Por: Julio Pomar
La sucia lucha que sostiene el Grupo México (de Germán Larrea Mota Velasco) contra el Sindicato Minero, encabezado por Napoleón Gómez Urrutia, asume nuevos perfiles. Cada vez, conforme se conocen más pormenores del asunto, se perfila quién o quiénes son los verdaderos responsables de ese enfrentamiento, y todo acusa al industrial Larrea Mota Velasco a que él es el culpable del terrible conflicto. Con campañas de prensa y radio y TV mentirosas, como le corresponde a un empedernido empresario quien tiene por divisa y “valor” máximo el Becerro de Oro, Larrea y los directivos de su empresa, así como los funcionarios públicos a quienes ha “maiceado” conveniente y jugosamente, son los autores intelectuales y materiales del desgarramiento que se vive en este sector, muy importante, de la economía nacional.
Desde la tragedia de Pasta de Conchos, en febrero de 2006, en que murieron 65 mineros y fueron heridos 10 más, ha estado lanzada esa campaña de ataques contra el sindicato minero y sus dirigentes legítimos, encabezados por Napoleón Gómez Urrutia. En complicidad con el gobierno de Vicente Fox y su esposa Marta Sahagún, trataron de hacer creer que los dirigentes sindicales habían malversado 55 millones de dólares, cuando la realidad es que el Grupo México se negó durante 15 largos años a pagar esa obligación legal, y no fue sino hasta entonces, quince años después, que el Sindicato pudo recibir esos recursos absolutamente legales convenidos en 1990.
Se ha puesto en claro que esos tan cuantiosos recursos pertenecen únicamente al Sindicato Minero, lo cual fue dictaminado por el juez que vio el caso de incumplimiento de Larrea Mota Velasco de ese compromiso por el cual entró en posesión plena de sus empresas. Pero Larrea, a través de sus “campañas negras” ha tratado de hacer creer que esos fondos les pertenecen a algunos trabajadores y para ello ha comprado voluntades y atizado las supuestas reclamaciones de esos presuntos trabajadores para completar su maniobra.
La prueba de todo ello es que esos recursos siempre han estado en las cuentas del Sindicato y nunca en ninguna cuenta personal o familiar. La verdad, en cualquier ámbito de la vida, acaba por imponerse, y en este caso esta es la verdad. Y ésta ha sido apoyada y sustentada con alegatos jurídicos y hechos que los trabajadores mineros han aprobado. De no haber sido así, es muy difícil creer que este gremio, de suyo aguerrido y recio, reconocido mundial y nacionalmente como tal, hubiera podido aceptar cuentas amañadas de sus dirigentes para escamotearles su justa propiedad, a través del Sindicato que los agrupa.
Los trabajadores mineros han acusado a Germán Larrea Mota Velasco, tanto como a sus seguidores y cómplices, de ser los verdaderos responsables de ese engaño y fraude maquinado, así como de los daños infligidos al Sindicato, por lo cual, afirman, merecen todo el castigo y el peso de la ley, deben estar en la cárcel. Esto se agrava con el hecho de que ni Larrea ni Grupo México han querido invertir uno o dos millones de dólares, antes para evitar el estallido de la mina de Pasta de conchos, y después para rescatar los cuerpos de los trabajadores inmolados en ese homicidio industrial, porque se conocería la verdad sobre la negligencia empresarial y su responsabilidad en el homicidio. Se vería, entre otras cosas, que los túneles de trabajo de la mina Pasta de Conchos no contaban con los “ademes” adecuados para soportar el peso de la estructura de la mina, por negligencia o “ahorro” de los industriales.
La verdad se abre paso, y en este caso a pasos raudos. Ahora le corresponde a la administración pública de Felipe Calderón y a su ajetreado secretario del Trabajo, Javier Lozano, demostrar que creen y practican el estado de derecho, y que esta no es una simple pose demagógica.
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