral tras los comicios de 2006 la abrió Alberto Begné, dirigente del partido Alternativa: "Si bien es verdad que las sucesivas reformas electorales de los últimos 15 años nos permitieron abrir paso a la pluralidad y a la distribución del poder público, también lo es que muy pronto entrampamos nuestro proceso de cambio democrático en un círculo vicioso de confrontaciones estériles, sujetas a visiones e intereses tan estrechos como mezquinos. Peor aún: hemos permitido que el dinero y los poderes fácticos de uno y otro signo hayan reducido la esfera de nuestra vida pública a la representación de esos intereses y esos poderes, muy lejos de las demandas de la sociedad y las exigencias de desarrollo".
En una pausa, el secretario técnico de la Comisión Ejecutiva, Alberto Aguilar Iñárritu, reiteró que todos los partidos tienen un plazo de 30 días para entregar sus propuestas, con el propósito de conformar un documento marco para iniciar el análisis, el debate y lograr el consenso, e integrar así un dictamen. También se fijó el plazo de un año para que la comisión entregue un proyecto de dictamen que se discuta tanto en el Senado de la República como en la Cámara de Diputados.
Tocó el turno a Alberto Anaya, integrante de la dirigencia colegiada del PT, quien frente al vilipendiado Luis Carlos Ugalde evocó el resultado del pasado proceso electoral federal y planteó propuestas en ese ámbito: "Acabamos de vivir el 2 de julio un fraude, quizás el más grande en la historia de este país; un fraude producto de una elección de Estado y un fraude de Estado. No queremos que eso vuelva a suceder. Estamos en favor de crear el instituto nacional de elecciones, que sustituya a los a actuales órganos electorales".
Pausada, Beatriz Paredes asumió que los actuales son momentos de emprender una reforma, porque difícilmente se podrá conducir de manera razonable el país con las fórmulas que diseñó su partido, el PRI, mismo que ahora está dispuesto a sumarse al cambio.
"No se trata de refuncionalizar el presidencialismo en un esquema de democracia mercadotécnica circunscrita a lo electoral, en el que las elites políticas y económicas se reconocen sólo en la realidad virtual y son ajenas a las dolorosas contradicciones y carencias que caracterizan la vida de las mayorías nacionales. No se trata de un ejercicio gatopardista para aparentar que cambiamos y seguir con el mismo orden de cosas. Se trata de encontrar la síntesis pertinente, que permita una nueva fórmula en la gobernación."
Con dureza, Leonel Cota Montaño, presidente del PRD, recriminó que "el proyecto alternativo de nación fue víctima de un fraude caracterizado por la intervención del entonces titular del Poder Ejecutivo en el proceso electoral. Nuestro candidato a la Presidencia de la República fue objeto de la peor campaña de desprestigio de la cual se tenga memoria en la historia reciente de México por parte de los grupos de interés que por décadas han saqueado el patrimonio nacional y se han enriquecido a costa de la pobreza de millones de mexicanos".
Cota Montaño insistió en que una señal favorable para la reforma del Estado sería que la SCJN se pronuncie contra la ley Televisa, porque en caso contrario se cancelaría el camino del perfeccionamiento democrático.
"Queremos una profunda reforma electoral que permita procesos equitativos a lo largo y ancho del país, que no permita más, como se sigue haciendo hasta hoy, que el presupuesto público interfiera con campañas, que se resuelva el acceso a medios de comunicación y se castigue el uso de dinero privado en campañas políticas."
Al concluir, Manlio Fabio Beltrones refirió los sucesos electorales del año pasado, de los cuales se desprendían "sombríos presagios en el horizonte nacional, y la incertidumbre y el conflicto parecían irreductibles. No obstante, digámoslo brevemente, en el Congreso se instauró la representación nacional, y una oposición tan consciente como demandante".
Nota original de La Jornada
De descortesías y consensos
Una a una, las firmas quedaban registradas en el documento. Manlio Fabio Beltrones llevaba la carpeta de un lado a otro, para que los convidados a esa mesa rubricaran el compromiso. Se trataba de la formalización del primer acuerdo para la reforma del Estado, el que alguno de los signantes llamó "el pacto de Minería".
