Recordando lo que hace un año escribía para el aquel entonces espacio Sonríe vamos a ganar y que desde el 20 de noviembre lo transformamos a Revoluciones:
El aire frió matutino de las 8:30am. El tan anunciado domingo 30 de julio había llegado. Amanecía junto al sol un cúmulo de esperanza y de fe en todo el territorio nacional. Mi rostro frente al espejo y al igual que muchos mexicanos, una sonrisa de alegría, la seguridad de ser lo doble en esta convocatoria es evidente. Los pequeños con globos y también cada uno con su cartulina y hasta mochila con distintas leyendas contra el robo a los mexicanos. Más y más personas se suman a la lucha por la democracia. Al salir de mi hogar, lo hago seguro de que me dirijo a otro, quizás a uno más nutrido, uno que me hará vibrar con mayor intensidad.
Sí, el zócalo que requiere un segundo piso porque ya no cabemos, ese lugar que ha sido testigo de muchas celebraciones cómicas de independencia por parte de presidentes nefastos y ladrones; ese lugar que ha cobijado numerables sucesos históricos, ahora se pronunciaba a favor de escribir nuevas páginas en los libros de historia. De esquina a esquina, de lado a lado, de norte a sur, todos los mexicanos entraban y colmaban la Plaza de la Constitución. El Museo de Antropología, el Tlaloc que da a Reforma, eran testigos de la reunión de cientos y miles de mexicanos y desde ahí hasta el centro del país empezaban a lanzarse cientos de consignas.
Por un momento se unificaban todos los procesos históricos, todos los héroes y toda la sangre vertida para que hoy tengamos patria, sí, la tenemos, dividida y dañada, pero es nuestra. En este domingo el objetivo, era y seguirá siendo, la defensa de la democracia, vamos a unir y transformar al país. A las 11am y desde minutos antes, ya mucha gente se dirigía al zócalo y la avenida de las Marchas o la avenida de las Asambleas, que es la misma avenida Reforma, parecía también vibrar al unísono con cada paso dado por los mexicanos dispuestos a defender con todo el voto sufragado el domingo 2 de julio.
No, no hay fuerza humana o poder partidista que haga latir tanto el corazón de la gente, que permita surgir tanto ingenio y creatividad como el 30 de julio se pudo observar. No hubo paga a ninguno para asistir, no hubo acarreos, porque el corazón de un mexicano que ama a su país no tiene precio, no hay manera de inyectar algo material para motivar a más de 3 millones de personas que asistimos en representación de todos los mexicanos honestos del país. Es ahí, entre consignas, bellos rostros de mujeres y hombres unidos en una sola voz, donde pude notar que el capital humano de México es el más rico que puede haber en todo el mundo. Miremos al resto del mundo y con respeto notemos como en otros lados las fracturas incitan de inmediato a la violencia. En nuestro caso los brotes de violencia no se han dado, quizás provocaciones sí, pero no se ha caído en ellas, porque el sentido humano de los mexicanos es grande, es amplio... bien lo dice nuestro himno: “un soldado en cada hijo te dio”. El buen soldado antes de ir a las armas apela al sentido común, a la razón.
Y aprovechando que hablamos de soldados. El pueblo mexicano demandaba al ejército no tolerar al gobierno corrupto, mentiroso, vil y sucio de Vicente Fox. Es un llamado de todo corazón a que sirvan al pueblo, finalmente para eso existen y no para defender los intereses de una minoría. Otra venda que se va quitando de los ojos, fue notorio con los reclamos a la Iglesia Católica, la invitación de que no se tome en vano el nombre de Dios y se juegue con el Cristianismo. Aparecían las cartulinas con la frase “y no me importa que me excomulguen por defender mi voto”. Sí, vale más el país, el bienestar común, que una doctrina torcida y acomodada para tapar las porquerías de pederastas y rateros, entre ellos incluido el FECAL.
