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20 marzo 2008

Demonios amarillos

• Promesas y promesas...
• ¿San Lázaro o Xicoténcatl?


No se puede, mi estimado, aprender todo lo que se necesita por la buena. El gobierno de George W. Bush enfrenta divertidos problemas a escasos meses de las elecciones presidenciales, aunque a últimas fechas el inquilino de la Casa Blanca todavía tiene humor para escupir tonterías que terminan consolidando sus niveles de preocupación. La delicada caída en barrena de la economía estadunidense ya tiene a tirios y troyanos prendidos de la lámpara cósmica, ante la incertidumbre de qué tan lejos se encuentra todavía el fondo.

Porque lo simpático, my friend, es que nadie sabe con certeza a estas alturas del peligroso partido, el tamaño del hoyo negro y el diagnóstico de las seductoras secuelas cuando la pesadilla comience un nuevo capítulo. Del otro lado del aciago contexto, el asunto sobre la guerra en Irak, que ayer cumplió su quinto aniversario con una serie de bulliciosas manifestaciones antibélicas, mantiene a la opinión pública norteamericana convencida, pese a discursillos oficiales, que es tiempo de pintar la raya. Y en medio del caldero político electoral, el candidato favorito de los demócratas, Barack Obama, puntualizó ayer la incongruencia de su rival, Hillary Clinton —quien votó a favor de la incursión—prometiendo que de llegar a la presidencia le pondría final a la delicada guerra.

Y como prometer es por demás sabido que no empobrece, nada mejor que jugar al retozo político de las expectativas ciudadanas en momentos donde el panorama doméstico se ve, literalmente, del nabo. Las promesas de campaña tienen vida por un determinado tiempo porque la realidad discursiva en la calentura electoral, mi estimado, nada tiene que ver con la realidad de llegar a sentarse a despachar los interminables problemas y los colosales imponderables que, cual esqueletos en el clóset, están prudentemente guardados.

El quid es el timing para ventilar el cochinero. ¿Estamos?

Como ingenuo ejemplo está lo que el atónito respetable atestigua entre la fauna de las irremediables lacritas amarillas donde unos están apostando, gracias a las manos de los gobernadores tricolores en la elección para ayudar a los chicuelos de la nueva izquierda, que mejor el proceso completo se vaya al nabo sin escalas. O sea, shuffle.

Sobre todo cuando en el entretenido conteo —detenido de una manera original— en maravillosas entidades arrojó un mayor número de votos que el ocurrente padrón de por sí alterado, y como cerecita del putrefacto show, nada como generar violencia. Y para eso, mi querido lector, algunos mandatarios se pintan solos. Y desatar los demonios terminará por darle en la madre a los perredistas que no necesitan de mucha ayuda en su sangriento festín antropófago.

Aunque in the overall picture, nada mejor que estos días de desmadre generalizado para comenzar una campañita mediática y asociar el color amarillo, el sol azteca, el PRD o whatever con la violencia, con la intolerancia y/o la intransigencia. No importa ponerle nombre y apellido porque eso, my friend, vendrá después.

Vendrá cuando el debate se caliente aún más con el asunto de la mentada reforma energética ante los fascinantes anuncios de López Obrador. Y lo único que quedó bastante claro en varios poderosos escritorios (among some edgy people) hace unos días, es que el movimiento del ocurrente tabasqueño ya prendió. Y no sólo los focos rojos y las alertas, mi estimado, sino que ya prendió. Y el panorama de este 2008 no es igual al de aquel desaforado 2004 o al conflictivo 2006... ¿Me sigue?

Andrés Manuel demostró —pese a lo que vociferen los inconfundibles jilgueros gubernamentales— que les volvió a ganar la calle y que eso de estar acabado, terminado y liquidado era un ameno wishful thinking.

Hoy esa calle se adereza con diversos agravios sociales de políticas y malas decisiones encabezadas por el gobierno de Felipe Calderón, que se cansó de jugar al Tío Lolo con el tema de la reforma energética, se cansó de no ser transparente y de hacer rounds de sombra con el aval de los priistas.

El misil azul, aprovechado por el tabasqueño, sobre el poder de la firma del chico superpoderoso en desgracia pegó en la línea de flotación energética, y Calderón ahora tiene que decidir el nuevo timing del cómo, cuándo y quién presenta su iniciativa. Eso además del atractivo detallín sobre si el reventón será en San Lázaro o en Xicotécantl.

Y lo más importante. Para ese entonces deberá haberle cumplido su fantasy list al PRI de Manlio Fabio Beltrones... o... o... Next?!

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