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17 septiembre 2008

El Grito

Laura Itzel Castillo

El pasado 15 de septiembre, Andrés Manuel López Obrador convocó al pueblo mexicano a conmemorar el 198 aniversario de la independencia de México defendiendo el petróleo y la soberanía de la patria. Durante el evento, efectuado en el Zócalo capitalino, dio a conocer un plan para salvar a México en el que plantea tres objetivos básicos: frenar el empobrecimiento y la inseguridad del pueblo; defender el petróleo, y lograr la transformación de la vida pública de México.

Entre las medidas propuestas están: la cancelación al aumento de los combustibles (gasolina, diesel, gas, electricidad), el aumento del presupuesto a las universidades públicas, el otorgamiento de becas a los estudiantes de preparatoria en todo el país, la pensión alimentaria a los adultos mayores, así como la entrega de sus ahorros a los ex braceros.

En el mismo plan se demanda un programa de construcción de obra pública, que contemple vivienda y servicios, y la edificación de tres refinerías. De igual manera, reclama un presupuesto suficiente para el campo mexicano, y cancelar la denominada alianza educativa promovida por Elba Esther Gordillo, quien, entre otras cosas, impulsa el cierre de escuelas normales del país.

Finalmente el plan urge la renuncia de los secretarios de Gobernación y de Seguridad Pública, así como también del procurador General de la República. Estos funcionarios han mostrado ampliamente su ineficacia, pero sobre todo su falta de integridad.

Como es de suponerse, el multitudinario evento encabezado por el Presidente legítimo, Andrés Manuel López Obrador, no existió para las televisoras. Pero es de llamar la atención que en la transmisión de Televisa de nuestras fiestas patrias desde distintas plazas del país, se haya ocultado completamente la información acerca de los sangrientos hechos ocurridos en la ciudad de Morelia, Michoacán, donde perecieron al menos siete personas y hay más de un centenar de heridos. ¿Qué credibilidad pueden tener los medios, si se omite la realidad de nuestro agraviado país?

El pasado 15 de septiembre se cumplieron también 40 años de que, en plena efervescencia del movimiento estudiantil de 1968, Heberto Castillo Martínez diera el Grito de Independencia en el campus de la UNAM, siendo catedrático universitario e integrante de la Coalición de Profesores de Enseñanza Media y Superior pro Libertades Democráticas. Por este motivo el genocida Gustavo Díaz Ordaz le puso a Heberto el sobrenombre de presidentito. Después de ser aprehendido por el Ejército y posteriormente torturado, tuvo que cargar también, entre múltiples acusaciones, con la de usurpación de funciones. Al respecto, es recomendable ver El Grito, documental de aquella época producido por el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC) de la UNAM, dirigido por Leobardo López Aretche.


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