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28 marzo 2008

Agua, problema nuestro de cada día

Sequías, inundaciones y contaminación

Teresa Martínez / Vértigo

“Las autoridades no han atendido con la voluntad política y técnica que merece una crisis hídrica como la experimentada en México”.

La ya grave crisis de disponibilidad de agua que generan la demanda y la contaminación en todo el mundo empeorará aún más debido a las alteraciones originadas por el cambio climático, el acelerado y desordenado crecimiento demográfico, la destrucción de fábricas naturales de agua, así como la contaminación provocada por actividades industriales, agrícolas y sociales, advierten especialistas que subrayan: México no está exento de los graves riesgos de conflicto que la humanidad enfrentará en este rubro a mediano plazo.
Durante la conmemoración del Día Mundial del Agua, el pasado día 22, los especialistas advirtieron que por lo pronto no se vislumbran fórmulas viales para impedir el estallido de serios problemas por la escasa disponibilidad que provocarán estos factores, especialmente en cuanto a la demanda para uso agrícola, lo que afectará de manera importante los ciclos de producción de alimentos.
Ante ello los expertos llaman a adoptar las medidas necesarias no sólo para disminuir el impacto ambiental que genera el calentamiento global, sino incluso a establecer programas públicos encaminados a adaptar la sociedad y comunidades a los riesgos que estos cambios implican.
La advertencia es clara para México: la sobrexplotación de los recursos acuíferos impacta de tal modo que sin acciones para contrarrestar el problema la sociedad será víctima de continuos y graves desastres naturales, como huracanes, fuertes lluvias y asfixiantes sequías.
Déficit
Mientras la población mexicana se cuadruplicó de 1950 a 2005, la disponibilidad natural de agua por habitante se redujo más de cuatro veces, lo que revela un serio problema.
Y es que mientras en 1950 a cada habitante le correspondía un promedio anual de poco más de 18 mil metros cúbicos de agua, en 2000 esa cifra se redujo a sólo cuatro mil 771 metros cúbicos.
Esta situación se agrava si se toma en cuenta que la disposición de este recurso no es homogénea en México: en las zonas norte, centro y noroeste, donde se concentra 77% de la población, se cuenta sólo con 31% del agua del país, mientras en el sur y el sudeste, donde habitan 23% de los mexicanos, está el restante 69% del líquido.
Además, desde 1970 se incrementa el número de acuíferos sobrexplotados, que se ubican principalmente en las regiones con mayor concentración humana.
Los números son claros: en 1975 había sólo 32 acuíferos bajo esta presión, mientras que para 1985 pasaron a 80 y a 104 en 2006, de acuerdo con las Estadísticas del Agua en México, en su edición 2007.
El problema de disponibilidad de recursos hídricos se agudiza también porque no toda el agua es apta para consumo, debido a los niveles de salinización y contaminación. En el primer caso, la intrusión marina y la salinización de suelos y agua subterránea son un factor importante que se registra en 17 acuíferos en Baja California, Baja California Sur, Colima, Sonora y Veracruz, lo cual disminuye de manera importante la cantidad de líquido apto para consumo.
En cuanto a la calidad del agua superficial, las Estadísticas 2007 de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) reflejan que, de acuerdo con el análisis de demanda bioquímica de oxígeno, el agua de 24 de los 443 sitios monitoreados registra alta contaminación, en tanto que en 50 está contaminada. El resto está clasifica como aceptable (78), de buena calidad (112) y excelente (179). De los sitios con agua altamente contaminada y contaminada, 18 se encuentran en la región del Valle de México, 22 en la Lerma-Santiago-Pacífico y once en el Balsas, entre otras.
Contaminación y escasez
De acuerdo con el análisis con base en la demanda química de oxígeno, la Conagua informa que 11% de los sitios analizados tienen agua altamente contaminada; 26.8%, contaminada; 23.8% se encuentran en la categoría de aceptable, 18.9% como con buena calidad y apenas 19.6% de los sitios analizados registran un índice considerado como excelente.
Sin duda uno de los mayores retos para México es incrementar el nivel de tratamiento de aguas residuales, pues la gran mayoría del agua residual es vertida en algún cuerpo de agua, ya sea río o mar.
