No había subido notas por mis largas jornadas de trabajo, sí, yo si trabajo aparte de postear, no soy privilegiada como Samito, ja ja ja, no, de verdad me asombra que teniendo tantas ocupaciones el Sam le siga manteniendo el ritmo al blog, que al menos en mi nuevo empleo que tiene cierta relación con el mundo de informática ya checan diario el blog y soy famosa!!! Bueno ahora si en materia, EUA sigue hundiendose aunque muchos no lo quieran reconocer así...
Un doble atentado causa al menos 14 muertos y 90 heridos en Bagdad
Mubarak traslada su apoyo al presidente Maliki, quien se encuentra en Egipto para coordinar los preparativos de la cumbre internacional sobre Irak
Un doble atentado con coches bomba causó ayer 14 muertos en Bagdad en una jornada en la que las autoridades egipcias brindaron al primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, un importante apoyo. Maliki, que llegó ayer a El Cairo, se reunió con el presidente de Egipto, Hosni Mubarak, con quien trató durante 45 minutos sobre la situación de su país y los preparativos de la conferencia internacional sobre Irak , prevista para los días 3 y 4 de mayo en la ciudad costera egipcia de Sharm el Sheij.
Por la mañana, dos coches bomba estallaron de forma simultánea cerca de una comisaría, en un barrio mixto al suroeste de la capital. Seis policías figuran entre los 14 muertos ocasionados por el ataque, en el que también resultaron heridas 90 personas, 40 de las cuales son policías.
Este nuevo atentado y la ola de ataques con coche bomba que el miércoles originaron 190 muertos en Bagdad se producen pese al imponente dispositivo del plan de seguridad para Bagdad puesto en marcha el 14 de febrero por las tropas iraquíes y estadounidenses.
Además, al menos tres personas murieron y otras diez resultaron heridas tras la explosión de un coche bomba frente a un colegio en el sur de Bagdad. Dos soldados de Estados Unidos han muerto y otros cuatro han resultado heridos en varios ataques registrados en los últimos tres días en diferentes puntos de Irak , mientras fuerzas de la coalición han hallado dos camiones cargados con ácido nítrico en el sureste de Falluja.
En los últimos días se han localizado varios cargamento con este tipo de sustancia química, que, junto al gas cloro, ha comenzado a ser utilizado en los últimos meses por los grupos insurgentes iraquíes como arma para sus ataques.
Recientemente, un alto oficial estadounidense manifestó su «frustración» por no estar en condiciones de prevenir tales actos a pesar del plan, que prevé de aquí a junio el despliegue de 30.000 militares norteamericanos, 25.000 de los cuales se apostarán en Bagdad.
Por su parte, y para tratar de reducir la violencia, el Ejército estadounidense ha empezado a levantar muros de protección en la capital. «Se están construyendo en Bagdad varias zonas residenciales cercadas» para proteger a la población de los «terroristas» y no «dividir la ciudad entre las diversas comunidades», informó el general John Campbell.
«Gran prisión»
No obstante, habitantes del barrio de Adhamiya criticaron esta «segregación», que «no es una solución para enfrentar el fracaso de la seguridad frente a la violencia». Algunos ven en este muro una «gran prisión», mientras que otros estiman que «los comerciantes ya no podrán recibir a sus clientes».
Según el ejército estadounidense, el muro está destinado a impedir que presuntos escuadrones de la muerte chiíes cometan atentados para lograr echar del lugar a los suníes. Además, los norteamericanos también pretenden evitar con la medida que los insurgentes suníes utilicen esa zona como base para sus ataques contra los chiíes.
