Por: Gerardo Fernández Casanova
El mes de la Patria se presenta pleno de oportunidades para la exhibición del carácter ilegítimo y fraudulento del auto proclamado presidente del empleo. Entre fiestas patrias y plazos legislativos, el escenario resulta inmejorable para la confrontación entre la supuesta legalidad y la cierta legitimidad.
1.- Informe presidencial.- Antaño ceremonia de alabanzas al gobernante en turno, el acto constitucional de informar se pretende usar para el efecto de reconocimiento implícito a la presidencia espuria; la bancada del Frente Amplio Progresista rechaza de manera absoluta la lectura del informe ante el pleno, no obstante la engañosa oferta de debatir. Se mantiene la congruencia con el rechazo al fraude electoral y el desconocimiento a Calderón, quien tendrá que hacer una entrega del documento por la puerta de atrás. De todas maneras, no creo que tenga algo válido qué informar.
2.- Ceremonia del Grito de Independencia.- La tradicional ceremonia de la noche del 15 de septiembre, en la que el presidente repite las proclamas del Cura Hidalgo desde el balcón del Palacio, con la multitud coreándolas en el Zócalo, será renovada muestra del repudio popular a la presidencia fraudulenta. Desde luego es impensable que Calderón intente hacerse presente; hacerlo sería tanto como colocar a la parte femenina de todo su árbol genealógico a expensas de las mentadas del pueblo ahí reunido. Su ausencia será muestra renovada de su ilegitimidad.
3.- Proceso legislativo.- El Congreso inicia el período de sesiones el 1 de septiembre con plazos perentorios para la aprobación de las modificaciones en materia fiscal (no más allá del día 10). La iniciativa del ejecutivo, a juicio de los expertos, sólo tiene carácter recaudatorio con cargo a los más débiles y mantiene los privilegios de los más ricos, motivo por el cual está siendo rechazada por la bancada del FAP. Ni el PAN ni el PRI quieren cargar con el costo político de su aprobación y cabildean para intentar fórmulas que pudieran conciliar una votación menos costosa para sus mermados prestigios políticos. En paralelo se cocina una reforma parcial al código electoral que incluye, entre otros temas, un cierto control a la propaganda mediática, la reducción de los tiempos y costos de campañas y la renovación del consejo del Instituto Federal Electoral, esto último en razón a la pérdida de la confianza por su actuación en el proceso electoral del 2006. Es posible que la reforma electoral se convierta en moneda de cambio para la fiscal, aunque el FAP ha anunciado que su postura es irreductible.
En todo este fragoroso enjuague flota el fantasma del fraude electoral. En la debilidad de ser ilegítimo, Calderón no puede lograr la indispensable racionalidad de los procesos de la negociación política. Incluso el inefable Luis Carlos Ugalde se defiende contra el inminente despido aduciendo que, de aprobarse por el Congreso, se estaría avalando la teoría del fraude electoral y tiene razón; es precisamente por el fraude que se le despide. La pataleta no hace más que confirmarlo.
Lo lamentable del caso es que el costo de la ilegitimidad es cada día mayor, pero lo más doloroso es que quien lo paga sea principalmente el pueblo. El país está atascado en el lodazal de intereses y privilegios que han impedido conducirlo hacia la justicia y la libertad. Da coraje. Tan fácil que hubiera sido el recuento de voto por voto y casilla por casilla. Cualquiera que hubiese sido el resultado, aun la muy remota confirmación de una mayoría de votos para Calderón, el país tendría condiciones de gobernabilidad democrática. No tiene la más mínima autoridad para desgañitarse convocando a la unidad y al diálogo si, en su momento, no tuvo la voluntad del recuento. La derecha y sus medios de comunicación pretenden, propaganda mediante, esconder su impudicia y cargar sobre la izquierda y sobre López Obrador la culpabilidad del anquilosamiento, cuando son ellos quienes, con toda irresponsabilidad, se empecinan en mantener sus privilegios por la vía fraudulenta.
Repito. Tan fácil que hubiera sido el recuento voto por voto.
El mes de la Patria se presenta pleno de oportunidades para la exhibición del carácter ilegítimo y fraudulento del auto proclamado presidente del empleo. Entre fiestas patrias y plazos legislativos, el escenario resulta inmejorable para la confrontación entre la supuesta legalidad y la cierta legitimidad.