La cantidad de agua destinada al consumo humano se ve reducida sustancialmente debido a que actividades como la agrícola representan una gran demanda. Muestra de ello es que 76.8% del total de los recursos concesionados para su explotación se destina al sector agrícola, en tanto que 13.9% al abastecimiento público, 5.4% a termoeléctricas y 3.8% a la industria autoabastecida.
Lo peor del caso es que datos oficiales también revelan que, debido a las malas técnicas de riego y la obsolescencia de los equipos, se pierde 60% del agua destinada a la agricultura, por lo que diversos sectores llaman a cuidar los recursos destinados a esta actividad.
La conjugación de todos estos factores, así como el crecimiento de las poblaciones, generan en el país un grado de presión sobre los recursos hídricos de 17%, cifra considerada como de nivel moderado. Sin embargo, las zonas centro, norte y noroeste del país experimentan un grado de presión de 47%, lo cual se considera como fuerte. Las regiones que puntualmente registran una presión extrema son el Valle de México, con 154%; el noroeste, con 87; la región del Río Bravo, con 76, y la Península de Baja California con 75%; el resto de las regiones presentan una presión inferior a 50 por ciento.
Si bien a nivel nacional 96% del agua suministrada se desinfecta, esta sólo llega a 89.2% de la población, lo que evidencia que más de once millones de personas carecen del servicio de agua potable, siendo las zonas rurales y marginadas las de menor cobertura. Esto repercute de manera importante en la salud de los mexicanos, como lo demuestran estadísticas de Conagua donde se observa que la tasa de mortalidad es más alta en las regiones con menor cobertura de agua potable. Los ejemplos son claros: mientras el nivel de eficiencia de cloración promedio es superior a 90%, en Chiapas y Oaxaca es de 74 y 81% respectivamente, lo cual las coloca como las dos entidades con mayor índice de mortalidad por enfermedades diarreicas en menores de cinco años.
La tendencia histórica nacional también lo ha demostrado. Mientras en 1990 la cobertura de agua potable era de 77%, se registraba una tasa de mortalidad de 122 personas por cada cien mil habitantes. En tanto, esta cifra disminuyó a 17.4 personas por cada cien mil habitantes en 2005, cuando se incrementó 89% la cobertura de agua potable.
Fábricas de agua
A pesar de que México firmó los tratados internacionales que lo comprometen a proteger el medio ambiente, los bosques, que funcionan como fábricas naturales de agua, registran graves niveles de deforestación.
Los datos oficiales contrastan de manera importante con los proporcionados por organizaciones no gubernamentales. Mientras la Secretaría del Medio Ambiente reconoce que en 2000 la tasa de deforestación era de mil hectáreas por año, diversos grupos ambientalistas señalan que en México se pierde el doble de lo indicado oficialmente. Lo cierto es que nuestro país ocupa el segundo lugar en deforestación en América Latina y el sexto mundial.
En lo que sí coinciden es en señalar como principales causas de esta pérdida el cambio de uso de suelo —principalmente para usos urbanos y agrícolas—, la tala ilegal y los incendios forestales.
La importancia de los bosques en el ciclo del agua es por demás clave. Héctor Magallón, coordinador de la campaña de bosques de Greenpeace México, explica que en ese hábitat se capturan dos terceras partes del agua que se consume en el país, además de que se evita la erosión de los suelos. Deforestar es el equivalente a perder grandes cantidades del líquido, así como a numerosas pérdidas humanas y de infraestructura.
Futuro de escasez
De continuar con el crecimiento desordenado de la población y el estilo de actividad económica del país, en sólo doce años la situación del agua se tornará más crítica, advierte la propia Conagua.
Incluso afirma que en algunas regiones del país, como el Valle de México, la disponibilidad podría alcanzar niveles de escasez.
Javier Bogantes, director del Tribunal Latinoamericano del Agua —instancia internacional de carácter ético—, explica que el derecho humano al agua de calidad potable y en cantidad suficiente para las presentes y futuras generaciones se vislumbra como la situación más urgente a ser atendida tanto en América Latina como en el caso particular de México.