Virginia Tech: un análisis ideoléxico de una tragedia
La mayoría de las medicinas que se venden en forma de píldoras, recubren una determinada droga, químico o compuesto con una capa de color atractivo y gusto dulce. En español, la sabiduría popular usa esta particularidad para construir una metáfora: “tragarse la píldora” tiene una connotación negativa y expresa la acción de consumir una cosa con la forma o el gusto de otra. Es decir, creer o aceptar una verdad como hecho incuestionable sin ser conscientes de las verdaderas implicaciones. En la tradición literaria, este fenómeno epistemológico se entendía con la metáfora del caballo de Troya, también usado hoy en día para designar virus informáticos. Un ideoléxico puede entenderse como una pastilla que el discurso hegemónico prescribe e impone con seductora violencia. Por ejemplo, el ideoléxico libertad viene recubierto de una plétora de lugares comunes y dulcemente positivos (la libertad, como precepto universal lo es). Sin embargo, dentro de este recubrimiento dulce y brillante se esconden las verdaderas razones de las acciones: la dominación, la opresión, la violencia de los intereses sectarios, etc. El recubrimiento dulce y brillante anula la percepción se sus opuestos: el contenido amargo y opaco.
La tarea del crítico consiste en romper la envoltura, en des-cubrir, en des-velar el contenido de la píldora, del ideoléxico. Claro que esta tarea tiene resultados amargos, como el centro de la píldora. Los adictos a una droga no renunciarán a ella sólo porque alguien descubra las graves implicaciones de su confort momentáneo. De hecho, se resistirán a esta operación de exposición.
Analicemos un ideoléxico común en el discurso dominante del capitalismo tardío: la responsabilidad personal. De entrada vemos que su cobertura es del todo dulce y brillante. ¿Quién sería capaz de discutir el valor de la responsabilidad de cada individuo? Un posible cuestionamiento sería rápidamente anulado por una falsa alternativa: la irresponsabilidad. Pero podemos comenzar problematizando el nuevo falso dilema observando que el mismo adjetivo —personal— de este ideoléxico compuesto anula o anestesia otro menos común y más difícil de apreciar por los sentidos: no se menciona la posibilidad de la existencia de una “responsabilidad social”. Tampoco se habla o se acepta —en base a una larga tradición religiosa— que puedan existir “pecados sociales”.
Vayamos más al centro de un caso concreto: la trágica matanza ocurrida en la Universidad de Virginia Tech. Quienes pusieron el dedo acusador —tímidamente, como siempre— en la cultura de las armas en Estados Unidos, fueron criticados en nombre del ideoléxico de la responsabilidad personal. “No son las armas las que matan gentes —comentó un amigo del rifle en un diario— sino la gente misma. El problema está en los individuos, no en las armas”. La píldora muestra un alto grado de obviedad, pero lleva nuevamente otros problemas: nadie cuestionó cómo podría hacer un desquiciado para matar a treinta personas con una piedra, con un palo o, incluso, con un cuchillo.
Esta lógica se expresa cubriendo una contradicción interna del discurso. Cuando se habla de drogas, se culpa a los productores, no a los consumidores. Pero cuando se habla de armas, se culpa del mal a los consumidores, no a los productores. La razón estriba, entiendo, en el lugar que ocupa el poder. En el caso de las drogas, los productores son los otros, no nosotros; en el caso de las armas, los consumidores son los otros; nosotros nos limitamos a su producción. El discurso hegemónico nunca menciona que si no existiese el consumo de drogas en los países ricos no existiría la producción que satisface la demanda; si no existiera esta calamidad en la ilegalidad tampoco existirían las mafias de narcotraficantes. O su existencia sería raquítica, en comparación a lo que es hoy. Pero como los otros (los productores de los países pobres) son los responsables individuales, nosotros (los productores de armas, los responsables administradores de la ley) estamos legitimados para producir más armas que los otros deberán consumir, para respaldar la ley —y para quebrantarla.
