Fue posible en gran parte a la razón, que las virtudes cristianas se transformaron en virtudes laicas; los ilustrados nunca hablan de caridad (amor al prójimo por amor a Dios), sino que emplean la palabra filantropía (amor al hombre por el hombre mismo). El carácter no religioso de la Ilustración se nota también en las lecturas de la época: en el siglo XVII los libros que más se editaban eran las vidas de santos y las obras de piedad; en cambio en el siglo XVIII las obras más editadas son de filosofía, ciencias naturales y apenas libros religiosos.
La historia humana cambió y mucho, a partir de ese momento y todavía en la actualidad, seguimos sumergidos en la razón del tiempo de la Ilustración, pues seguimos hablando de progreso, seguimos metidos de lleno en el análisis de los fenómenos diversos y revaloramos las cosas asignándoles nuevos y/o mejores conceptos.
En la ciudad de México -por ejemplo-, el problema que presentamos de falta de agua no era un problema que preocupara a los capitalinos 70 años atrás, como hoy sí nos preocupa. Al razonar sobre este asunto uno entiende que para solucionarlo, en la actualidad vamos a requerir construir métodos diferentes que hace 70 años no existían para resolver conflictos como éste. En la experiencia se van a obtener ideas brillantes, procedimientos más detallados para cuidar el agua, etc.
Concretamente, en el ámbito de la política, veo necesario seguir asumiendo el concepto de la razón como aconteció en la Ilustración. Sin que se consideren las normas ya establecidas como normas perpetuas, que exista más bien voluntad y se razone con el propósito de renovar y modificar las normas que deban modificarse. Las sociedades evolucionan y las ideas que brotan desde la esfera política deben responder a las nuevas necesidades de los pueblos. Ya en otro tiempo la razón ayudó a la supervivencia de la humanidad, no veo el impedimento –y más hoy con Estados o gobiernos laicos – para que podamos desarrollarnos plenamente como individuos y como sociedades, la limitante en dado caso sería dejar de razonar.
La historia humana cambió y mucho, a partir de ese momento y todavía en la actualidad, seguimos sumergidos en la razón del tiempo de la Ilustración, pues seguimos hablando de progreso, seguimos metidos de lleno en el análisis de los fenómenos diversos y revaloramos las cosas asignándoles nuevos y/o mejores conceptos.
En la ciudad de México -por ejemplo-, el problema que presentamos de falta de agua no era un problema que preocupara a los capitalinos 70 años atrás, como hoy sí nos preocupa. Al razonar sobre este asunto uno entiende que para solucionarlo, en la actualidad vamos a requerir construir métodos diferentes que hace 70 años no existían para resolver conflictos como éste. En la experiencia se van a obtener ideas brillantes, procedimientos más detallados para cuidar el agua, etc.
Concretamente, en el ámbito de la política, veo necesario seguir asumiendo el concepto de la razón como aconteció en la Ilustración. Sin que se consideren las normas ya establecidas como normas perpetuas, que exista más bien voluntad y se razone con el propósito de renovar y modificar las normas que deban modificarse. Las sociedades evolucionan y las ideas que brotan desde la esfera política deben responder a las nuevas necesidades de los pueblos. Ya en otro tiempo la razón ayudó a la supervivencia de la humanidad, no veo el impedimento –y más hoy con Estados o gobiernos laicos – para que podamos desarrollarnos plenamente como individuos y como sociedades, la limitante en dado caso sería dejar de razonar.
Introducción Diferencias entre el concepto razón...
Primer apartado Diferencias entre el concepto razón...
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