Entre la gente las lágrimas rodaban porque no era un papa católico el que aparecía, no era un cantante de gran renombre, ni un artista con más de 20 filmes de lujo, ni siquiera un semejante a los presidentes que hemos tenido. No, esta ocasión hacia acto de aparición el presidente que elegimos el 2 de julio: Andrés Manuel López Obrador. Junto a él, su mirada de paz, confianza y alegría. Esto nos hizo a más de uno, quitarnos el sombrero para abrir paso al dirigente de nuestro movimiento, un hombre que no se obsesiona con llegar a la presidencia, no es cuestión de cargos, sino que se pone antes de manifiesto el deseo de defender la voluntad del pueblo, la libertad de elegir a los gobernantes: la democracia de México. El sol por momentos se niega orquestar la sinfonía humana de los mexicanos, pero finalmente va de la mano nuestra, lo gris del cielo pasa de largo y un cielo iluminado crea un brillo especial y miré en cada gente, en cada mexicano, un tesoro propiedad de la nación.
Sr. Presidente López Obrador al micrófono y era notorio el deseo de escuchar más información por parte de la gente. Los mexicanos más que escuchar con los oídos, escuchábamos con el alma pues era decisivo lo que se iba a proponer. Luego de darle una rápida y eficaz lección a Fox, de cómo ser guardián de la democracia, López Obrador señaló que no debemos de confiarnos, pues el gobierno sigue haciendo presión sobre los siete magistrados del TRIFE y es evidente que nuestra lucha no ha de terminar con el fallo que ellos den. Hay la posibilidad de que el fraude se consuma desde los lugares más recónditos del Estado anti-mexicano.
Es entonces donde las acciones sabias, las decisiones sensatas y el apoyo del pueblo tienen cabida especial. El movimiento no se ha de tornar violento, tan es así, que AMLO expresó una sincera disculpa a nuestros compatriotas que votaron por otro partido, que quizás interpretan de manera diferente la realidad inmediata, pero que no dejan de ser nuestros hermanos de nación. Eso es un modelo digno a seguir, respetar y dar lugar a todos, aún a los que no nos apoyan directamente. Son tantas cosas que narrar, tanto que decir, que el tiempo se nos iría y tendríamos que dar lugar al testimonio de cada persona que asistió, pero estoy seguro que AMLO nos da muestra de lo que es democracia, al proponer los 47 campamentos no lo hace imponiendo, sino preguntando y el pueblo con arrojo y seguridad clamó: ¡sí!
El voto por voto, casilla por casilla, ahora melodía en la conciencia de chicos y grandes, seguía y seguirá estando presente aún en los sueños de Fox, si es que puede conciliar el sueño. Aún en la sopa de letras que digiera el FECAL, si es que come eso o solo le gusta probar monedas y billetes; aún en cada lugar donde vayan y se reúnan empresarios traidores, ahí les ha de seguir la demanda madre: ¡voto por voto, casilla por casilla!. Sí, el viento es un aliado más, la madre naturaleza sabe que si pasa por territorio mexicano debe apoyar a los suyos.
Sí, damas y caballeros, hemos presenciado la tercera asamblea informativa y el comienzo de la asamblea permanente, hemos sido invitados a hacer labor social. Porque el México distinto, nuevo y transformado lo comenzaremos a construir dándole a los más necesitados lo que necesitan, poniendo en marcha nuestro anhelo expresado en las urnas, el llamado a hacer arte, cultura, labor social, es algo que estremeció todo lo que hoy soy.
En septiembre ingreso a la universidad y en dos o tres días de agosto tendré que hacer trámites, pero el resto de mis días, de mis horas, de los instantes de mi vida, ese tesoro que se que soy, es para México. Para que mis hijos y mi futura señora, si Dios me da la dicha de formar un hogar, tengamos un mejor lugar para vivir. Es posible sacar adelante al país, es la meta del Sr. Presidente AMLO, es nuestro objetivo hermanos mexicanos:
¡Viva México, viva la democracia!
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