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27 agosto 2007

TREINTA Y CINCO CENTAVOS, ¡GRACIAS A DIOS!


ÍNDICE POLÍTICO

FRANCISCO RODRÍGUEZ


PARMÍTAME ESTRENAR HOY el nuevo léxico político ya en boga:

¡Gracias a Dios porque el petróleo es nuestro!

Y es que ¿imagínese usted que pasaría ahora, en qué terrible situación se encontraría la economía y la sociedad del país, de no haberse expropiado para beneficio de todos los mexicanos en 1938?

¿De dónde, si no, hurgarían los espléndidos economistas que el Fondo Monetario Internacional nos ha educado para obtener más y más recursos que hagan posible que México funcione tan maravillosamente?

¡Qué bueno, también, el que todos los días haya más y más empleos magníficamente remunerados con lo que es posible adquirir nuevos vehículos, dos, tres, para cada trabajador, y que por tal los mexicanos compren barriles y barriles de gasolina, diesel y gas, no sólo para que "la primera industria nacional" funcione re-que-te-bien, lo mismo para que, tras sesudos estudios, análisis, conferencias bicamerales, consejos binacionales, agendas interplanetarias y hasta encuentros del tercer tipo, quienes desde el Ejecutivo y el Legislativo gobiernan dignamente a la Nación, hayan encontrado que el país se salvará ¡aumentando 35 centavos al precio de cada litro de gasolina!

Si le digo que ¡son unos genios!

¡Dios nos los conserve en el poder muchos sexenios!, diríamos en este Año del Señor, con el lenguaje y comedimiento que es ahora requerido.

¡Qué bárbaros!

Porque, anunciada con bombo y platillo, la ambiciosa, grandilocuente, super-califragilística y espialidosa Reforma Fiscal, ¡qué brutos!, va a concluir en la medida que es bienvenida y aplaudida por las mayorías: aumento al precio de la gasolina.

Idea de verdad brillante. ¿Quién la hubiera imaginado?

A mí, que también soy lego en esto de cobrar impuestos para dar mayor vigor y empuje a las finanzas de la Administración, jamás se me habría ocurrido. Claro. Yo no hice postgrado en ninguna escuela de la Ivy League. Apenas si me he paseado un par de ocasiones ante el cenetario portal del oxfordiano Trinity College, y hace muchos años ya que "Chucho" Silva-Herzog me invitó a la capital imperial, Washington, a ver de lejos una reunión del FMI. Así que, ¿por qué pensar que a mi se hubiese podido siquiera ocurrir una genialidad tal cual?

¡Qué bueno, por eso, que el Fondo nos ha educado tan bien a estos muchachos a quienes pagamos becas con recursos del Banco de México¡ ¡Qué bien nos retribuyen ahora! ¡Que ideas tan maravillosas exponen para nuestro beneficio!

Y es tan grande mi emoción, que permítame no escribir los 35 centavos con número, sino con letras: ¡treinta y cinco, sí, treinta y cinco centavos!, con los que se salvará el país.

Lo invito atentamente a ponerse de pie. A descubrirse la testa. ¡Chapeau! Por favor, hágales hasta una reverencia.

¡Qué buenos gobernantes nos salieron los señores del PRI y del PAN!

Son tan bienhechores, que venciendo nuestro egoísmo, hasta deberíamos clonarnos y exportarlos para que desparramen su bondad en otros pueblos, en otras naciones.

¡Demos gracias a Dios!

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