Si alguien, como el asesino de Virginia Tech compra un par de armas con más facilidad y cien veces más rápido con que uno puede comprar un auto, y comete una masacre, toda la responsabilidad radica en el desquiciado. Entonces, se llega a una trágica paradoja: una sociedad armada hasta los dientes está a la merced de los desquiciados que no saben ejercer correctamente su responsabilidad personal. Para corregir este problema, no se recurre a la responsabilidad social, combatiendo las armas y el sistema económico y moral que lo sustenta, sino vendiendo más armas a los individuos responsables, para que cada uno pueda ejercer con más fuerza su propia “responsabilidad personal”. Hasta que vuelve a aparecer alguien excepcionalmente enfermo —en una sociedad de santos los demonios son excepciones muy frecuentes— y comete otra masacre, esta vez más grande, ya que el poder de destrucción de las armas siempre se perfecciona, gracias a la alta tecnología y a la moral de los individuos responsables.
Las fibras de Uribe en EE.UU
El desplante del ex vicepresidente Al Gore, las dificultades frente al TLC y las urgencias del Plan Colombia cambiaron el habitual estilo del presidente Álvaro Uribe.
Desde sus tiempos de gobernador de Antioquia (1995-1997), Álvaro Uribe Vélez parecía invulnerable a los señalamientos de sus detractores políticos por sus férreas estrategias de seguridad y apoyo a las Cooperativas de Seguridad Rural (Convivir). Durante los casi cinco años que lleva al frente de los destinos de Colombia, las mismas acusaciones lo mantenían indemne. Pero los primeros cuestionamientos a su gestión y a él mismo en Estados Unidos, le movieron el piso.
Sólido en las encuestas de favorabilidad ciudadana, reelecto en primera vuelta hace once meses para un nuevo cuatrienio presidencial, enérgico y altivo para enfrentar a sus detractores de las organizaciones no gubernamentales en Europa, incisivo para confrontar a sus rivales políticos o defender a sus segundos, un desplante del ex vicepresidente de Estados Unidos Al Gore, para compartir un escenario de debate ambiental en Miami, lo puso en la incómoda tarea de dar explicaciones no pedidas.
“Jamás he tenido un vínculo con el paramilitarismo. Se ha maltratado mi honra política. Lo que molesta es que mi gobierno está recuperando la ley y el orden”, fueron expresiones del primer mandatario en una inusitada rueda de prensa ofrecida este viernes en Miami, antecedida por otra conferencia de prensa, también inusual y convocada en Colombia horas antes, en medio del escándalo provocado por el debate que el senador del Polo Democrático Gustavo Petro realizó el pasado martes sobre el paramilitarismo en Antioquia.
Veinticuatro horas después del debate de Petro, ante un auditorio de la Universidad Tecnológica de Bolívar, en su estilo habitual pero sin nombrarlo, el presidente Uribe Vélez se refirió al senador del Polo con una certera indirecta: “Yo no habría sido guerrillero de calumnias, sino de fusil. Eso de ser mediocre guerrillero y lucido calumniador dice muy mal de la guerrilla”. El jueves, cuando se enteró que el ex vicepresidente Al Gore no quería compartir escenario con él en Miami, modificó su actitud.
Primero fue el anuncio de la congelación de US$55 millones de la ayuda militar de Estados Unidos al Ejército de Colombia. Después fueron los ecos políticos de la oposición de algunos sectores demócratas al TLC. Pero la gota que rebosó la copa fue la negativa de Al Gore. Por eso, argumentando la defensa de los intereses nacionales, el presidente Uribe, en tono conciliatorio, expresó ayer en Miami que espera que se examine bien el caso colombiano y que exista una mirada más detallada del ex vicepresidente Al Gore.
El talón de Aquiles
En la geopolítica internacional, nadie duda que en medio del tono desafiante de Hugo Chávez en Venezuela y del rumbo reformista que está tomando el gobierno de Rafael Correa en Ecuador, el gobierno de Colombia es el gran aliado de Washington. De hecho, hace apenas un mes estuvo en Bogotá el presidente republicano George Bush y fue claro su mensaje de apoyo. Sin embargo, el debate político en Estados Unidos, por mayorías en el Congreso, levemente se inclina hacia el poder demócrata. Eso cambia las cosas.