1.- Informe presidencial.- Antaño ceremonia de alabanzas al gobernante en turno, el acto constitucional de informar se pretende usar para el efecto de reconocimiento implícito a la presidencia espuria; la bancada del Frente Amplio Progresista rechaza de manera absoluta la lectura del informe ante el pleno, no obstante la engañosa oferta de debatir. Se mantiene la congruencia con el rechazo al fraude electoral y el desconocimiento a Calderón, quien tendrá que hacer una entrega del documento por la puerta de atrás. De todas maneras, no creo que tenga algo válido qué informar.
2.- Ceremonia del Grito de Independencia.- La tradicional ceremonia de la noche del 15 de septiembre, en la que el presidente repite las proclamas del Cura Hidalgo desde el balcón del Palacio, con la multitud coreándolas en el Zócalo, será renovada muestra del repudio popular a la presidencia fraudulenta. Desde luego es impensable que Calderón intente hacerse presente; hacerlo sería tanto como colocar a la parte femenina de todo su árbol genealógico a expensas de las mentadas del pueblo ahí reunido. Su ausencia será muestra renovada de su ilegitimidad.
3.- Proceso legislativo.- El Congreso inicia el período de sesiones el 1 de septiembre con plazos perentorios para la aprobación de las modificaciones en materia fiscal (no más allá del día 10). La iniciativa del ejecutivo, a juicio de los expertos, sólo tiene carácter recaudatorio con cargo a los más débiles y mantiene los privilegios de los más ricos, motivo por el cual está siendo rechazada por la bancada del FAP. Ni el PAN ni el PRI quieren cargar con el costo político de su aprobación y cabildean para intentar fórmulas que pudieran conciliar una votación menos costosa para sus mermados prestigios políticos. En paralelo se cocina una reforma parcial al código electoral que incluye, entre otros temas, un cierto control a la propaganda mediática, la reducción de los tiempos y costos de campañas y la renovación del consejo del Instituto Federal Electoral, esto último en razón a la pérdida de la confianza por su actuación en el proceso electoral del 2006. Es posible que la reforma electoral se convierta en moneda de cambio para la fiscal, aunque el FAP ha anunciado que su postura es irreductible.
En todo este fragoroso enjuague flota el fantasma del fraude electoral. En la debilidad de ser ilegítimo, Calderón no puede lograr la indispensable racionalidad de los procesos de la negociación política. Incluso el inefable Luis Carlos Ugalde se defiende contra el inminente despido aduciendo que, de aprobarse por el Congreso, se estaría avalando la teoría del fraude electoral y tiene razón; es precisamente por el fraude que se le despide. La pataleta no hace más que confirmarlo.
Lo lamentable del caso es que el costo de la ilegitimidad es cada día mayor, pero lo más doloroso es que quien lo paga sea principalmente el pueblo. El país está atascado en el lodazal de intereses y privilegios que han impedido conducirlo hacia la justicia y la libertad. Da coraje. Tan fácil que hubiera sido el recuento de voto por voto y casilla por casilla. Cualquiera que hubiese sido el resultado, aun la muy remota confirmación de una mayoría de votos para Calderón, el país tendría condiciones de gobernabilidad democrática. No tiene la más mínima autoridad para desgañitarse convocando a la unidad y al diálogo si, en su momento, no tuvo la voluntad del recuento. La derecha y sus medios de comunicación pretenden, propaganda mediante, esconder su impudicia y cargar sobre la izquierda y sobre López Obrador la culpabilidad del anquilosamiento, cuando son ellos quienes, con toda irresponsabilidad, se empecinan en mantener sus privilegios por la vía fraudulenta.
Repito. Tan fácil que hubiera sido el recuento voto por voto.
Este texto considero es tan bueno que deberían compartirlo con todos sus contactos o imprimirlo y ponerse a debatir sanamente con conocidos que aún no entienden el momento que vivimos. Recuerdo mucho lo que Sam ayer en audio y textualmente nos dijo sobre el informe: DEBERÍAN DE HACERLO CARA A CARA, FRENTE AL PUEBLO Y NO MONTAR UN SHOW EN SAN LAZARO. Eso es muy cierto desde allí se ve que el pueblo no tiene gobierno sino gerentes que hacen lo que Slim y demás avaros les dicen. ¡Saludos! Y no se desanimen si el espurio habla en la tribuna, es tan enano que sus palabras son de bajo criterio, de baja categoría, de baja lógica... pobre espurio, verán su cara de alcoholico e ilegítimo, ¡¡¡no puede con eso!!!
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