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21 julio 2008

El presidente reformador...

Por: Alberto Vieyra Gómez

AMN.- Las flamígeras plumas de la prensa de derecha y los lamiscones le han colgado a Felipe Calderón la etiqueta de “presidente reformador”. ¿Pero el inquilino de Los Pinos es realmente un reformador?. ¿Qué ha reformado, que ha cambiado en México?. ¿Ha hecho que todo cambie, para que todo siga igual? ¿Pero a todo esto que es un reformador? Sí nos atenemos al tumbaburros de la Real Academia de la Lengua Española llegaremos a la conclusión de que “reformador es aquel que reforma o pone en debida forma algo”. Como usted puede ver, los estudiosos se quebraron la cholla para llegar a esa sesuda conclusión.

¿Pero que significa reformar?. El mismo diccionario consigna lo siguiente: “Volver a formar, rehacer . Modificar algo, por lo general con la intención de mejorarlo. Enmendar, corregir la conducta de alguien, haciendo que abandone comportamientos o hábitos que se consideran censurables”.

Muy pocos presidentes de México como Benito Juarez Garcia, Lázaro Cárdenas del Río, Plutarco Elías Calles y Gustavo Díaz Ordaz pueden recibir no solo el titulo de reformadores, sino de estadistas. ¿Y que es un estadista? La mejor definición sobre ese tema la dio el ilustre pensador ecuatoriano Rodrigo Borja quien solía decir que los estadistas “son aquellos hombres que tienen la virtud de saber guiar a su pueblo”. ¿Calderón tendrá esas virtudes?.

Carlos Salinas de Gortari es el campeón nacional con 118 reformas a la Constitución de México, Ernesto Zedillo 112 y Miguel de la Madrid 108. ¿Pasaran a la historia como presidentes reformadores de la Constitución que desmanteló al Estado mexicano y lo puso de rodillas ante la globalización imperial?¿Por el solo hecho de que Felipe Calderón busca a toda costa privatizar PEMEX para saldar facturas electorales a los magnates de los grandes consorcios españoles y norteamericanos, se le puede llamar “presidente reformador”? ¿Ese es el nuevo status que se da a los vendepatrias y entreguistas?.

Insisto ¿Es Felipe Calderón un reformador? Su discurso da por hecho que es el “presidente de las reformas”. Hace unos días anunció una revolución educativa y están en puerta las reformas laboral y de telecomunicaciones. Actualmente se discute la “reforma a PEMEX” y ya se aprobaron las reformas al sistema de pensiones del ISSSTE que han desatado una revolución y por las cuales hay más de medio millón de amparos antes la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la de justicia penal y la electoral. Todo esto en un tiempo récord de 18 meses. Si con esto se acredita la calidad de reformador, entonces Felipe Calderón es un gran estadista. Sin embargo, ni el diseño, ni el esquema de negociación, ni el contenido de esas reformas obedece a acuerdos nacionales, sino a auténticas imposiciones, principalmente del PRI. Detrás de ellas no está la transición, sino la restauración del viejo sistema priista y la regresión. Por muchas razones es insostenible la tesis que coloca a Felipe Calderón como un “reformador político”.

Pero reza un refrán “que en la tierra de ciegos, el tuerto es rey”. En México vivimos una profunda crisis económica, política, social y moral. Se acabaron los grandes políticos. ¿Y los estadistas on’tan?. Se gobierna con lo que se tiene o con lo que se puede, y no con lo que se quisiera. Bueno, en está crisis hasta Fox fue presidente de México.

La manera como Felipe Calderón llega al poder no le alcanza para convertirse en un verdadero reformador. “…nadie puede olvidar el origen fraudulento o poco claro como llego a la silla presidencial: un Ejecutivo nacido de un increíble 0.56%” . ¿Ganó las elecciones del 2 de julio? En un amplio sector de la población se mantiene la duda.

Fue declarado presidente electo por un Tribunal Electoral impugnado, cuyos integrantes ya no están en ese órgano jurisdiccional.

Entre los mismos ganadores, la resolución de ese Tribunal generó signos de profundo escepticismo; en la oposición se afirmó la incredulidad; entre no pocos de los perdedores oficiales existen muchas dudas sobre cómo se impuso en el poder a Felipe Calderón. Hasta los niños saben que el 11 de noviembre del 2003 les fue a pedir a los gringos la chamaba de presidente de la República en una reunión con magnates de las empresas petroleras de Estados Unidos, España y México encabezados por el ex embajador Jeffrey Davidow, el la Joya, California. Para no pocos estudiosos, el polémico contrato que Calderón otorgó cuando era titular de energía a la gallega Repsol podría ser la punta del Icberg del fraude electoral del 2006.

Curiosamente, ese oscuro y corrupto convenio con la Repsol se celebró 13 días antes de la reunión con Davidow y compañía.

Todo mundo sabe que fue la gran oligarquía de la derecha mexicana y del Cinturón de la Biblia norteamericana los que sentaron en la silla presidencial a Felipe Calderón después de una sucia y perversa campaña contra su principal oponente del PRD Andrés Manuel Lopez Obrador

Toda la prensa, estudiosos y analistas que no comulgan con la derecha no dudan en afirmar que el michoacano llegó al poder mediante un golpe de Estado electoral. Para Strategos Consultores el asunto es muy simple: “Calderón asume la presidencia de la República en circunstancias excepcionales, con una propuesta heterodoxa para afirmar su endeble liderazgo: la militarización de la seguridad pública y el combate al narcotráfico. ¿De dónde dimana tal espíritu guerrero? Evidentemente de la ilegitimidad..

La militarización es ya una estrategia fallida que, sin embargo, mantiene la popularidad del presidente. Parece una contradicción, pero no lo es. Al faltarle referentes de aceptación, él mismo crea el esquema que le permite posicionarse mediáticamente. El problema no es el Ejército, sino el déficit de legitimidad que se busca remontar con el uso político de las Fuerzas Armadas y con el diseño de un proyecto que pretende colocar a un presidente estructuralmente débil como un gran reformador, lo que parece un abuso retórico y una ofensa al sentido común.

Afirmar que Felipe Calderón es un reformador de instituciones políticas es tanto o más desmesurado que la célebre declaración de Eduardo Medina Mora en el sentido de que, aunque no lo parezca, ellos van ganando la guerra contra el narcotráfico. Todo está dicho en la portada de la revista Proceso de esta semana: destaca una fotografía en la que están los tres iconos de la estrategia militar de Calderón: el general Guillermo Galván Galván, el secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna y el procurador general de la República, Eduardo Medina Mora. En la parte superior se lee: Los Ganadores.

53 por ciento de las personas encuestadas por el periódico Reforma opinan que el crimen organizado va ganando la guerra contra el narcotráfico y sólo 24 por ciento afirma que el Gobierno federal. En este tema que ha sido eje articulador de la legitimidad presidencial durante estos 18 meses de gobierno, se ha instalado una percepción de fracaso gubernamental”.

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