Bogantes señala que en reiteradas oportunidades diversas autoridades mexicanas manifestaron ante el tribunal su preocupación acerca de la grave situación que experimentan los cuerpos de agua. Sin embargo, también destaca que el problema del agua en Latinoamérica, y particularmente en México, que se asocia con los modelos de producción que suponen un sistema de valores y creencias en el que la naturaleza se reduce a una simple fuente de recursos para la satisfacción de necesidades productivas que, en mayor grado, privilegian los intereses sólo de los grupos económicos más poderosos.
Especialmente México, dice, atraviesa una situación alarmante, agravada por los acuerdos comerciales que incrementan la expansión empresarial por encima de cualquier iniciativa de respeto a la sustentabilidad de los cuerpos de agua. Como un ejemplo claro, expone el caso del río Santiago, en Guadalajara, Jalisco, donde la grave contaminación provocó la muerte del niño Miguel Ángel López, lo que “insinúa una sintomatología que amenaza con adquirir mayores proporciones”.
El tribunal también subraya que algunas veces las autoridades gubernamentales dejan en el abandono aspectos fundamentales de la gestión hídrica, lo cual favorece el lucrativo negocio del agua embotellada. “En este aspecto, las acciones más urgentes que a nuestro modo de ver deberían emprender las instancias de gobierno se relacionan con la programación y ejecución pronta de una verdadera agenda nacional del agua que respete los derechos humanos, la autodeterminación de los pueblos indígenas, la equidad de género y que tome como punto de partida de cualquier política de desarrollo la sustentabilidad hídrica. En términos generales, las autoridades mexicanas no han atendido con la voluntad política y técnica que merece una crisis hídrica como la experimentada en México, en donde millones de personas dependen del abastecimiento del agua privatizada, es decir, embotellada”.
Calentamiento global
Debido al calentamiento global y la presión sobre los recursos hídricos la situación en torno del agua empeora paulatinamente. Al incrementarse la temperatura se presentan alteraciones en la precipitación, principalmente en el norte del país, donde se espera menor frecuencia de lluvias, sequías más recurrentes e intensas y una disminución en el escurrimiento, advierte el investigador y director del Instituto Mexicano de Tecnología del Agua, Polioptro Martínez Austria, en el libro Efectos del cambio climático en los recursos hídricos de México.
“Al incrementarse los requerimientos de agua, en especial de la agricultura, la demanda aumentará, lo que junto con la menor disponibilidad natural configura un escenario de creciente escasez”, advierte el especialista.
Añade que esta reducción en las precipitaciones también impactará en los volúmenes disponibles para generación de energía, por lo que se prevén impactos económicos.
Debido a que se pronostica un incremento en la frecuencia e intensidad de las tormentas tropicales, investigadores como Luis Manuel Guerra, director del Instituto Autónomo de Investigaciones Ecológicas, señalan la necesidad imperante de plantear estrategias y programas específicos de adaptación a los nuevos peligros que implica el cambio climático. De lo contrario, se registrarán numerosas pérdidas tanto de vidas como económicas.
Y es que se espera un incremento del nivel del mar en las costas de México, con lo que diminuye la capacidad de descarga de los cauces y se incrementa la vulnerabilidad de algunas regiones a las inundaciones. Es el caso de las regiones golfo norte y centro, así como la frontera sur, señaladas como muy vulnerables, especialmente en las zonas de desembocadura de diversos ríos. En tanto regiones como el noroeste, el Pacífico norte y la península de Yucatán son vulnerables debido a que existe gran probabilidad de la intrusión salina en acuíferos de agua dulce, lo cual repercute de manera importante en la disponibilidad.
Otras regiones vulnerables a la escasez son la península de Baja California, el noroeste, la zona del río Bravo, las cuencas centrales del norte, la cuenca Lerma-Santiago-Pacífico y el Valle de México.
Sin duda el gran reto para México no sólo es conservar los recursos naturales, como bosques y humedales, para incrementar la generación de agua dulce, sino también modificar y hacer más eficientes los procesos en los que el agua se utiliza, de lo contrario será sumamente costoso llevar el recurso a los lugares de mayor demanda, mientras que los costos de vidas y económicos en las regiones vulnerables a los desastres naturales será mucho mayor.

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