Actualmente nuestro país exige hombres y mujeres valientes. Que sean capaces de mirar de frente y no intimidarse por amenazas que no son más que muestra del poco amor que se le tiene a México y a su gente.
Las condiciones precarias en las que vivimos los mexicanos, son el resultado del silencio de las voces que fueron ahogadas por amenazas y, que prefirieron apagar la luz de la esperanza y hundirse en una densa oscuridad de la injusticia y de la impunidad. Siendo por su puesto los más perjudicados, aquellos a los que se les hace creer que son los más débiles e ineptos: el pueblo.
Aparentes líderes que pertenecen al pueblo se levantan, mas cuando llegan al poder se olvidan a que fueron realmente llamados. Hoy por hoy, aquel que se dice ser presidente no es más que alguien que debería de estar sirviendo a los mexicanos. Pero esto no es así, y la toma de decisiones que ha venido haciendo son muestra legible de que sí vela por los intereses, pero no del pueblo a decir verdad, sino de los potentados, de los que viven a costa de los que realmente trabajamos.
Si hoy preguntarán qué es lo que deseamos los mexicanos, muchos de nosotros contestaríamos un cambio. Pues bien, hoy está en nuestras manos hacer que este cambio sea una realidad y no tan solo una ilusión.
Vasta ya de agachar la cabeza ante seres que son iguales a nosotros. Que están en grandes puestos no porque llegaran de la mejor forma y limpiamente, sino pisoteando nuestros derechos, nuestra libertad, nuestra dignidad de mexicanos. Vasta de besarles la mano y pedirles permiso para reaccionar ante sus crueles ataques. Vasta de tentarnos el corazón y velar por intereses que no nos benefician a nosotros, todo lo contrario, solo los hacen nadar más y más a ellos en grandes cantidades de capital, mientras que el pueblo se muere de hambre.
Primero imponen a un “presidente” por medio de un fraude. Ahora es su deseo apropiarse de lo que le pertenece a los mexicanos. A base de mentiras buscan que la gente nuevamente sea reprimida, que guardemos silencio ante lo que nuestros ojos perciben. Disfrazan sus fechorías con un aparente beneficio para nosotros, cuando atrás de su careta de bondad se esconde un ser sin escrúpulos ni dignidad que seguirá haciendo todo lo necesario para abonar a sus bolsillos una mayor cantidad de bienes y de dinero.
Una cosa queda clara, si nosotros no pensamos en nosotros y no hacemos algo por nosotros, nadie lo hará. Si no tomamos hoy la decisión de levantar la voz ante las amenazas y nos armamos de valor para evadirlas, siempre viviremos a expensas de otros. O será simplemente que nos gusta comer de la mano de los poderos, o peor aun, nos gusta esperar que caigan las migajas de sus mesas repletas, cuando merecemos tener un lugar especial es éstas.
Ha llegado el momento en que la fuerza ciudadana una fuerzas y demuestre de que estamos hechos. De compromiso no solo con nosotros mismos, sino con nuestro país. De una dignidad que no tiene valor ni precio, que no se puede conseguir en un mercado o en alguna tienda de autoservicio. De amor a la libertad porque sabemos cuanto cuesta obtenerla. De lealtad a lo que creemos, a lo que amamos y por lo que estamos aquí, un verdadero cambio, por el cual daremos todo para llevarlo acabo.
Las condiciones precarias en las que vivimos los mexicanos, son el resultado del silencio de las voces que fueron ahogadas por amenazas y, que prefirieron apagar la luz de la esperanza y hundirse en una densa oscuridad de la injusticia y de la impunidad. Siendo por su puesto los más perjudicados, aquellos a los que se les hace creer que son los más débiles e ineptos: el pueblo.
Aparentes líderes que pertenecen al pueblo se levantan, mas cuando llegan al poder se olvidan a que fueron realmente llamados. Hoy por hoy, aquel que se dice ser presidente no es más que alguien que debería de estar sirviendo a los mexicanos. Pero esto no es así, y la toma de decisiones que ha venido haciendo son muestra legible de que sí vela por los intereses, pero no del pueblo a decir verdad, sino de los potentados, de los que viven a costa de los que realmente trabajamos.
Si hoy preguntarán qué es lo que deseamos los mexicanos, muchos de nosotros contestaríamos un cambio. Pues bien, hoy está en nuestras manos hacer que este cambio sea una realidad y no tan solo una ilusión.
Vasta ya de agachar la cabeza ante seres que son iguales a nosotros. Que están en grandes puestos no porque llegaran de la mejor forma y limpiamente, sino pisoteando nuestros derechos, nuestra libertad, nuestra dignidad de mexicanos. Vasta de besarles la mano y pedirles permiso para reaccionar ante sus crueles ataques. Vasta de tentarnos el corazón y velar por intereses que no nos benefician a nosotros, todo lo contrario, solo los hacen nadar más y más a ellos en grandes cantidades de capital, mientras que el pueblo se muere de hambre.
Primero imponen a un “presidente” por medio de un fraude. Ahora es su deseo apropiarse de lo que le pertenece a los mexicanos. A base de mentiras buscan que la gente nuevamente sea reprimida, que guardemos silencio ante lo que nuestros ojos perciben. Disfrazan sus fechorías con un aparente beneficio para nosotros, cuando atrás de su careta de bondad se esconde un ser sin escrúpulos ni dignidad que seguirá haciendo todo lo necesario para abonar a sus bolsillos una mayor cantidad de bienes y de dinero.
Una cosa queda clara, si nosotros no pensamos en nosotros y no hacemos algo por nosotros, nadie lo hará. Si no tomamos hoy la decisión de levantar la voz ante las amenazas y nos armamos de valor para evadirlas, siempre viviremos a expensas de otros. O será simplemente que nos gusta comer de la mano de los poderos, o peor aun, nos gusta esperar que caigan las migajas de sus mesas repletas, cuando merecemos tener un lugar especial es éstas.
Ha llegado el momento en que la fuerza ciudadana una fuerzas y demuestre de que estamos hechos. De compromiso no solo con nosotros mismos, sino con nuestro país. De una dignidad que no tiene valor ni precio, que no se puede conseguir en un mercado o en alguna tienda de autoservicio. De amor a la libertad porque sabemos cuanto cuesta obtenerla. De lealtad a lo que creemos, a lo que amamos y por lo que estamos aquí, un verdadero cambio, por el cual daremos todo para llevarlo acabo.
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