Traducido para Cubadebate y Rebelión por Antonio González |
MIDLAND, Virginia. - Los datos más recientes del Departamento del Trabajo acerca de la inflación muestran que los precios de los alimentos en los Estados Unidos se elevaron en 4,1 por ciento para el período de 12 meses que concluyó en junio, pero un análisis más profundo de las cifras revela que el precio de la leche, los huevos y otros alimentos básicos de la dieta de los estadounidenses se elevan realmente en el orden de dos dígitos.
Golpeados ya por dos años de aumentos de los precios de la gasolina, los consumidores estadounidenses ahora enfrentan el brusco aumento de los precios de alimentos de los que no pueden prescindir. Este hecho poco conocido puede llegar incluso a explicar por qué, a pesar de las positivas estadísticas laborales, los estadounidenses continúan apesadumbrados en relación con la economía.
En una reunión con a analistas económicos la semana pasada, el presidente Bush desestimó varias encuestas que demuestran que los estadounidenses están descontentos con la economía. El mandatario se manifestó sorprendido de que la inflación sea una de las inquietudes planteadas.
“¿Citan la inflación?” preguntó Bush, agregando que, “Creo que la guerra ha nublado el sentido del optimismo de mucha gente.”
Pero las cifras de la inflación revelan hasta qué punto se está apretando a los estadounidenses de bajos y medianos ingresos.
La oficina de estadísticas laborales manifestó en su informe de junio acerca de la inflación que los precios del huevo son 19,5 por ciento más elevados que en junio de 2006. Durante el mismo período, según el índice de precios de consumo que utiliza dicho departamento, la leche entera aumentó 13,3 por ciento; el pollo fresco 10 por ciento; las naranjas Navel 19,8 por ciento; las manzanas 11,7 por ciento. El precio de los granos secos aumentó 11,5 por ciento, y el del pan blanco estuvo a punto de incrementarse en dos dígitos al registrar un crecimiento de 9,6 por ciento.
Estas cifras se pierden en la tasa de inflación –más general— de todos los bienes y servicios, que registró 2,7 para el mismo período de doce meses. En la economía vista de manera transversal, el aumento de los precios de los alimentos se vio compensado por la baja de los precios de los artículos comprados en los centros comerciales: computadoras, cámaras fotográficas, prendas de vestir y calzado.
Toda eso está bajando de precio, pero los precios de la gasolina han continuado elevándose y los precios de los alimentos han subido —señaló Mark Vitner, destacado economista de Wachovia, un gran banco nacional con sede en Charlotte, Carolina del Norte.
Las personas también van al centro comercial mucho menos que a la tienda de comestibles, así que se les recuerda constantemente que el precio de los alimentos dietéticos básicos han aumentado bruscamente.
¿Por qué están aumentando los precios de los alimentos?
Es en parte debido a los precios del maíz, elevados por los mandatos emitidos por el Congreso en relación con la producción de etanol, que han reducido la cantidad de maíz disponible para el pienso. Es también debido a un enfrentamiento más severo de la inmigración y a una helada tardía en la primavera, lo que ha hecho escasear los trabajadores agrícolas y dañado los cultivos de frutas y vegetales, respectivamente. Y ello se debe al aumento de los costos del combustible diesel que se utiliza para operar los tractores y a los atractivos mercados extranjeros que asimilan la producción de los Estados Unidos.
El último estudio detallado del Departamento de Trabajo sobre los gastos del consumidor, en 2005, arrojó que los estadounidenses gastaron cerca de 12,8 por ciento de sus ingresos en alimentos. Algo más de 7 por ciento de sus ingresos se dedicó a los alimentos en el hogar, y 5,7 por ciento a los alimentos lejos del hogar.
