Frank González
En una conocida publicación venía en la portada un artículo titulado “La ciencia descubre a Dios”. El autor se refería a una serie de científicos que en el pasado se consideraban ateos, pero que han terminado por darse cuenta de que este mundo –y la complejidad de la vida que en él se encuentra- no puede haberse desarrollado por sí solo. Alan Sandage, de cabello blando y 72 años de edad, se preguntó: “¿Por qué existe algo en vez de no haber nada?... Fue mi ciencia lo que me llevó a la conclusión de que el mundo es mucho más complicado de lo que la ciencia puede explicar”.
Resulta que la misma ciencia que mató a Dios está, en opinión de los creyentes, restaurando la fe. Los físicos han tropezado con señales de que el cosmos ha sido creado ex profeso para la vida y la inteligencia. Sucede que si las constantes de la naturaleza…como la intensidad de la fuerza de gravedad, la carga de un electrón y la masa de un protón, fueran infinitesimalmente diferentes, la estructura de los átomos no podría mantenerse, las estrellas no arderían, y la vida jamás habría hecho su aparición (Newsweek, 20 de julio de 1998). ¡Por fin se oye decir a los científicos que tiene que haber un Dios!
¿Estamos ante un nuevo descubrimiento?
No; simplemente, algunos comienzan a reconocer lo que para otros siempre ha sido tan lógico. “Levantad en alto vuestros ojos, y mirad. ¿Quién creó estas cosas? Aquel que saca su ejército de estrellas, llama a cada una por su nombre. Tan grande es su poder y su fuerza, que ninguna faltará” (Isaías 40:26).
Cierta ocasión alguien me dijo que la ciencia está peleada con Dios; francamente considero que no es así. Pero, lo que si creo, es que el hombre se ha empeñado en ser igual a Dios, quizá por esta razón nos hemos esforzado en dar explicaciones o hacer acciones que a lo único que nos llevan es a confesar que Dios es Dios de dioses y Señor de señores.
En una conocida publicación venía en la portada un artículo titulado “La ciencia descubre a Dios”. El autor se refería a una serie de científicos que en el pasado se consideraban ateos, pero que han terminado por darse cuenta de que este mundo –y la complejidad de la vida que en él se encuentra- no puede haberse desarrollado por sí solo. Alan Sandage, de cabello blando y 72 años de edad, se preguntó: “¿Por qué existe algo en vez de no haber nada?... Fue mi ciencia lo que me llevó a la conclusión de que el mundo es mucho más complicado de lo que la ciencia puede explicar”.
Resulta que la misma ciencia que mató a Dios está, en opinión de los creyentes, restaurando la fe. Los físicos han tropezado con señales de que el cosmos ha sido creado ex profeso para la vida y la inteligencia. Sucede que si las constantes de la naturaleza…como la intensidad de la fuerza de gravedad, la carga de un electrón y la masa de un protón, fueran infinitesimalmente diferentes, la estructura de los átomos no podría mantenerse, las estrellas no arderían, y la vida jamás habría hecho su aparición (Newsweek, 20 de julio de 1998). ¡Por fin se oye decir a los científicos que tiene que haber un Dios!
¿Estamos ante un nuevo descubrimiento?
No; simplemente, algunos comienzan a reconocer lo que para otros siempre ha sido tan lógico. “Levantad en alto vuestros ojos, y mirad. ¿Quién creó estas cosas? Aquel que saca su ejército de estrellas, llama a cada una por su nombre. Tan grande es su poder y su fuerza, que ninguna faltará” (Isaías 40:26).
Cierta ocasión alguien me dijo que la ciencia está peleada con Dios; francamente considero que no es así. Pero, lo que si creo, es que el hombre se ha empeñado en ser igual a Dios, quizá por esta razón nos hemos esforzado en dar explicaciones o hacer acciones que a lo único que nos llevan es a confesar que Dios es Dios de dioses y Señor de señores.
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