De acuerdo con la ley, que por vía rápida (y por órdenes de Washington) aprobaron los senadores el pasado jueves, “ se impone sanción de seis a 40 años de prisión, y hasta mil 200 días de multa, sin perjuicio de las penas que correspondan por los delitos que resulten, a quien utilice sustancias tóxicas, armas químicas, biológicas o similares (...) explosivos, armas de fuego, incendio o inundaciones, o por cualquier otro medio violento, para producir alarma, terror o temor en la población, para atentar contra la seguridad nacional o presionar a la autoridad para que tome una determinación"
Con esta definición ambigua (y a modo), se vuelve a los tiempos de Gustavo Díaz Ordaz en que a cualquier luchador social se le acusada de “disolución social” y se impedían protestas que fueran más allá de hacer escritos, firmas de desplegados o en última instancia, mítines y marchas.
Estas modificaciones al código penal van contra la Constitución en su artículo 39 que dice textualmente: la soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. Todo poder publico dimana del pueblo y se instituye para beneficio de este. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno.
Con lo que acaban de aprobar los senadores se posibilita que con cualquier provocación, generada por un infiltrado, o con diversas trampas como las que acostumbran los cuerpos de (seudo) inteligencia del Estado, se criminalice a luchadores sociales o grupos que discrepan con los gobernantes.
¿Quién va a determinar qué es lo que atenta contra la seguridad nacional o presiona a las autoridades? Ya las cárceles mexicanas se están llenando de jóvenes que protestaron pacíficamente, como en Yucatán o Guadalajara, y que mediante una provocación se les acusó de diversos delitos. Lo mismo hicieron terroristas como Ulises Ruiz con los dirigentes de la APPO en Oaxaca, o terroristas como Vicente Fox y Calderón con los campesinos de Atenco, protestas donde algunos dirigentes terminaron recluidos en penales de alta seguridad, como el de Almoloya. Ahora, además, ya pueden acusar a quien se les ocurra, de terrorista, por estar contra la “seguridad nacional o presionar a una autoridad para que tome una determinación”. Lo de las armas, explosivos, incendios, etc., eso lo pueden montar sin ningún problema.
Si realmente estuvieran dispuestos a encarcelar a los terroristas, o sea a los que siembran el terror por medio de una sucesión de actos de violencia, el primero que debería de ir a la cárcel sería George W. Bush, quien en Afganistán e Irak, por solo mencionar dos casos, ha promovido el asesinato de decenas de miles de seres humanos. Y Carlos Salinas, Vicente Fox y el mismo Felipe Calderón ¿Acaso no han sembrado el terror y generado la violencia contra millones de compatriotas?
¿Condenar a muerte a millones de jubilados con el fraude de las Afore´s y los cambios a las leyes del IMSS y el ISSSTE no responde a la categoría de terrorismo?
El mismo juicio de terrorista se puede hacer contra los “Carlos Slim´s” cuya riqueza es producto de la explotación de cientos de miles de seres humanos. Ellos, los grandes capitalistas han condenado a la humanidad a la muerte con la explotación, la exclusión, con destrucción ecológica (el calentamiento global, la perforación de la capa de ozono……). Ellos si son terroristas.
Son terroristas los que con el sólo objetivo de lucrar, promueven los alimentos transgénicos; los que envenenan las cosechas con sus pesticidas, los que han decidido utilizar los alimentos para generar energía, en lugar de cambiar esa forma de vida capitalista que está llevando al género humano a la autodestrucción.
Son terroristas los que le quitan el presupuesto a la cultura y privatizan la salud, para aumentarles los sueldos a los militares. Son terroristas los que envenenan a los seres humanos con Coca Cola u otras comidas chatarra. Son terroristas los que enajenan la mente de los pueblos con medios de comunicación “estupidizantes”
Ellos son los verdaderos terroristas, mismos que actualmente en México, han decidido detener las protestas populares con la fuerza de las armas y con leyes como las que acaban de aprobar los senadores.
Pero la historia demuestra que cuando los terroristas de Estado tienen que recurrir a estas medidas es porque sienten su debilidad y presienten que su fin está cerca.
Fuente: Enrique Cisneros / Machete Arte
Comentario: Efectivamente el terrorismo genuino no es el de los que se ponen bombas y se suicidan, sino el sistema que obliga a que estos hagan lo que hacen, los que sistematicamente aprueban leyes y alteran sociedades para satisfacer la voracidad de unos cuantos. Vaya, México es el mejor ejemplo, Oaxaca, Atenco, Nuevo León, Tijuana, Guerrero, Puebla, Marcelo en el DF, el Espurio, su pandilla y demás compañía nefasta y deshumanizadora.
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