En buena medida, política y económicamente, además de su fluida gobernabilidad en Colombia, el bastión de Uribe Vélez ha sido el incondicional apoyo norteamericano. Primero el Plan Colombia y después el TLC. Amplio respaldo a la política internacional contra el terrorismo y el mejor ambiente para alentar el pacto económico, pese a los contratiempos políticos. Por eso, el desplante del ex vicepresidente Al Gore, súbitamente cambió los planes y demostró que el presidente Uribe también tiene un talón de Aquiles.
Sin embargo, en ese complejo ajedrez de relacionarse con Washington, tampoco le faltan los defensores. Prueba de ello es que este mismo viernes, mientras las agencias de prensa se daban gusto informando sobre las explicaciones del presidente Uribe, el vocero del Departamento de Estado de Estados Unidos, Sean McCormack, también públicamente se apresuró a reiterar el apoyo del gobierno norteamericano a Uribe, exaltando de paso los éxitos del Plan Colombia.
McCormack, interpretando la posición oficial de la secretaria de Estado Condoleezza Rice, reiteró su convicción de que “el Gobierno Uribe es serio” y de que sus afirmaciones, en el sentido de que las investigaciones judiciales por el tema del paramilitarismo van a continuar sin importar hasta dónde los pueda llevar la evidencia, son convincentes. En otras palabras, el respaldo del gobierno republicano, pero al mismo tiempo las dudas del sector demócrata. Y ese parece ser el flanco que ha comenzado XXa minar la oposición en Colombia.
Mubarak traslada su apoyo al presidente Maliki, quien se encuentra en Egipto para coordinar los preparativos de la cumbre internacional sobre Irak
Un doble atentado con coches bomba causó ayer 14 muertos en Bagdad en una jornada en la que las autoridades egipcias brindaron al primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, un importante apoyo. Maliki, que llegó ayer a El Cairo, se reunió con el presidente de Egipto, Hosni Mubarak, con quien trató durante 45 minutos sobre la situación de su país y los preparativos de la conferencia internacional sobre Irak , prevista para los días 3 y 4 de mayo en la ciudad costera egipcia de Sharm el Sheij.
Por la mañana, dos coches bomba estallaron de forma simultánea cerca de una comisaría, en un barrio mixto al suroeste de la capital. Seis policías figuran entre los 14 muertos ocasionados por el ataque, en el que también resultaron heridas 90 personas, 40 de las cuales son policías.
Este nuevo atentado y la ola de ataques con coche bomba que el miércoles originaron 190 muertos en Bagdad se producen pese al imponente dispositivo del plan de seguridad para Bagdad puesto en marcha el 14 de febrero por las tropas iraquíes y estadounidenses.
Además, al menos tres personas murieron y otras diez resultaron heridas tras la explosión de un coche bomba frente a un colegio en el sur de Bagdad. Dos soldados de Estados Unidos han muerto y otros cuatro han resultado heridos en varios ataques registrados en los últimos tres días en diferentes puntos de Irak , mientras fuerzas de la coalición han hallado dos camiones cargados con ácido nítrico en el sureste de Falluja.
En los últimos días se han localizado varios cargamento con este tipo de sustancia química, que, junto al gas cloro, ha comenzado a ser utilizado en los últimos meses por los grupos insurgentes iraquíes como arma para sus ataques.
Recientemente, un alto oficial estadounidense manifestó su «frustración» por no estar en condiciones de prevenir tales actos a pesar del plan, que prevé de aquí a junio el despliegue de 30.000 militares norteamericanos, 25.000 de los cuales se apostarán en Bagdad.