Estos porcentajes sugieren que el aumento de los precios de los alimentos, si bien son incómodos, no desbanca a la mayoría de los consumidores. Pero en el caso de jubilados tales como Jacqueline Wilson, de 60 años, de Upper Marlboro, Maryland, el aumento del precio de los alimentos y el combustible representa una gran tajada de su renta fija. Para mí, cada dólar que gasto importa –manifestó Wilson, frente a un supermercado Giant. “Reduzco... Compro solamente lo que necesito. No lo compro porque esté a 10 por $10, sino con el fin de utilizarlo y de no malgastar mi dinero”.
Al preguntársele su opinión acerca de la economía, contestó, “horrible”.
Desde una perspectiva amplia, la economía no está horrible. El desempleo está cerca del mínimo histórico, y en el segundo trimestre se registró una fuerte tasa de crecimiento de 3,4 por ciento. Pero es para aquellos estadounidenses golpeados por el alza de los precios de los alimentos y la gasolina, y son muchísimas personas. La mitad de las familias de la nación recibe ingresos por debajo de la renta media familiar de cerca de 56 mil dólares. Tres quintas partes de las familias estadounidenses reportan ingresos por debajo de los 70 mil dólares.
En la granja Al-Mara de Midland, Virginia, Jeff y Patty Leonard dirigen una vasta operación comercial de lechería donde cerca de 600 vacas producen 19 mil libras de leche cada día. Plantan cerca de mil acres (unos 4 mil Km. cuadrados) de maíz, de modo que no enfrentan todos los crecientes costos de los alimentos como algunos granjeros. Pero se solidarizan con los consumidores porque los costos de todos los fertilizantes nitrogenados y del combustible diesel se han elevado drásticamente, incrementando los costos de producción en casi 30 por ciento.
Por eso es que nuestro granjero se siente aquí como en casa cuando tratamos de comprar harina de soya, alimento para nuestras vacas y tratamos de mantener nuestros equipos –dijo Patty Leonard. “Puedo entender exactamente que está pasando el comprador”.
Los precios de la leche no se fijan en la granja. Eso lo hacen las cooperativas comercializadoras, que este año han logrado sortear costos de producción más elevados después de varios años con precios funestos que llevaron a los productores lácteos de regreso a los años 70.
Es una especie de realineación del valor real de la leche en el dólar actual –manifestó Patty Leonard. “La leche ha sido barata durante muchísimo tiempo.”
La globalización también explica el aumento de los precios de la leche. Australia, uno de los exportadores principales de leche, está enfrentando una sequía, y los gobiernos europeos están retirando los subsidios a los productos lácteos. De tal modo, los granjeros de los Estados Unidos, ayudados por un dólar débil, están interviniendo para hacer frente a la creciente demanda de productos lácteos en China y la India. Todo ello ha reducido la oferta en el país y en el extranjero, provocando una elevación de los precios.
El consumo per cápita diario de leche en los Estados Unidos es el más alto que haya habido desde 1987 –dijo Chris Galen, vicepresidente de la federación nacional de productores de leche, señalando la creciente demanda de queso, producido a partir de la leche, en los Estados Unidos. “Los estadounidenses están consumiendo más queso que nunca antes – no sólo en volumen sino per cápita”.
Para producir más leche, o para criar más pollos que pongan más huevos, los granjeros necesitan maíz para pienso y otros productos para la alimentación de los animales. Pero los precios del maíz se han disparado durante el último año, pues el Congreso fomenta la producción de etanol, un combustible renovable hecho a partir del maíz. Los campos que antes producían soya ahora están produciendo maíz, y ello ha provocado el alza del precio del grano de soya, ya que éste escasea.
El centro de la Iowa State University para el desarrollo agrícola y rural sacudió al sector agrícola con anterioridad este verano con un informe donde se espera que los productores de maíz fijen los precios a 4 dólares la fanega de aquí a 2010, cerca del doble de lo alcanzado por el maíz hace dos años.
Probablemente veamos la subida de estos precios durante un tiempo bastante largo y su estabilización, quizás, pero sin volver a los 2 dólares la fanega de maíz –señaló Jacinto Feitosa, codirector del centro en Ames, Iowa.
McClatchy Newspapers 2007
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