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27 julio 2008

Rehilete

Jorge Zepeda Patterson
27 de julio de 2008

La consulta envenenada

El PRD tiene todo el derecho de hacer una consulta popular sobre un tema tan estratégico como la reforma de petróleos

Un ejercicio ciudadano público imparcial habría sido una extraordinaria forma de mostrarse útil y responsable

El PRD tiene todo el derecho de hacer una consulta popular sobre un tema tan estratégico como la reforma de petróleos. Pemex es demasiado importante para dejarlo en manos de diputados y senadores que inspiran tan escasa confianza.

Lo malo es que el PRD desaprovechara la ocasión para hacer una consulta en verdad ejemplar e histórica. Más allá de las fobias y filias que suele generar Andrés Manuel López Obrador, habrá que reconocerle el mérito de haber obligado a un debate público sobre un asunto que estuvo a punto de resolverse en lo oscurito. Y no es que yo crea que el debate de expertos y protagonistas que vimos y oímos durante meses vaya a cambiar radicalmente el contenido último de la reforma. Es claro que al final lo que tendremos será resultado de una negociación entre los equipos de Mouriño y los de Beltrones. Pero también es cierto que el compás de espera permitió a otros protagonistas e interesados expresarse sobre cada uno de los puntos, lo cual obligará a una negociación más ventilada e inclusiva. Quiérase o no, el mérito es mayormente de AMLO.

Justamente por eso, el PRD y los lopezobradoristas tendrían que haber hecho una mejor consulta. Siendo autores intelectuales del proyecto, no deberían ser los ejecutores. Primero, porque ni siquiera la izquierda mejor intencionada puede confiar en una logística de campo y de cómputo que acaba de ser satanizada por el propio partido, luego de sus desastrosas elecciones internas. Segundo, porque al ser un actor que se ha pronunciado en contra de la apertura, aparece como juez y parte de una consulta que, para ser legítima, necesita mínimos de imparcialidad. Más que apoyarse en alguna ONG y designar a un grupo de intelectuales para medio lavarse la cara, tendría que haber dejado que la encuesta hubiese sido realizada por organismos nacionales e internacionales, o mejor aún, por firmas privadas especializadas.

Los críticos de AMLO dirán que al tabasqueño no le interesaba la legitimidad del procedimiento sino la contundencia del resultado. Aciertan y desaciertan a la vez. Como es previsible, la consulta rechazará la reforma y eso ofrecerá una justificación política para realizar movilizaciones contra la aplicación de la reforma. Pero por lo mismo, se necesitaba de un resultado que gozara de cierta credibilidad en círculos más amplios para tener el apoyo moral de muchos indecisos que podrían haberse convencido gracias a una consulta más verosímil.

La consulta de hoy no hace sino encasillar a los fuerzas políticas en sus respectivas trincheras. ¿Qué habría pasado si un comité de tres o cuatro empresas encuestadoras, designadas para el operativo, hubiesen arrojado un resultado inapelable? Ciertamente AMLO habría corrido el riesgo de ganar o perder. En el fondo, estoy convencido de que habría ganado en cualquiera de los dos casos.

El país requiere alternativas frente al obsesivo control que ejercen las cúpulas. Una sociedad tan desigual como la nuestra requiere un lopezobradorismo de oposición sano y activo. De otra manera, el sistema político no podrá procesar las rupturas. Pero no se conseguirá mientras se siga predicando a los conversos y enajenándose el favor de muchos ciudadanos comunes y corrientes. Una consulta pública imparcial habría sido una extraordinaria forma de mostrarse útil y responsable. Lamento que no se haya aprovechado la ocasión para darle más legitimidad y fuerza a los ciudadanos que hoy ejercerán su derecho para expresarse y, de ser el caso, disentir. Un ejercicio interesante, pero aún perfectible e insuficiente.

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