Así, minutos antes de que iniciará la ceremonia, los dirigentes de los partidos políticos acordaban que a más tardar en un mes más entregarán sus propuestas concretas para elaborar las iniciativas que, otra vez, buscarán reformar efectivamente al Estado mexicano.
El patio central del Palacio de Minería estaba para entonces lleno. Ahí, personajes de diversas épocas, de diferentes ideologías. "Tienes una responsabilidad histórica", había dicho Porfirio Muñoz Ledo a Manlio Fabio Beltrones. "Espero que tú la compartas, te invito a participar", le respondió el presidente de la Cámara de Senadores. Cerca de ellos, Diego Fernández de Cevallos charlaba animado con Yeidckol Polevnsky, los observaba atento Manuel Camacho, sentado una fila adelante de Manuel Aguilera y Pedro Ojeda Paullada. Entre el público, las ex candidatas presidenciales Cecilia Soto y Patricia Mercado, y legisladores, académicos, militantes partidistas, directivos de medios de comunicación.
Era la sesión de instalación de la Comisión Ejecutiva de Negociaciones y Construcción de Acuerdos del Congreso de la Unión. Y a la mesa, convocados por el autor y promotor de la llamada ley Beltrones, los líderes de los partidos, todos menos Manuel Espino, el panista que viaja por Europa con su campaña y su aliado Vicente Fox, revisaban sus discursos. En cuanto vio al presidente del IFE, Luis Carlos Ugalde, el perredista Leonel Cota comenzó a escribir, a corregir el mensaje que llevaba preparado.
Se inició el evento. Hablaron el secretario de Gobernación, Francisco Ramírez Acuña; el presidente de la Suprema Corte de Justicia, Guillermo Ortiz Mayagoitia; el gobernador de Nuevo León, José Natividad González Parás. Jesús González Schmal no podía evitar que se le cerraran los ojos, cabeceaba. Manuel Jiménez Guzmán, gran maestro en la masonería, tomaba apuntes de lo que se decía.
Luego, las intervenciones de quienes dirigen a los partidos políticos mexicanos; cada quien con su estilo; cada uno con su enfoque, sus propuestas. Beatriz Paredes provocó el aplauso más largo, y también la satisfacción de Porfirio Muñoz Ledo, cuando se refirió a él como quien de tiempo atrás ha estado impulsado la causa de las reformas. Entonces, Leonel Cota seguía escribiendo, agregaba una hoja a las que llevaba. Minutos más tarde, se pudo conocer lo que le agregó a su discurso: saludo a todos los convidados a la mesa, menos al secretario de Gobernación. Luego se refirió al que llamó fraude electoral caracterizado por la intervención del entonces titular del Poder Ejecutivo y por la falta de institucionalidad de las autoridades del IFE. De inmediato, varias miradas se clavaron en Luis Carlos Ugalde, quien no pudo evitar que se le frunciera el ceño, cuatro líneas le atravesaban la frente, estaba rojo. Molestos también los panistas Jorge Zermeño, Héctor Larios y Santiago Creel. Luego, Leonel Cota se abstendría de aplaudir las participaciones del diputado Zermeño y del secretario general del PAN, José Espina. Francisco Ramírez Acuña no olvidó la cortesía, chocó sus palmas.
Y ante ese clima cargado de enconos, Manlio Fabio Beltrones establecería para concluir: "Debemos aprovechar esta oportunidad de lucidez compartida. Nadie puede construir nada solo. No hay tiempo que perder. De ese es el tamaño de nuestro compromiso con México".
Cuando se levantó la sesión, las cámaras y micrófonos rodearon a los personajes. Sus gestos eran diversos. Los había descompuestos, y de satisfacción. Luego se marcharon cada quien por su lado. Beltrones abrazaba una carpeta, la que pese a todo guardaba el primer acuerdo.
Nota original de El Universal.
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