Por su parte, y para tratar de reducir la violencia, el Ejército estadounidense ha empezado a levantar muros de protección en la capital. «Se están construyendo en Bagdad varias zonas residenciales cercadas» para proteger a la población de los «terroristas» y no «dividir la ciudad entre las diversas comunidades», informó el general John Campbell.
«Gran prisión»
No obstante, habitantes del barrio de Adhamiya criticaron esta «segregación», que «no es una solución para enfrentar el fracaso de la seguridad frente a la violencia». Algunos ven en este muro una «gran prisión», mientras que otros estiman que «los comerciantes ya no podrán recibir a sus clientes».
Según el ejército estadounidense, el muro está destinado a impedir que presuntos escuadrones de la muerte chiíes cometan atentados para lograr echar del lugar a los suníes. Además, los norteamericanos también pretenden evitar con la medida que los insurgentes suníes utilicen esa zona como base para sus ataques contra los chiíes.
Fuente: Diario Montanes
Virginia Tech: un análisis ideoléxico de una tragedia
La mayoría de las medicinas que se venden en forma de píldoras, recubren una determinada droga, químico o compuesto con una capa de color atractivo y gusto dulce. En español, la sabiduría popular usa esta particularidad para construir una metáfora: “tragarse la píldora” tiene una connotación negativa y expresa la acción de consumir una cosa con la forma o el gusto de otra. Es decir, creer o aceptar una verdad como hecho incuestionable sin ser conscientes de las verdaderas implicaciones. En la tradición literaria, este fenómeno epistemológico se entendía con la metáfora del caballo de Troya, también usado hoy en día para designar virus informáticos. Un ideoléxico puede entenderse como una pastilla que el discurso hegemónico prescribe e impone con seductora violencia. Por ejemplo, el ideoléxico libertad viene recubierto de una plétora de lugares comunes y dulcemente positivos (la libertad, como precepto universal lo es). Sin embargo, dentro de este recubrimiento dulce y brillante se esconden las verdaderas razones de las acciones: la dominación, la opresión, la violencia de los intereses sectarios, etc. El recubrimiento dulce y brillante anula la percepción se sus opuestos: el contenido amargo y opaco.
La tarea del crítico consiste en romper la envoltura, en des-cubrir, en des-velar el contenido de la píldora, del ideoléxico. Claro que esta tarea tiene resultados amargos, como el centro de la píldora. Los adictos a una droga no renunciarán a ella sólo porque alguien descubra las graves implicaciones de su confort momentáneo. De hecho, se resistirán a esta operación de exposición.
Analicemos un ideoléxico común en el discurso dominante del capitalismo tardío: la responsabilidad personal. De entrada vemos que su cobertura es del todo dulce y brillante. ¿Quién sería capaz de discutir el valor de la responsabilidad de cada individuo? Un posible cuestionamiento sería rápidamente anulado por una falsa alternativa: la irresponsabilidad. Pero podemos comenzar problematizando el nuevo falso dilema observando que el mismo adjetivo —personal— de este ideoléxico compuesto anula o anestesia otro menos común y más difícil de apreciar por los sentidos: no se menciona la posibilidad de la existencia de una “responsabilidad social”. Tampoco se habla o se acepta —en base a una larga tradición religiosa— que puedan existir “pecados sociales”.
Vayamos más al centro de un caso concreto: la trágica matanza ocurrida en la Universidad de Virginia Tech. Quienes pusieron el dedo acusador —tímidamente, como siempre— en la cultura de las armas en Estados Unidos, fueron criticados en nombre del ideoléxico de la responsabilidad personal. “No son las armas las que matan gentes —comentó un amigo del rifle en un diario— sino la gente misma. El problema está en los individuos, no en las armas”. La píldora muestra un alto grado de obviedad, pero lleva nuevamente otros problemas: nadie cuestionó cómo podría hacer un desquiciado para matar a treinta personas con una piedra, con un palo o, incluso, con un cuchillo.
Esta lógica se expresa cubriendo una contradicción interna del discurso. Cuando se habla de drogas, se culpa a los productores, no a los consumidores. Pero cuando se habla de armas, se culpa del mal a los consumidores, no a los productores. La razón estriba, entiendo, en el lugar que ocupa el poder. En el caso de las drogas, los productores son los otros, no nosotros; en el caso de las armas, los consumidores son los otros; nosotros nos limitamos a su producción. El discurso hegemónico nunca menciona que si no existiese el consumo de drogas en los países ricos no existiría la producción que satisface la demanda; si no existiera esta calamidad en la ilegalidad tampoco existirían las mafias de narcotraficantes. O su existencia sería raquítica, en comparación a lo que es hoy. Pero como los otros (los productores de los países pobres) son los responsables individuales, nosotros (los productores de armas, los responsables administradores de la ley) estamos legitimados para producir más armas que los otros deberán consumir, para respaldar la ley —y para quebrantarla.
Si alguien, como el asesino de Virginia Tech compra un par de armas con más facilidad y cien veces más rápido con que uno puede comprar un auto, y comete una masacre, toda la responsabilidad radica en el desquiciado. Entonces, se llega a una trágica paradoja: una sociedad armada hasta los dientes está a la merced de los desquiciados que no saben ejercer correctamente su responsabilidad personal. Para corregir este problema, no se recurre a la responsabilidad social, combatiendo las armas y el sistema económico y moral que lo sustenta, sino vendiendo más armas a los individuos responsables, para que cada uno pueda ejercer con más fuerza su propia “responsabilidad personal”. Hasta que vuelve a aparecer alguien excepcionalmente enfermo —en una sociedad de santos los demonios son excepciones muy frecuentes— y comete otra masacre, esta vez más grande, ya que el poder de destrucción de las armas siempre se perfecciona, gracias a la alta tecnología y a la moral de los individuos responsables.
Fuente: Jorge Majfud (Alai-amlatina), escritor uruguayo, es profesor de Literatura Latinoamericana en The University of Georgia, Estados Unidos.
Las fibras de Uribe en EE.UU
El desplante del ex vicepresidente Al Gore, las dificultades frente al TLC y las urgencias del Plan Colombia cambiaron el habitual estilo del presidente Álvaro Uribe.
Desde sus tiempos de gobernador de Antioquia (1995-1997), Álvaro Uribe Vélez parecía invulnerable a los señalamientos de sus detractores políticos por sus férreas estrategias de seguridad y apoyo a las Cooperativas de Seguridad Rural (Convivir). Durante los casi cinco años que lleva al frente de los destinos de Colombia, las mismas acusaciones lo mantenían indemne. Pero los primeros cuestionamientos a su gestión y a él mismo en Estados Unidos, le movieron el piso.
Sólido en las encuestas de favorabilidad ciudadana, reelecto en primera vuelta hace once meses para un nuevo cuatrienio presidencial, enérgico y altivo para enfrentar a sus detractores de las organizaciones no gubernamentales en Europa, incisivo para confrontar a sus rivales políticos o defender a sus segundos, un desplante del ex vicepresidente de Estados Unidos Al Gore, para compartir un escenario de debate ambiental en Miami, lo puso en la incómoda tarea de dar explicaciones no pedidas.
“Jamás he tenido un vínculo con el paramilitarismo. Se ha maltratado mi honra política. Lo que molesta es que mi gobierno está recuperando la ley y el orden”, fueron expresiones del primer mandatario en una inusitada rueda de prensa ofrecida este viernes en Miami, antecedida por otra conferencia de prensa, también inusual y convocada en Colombia horas antes, en medio del escándalo provocado por el debate que el senador del Polo Democrático Gustavo Petro realizó el pasado martes sobre el paramilitarismo en Antioquia.
Veinticuatro horas después del debate de Petro, ante un auditorio de la Universidad Tecnológica de Bolívar, en su estilo habitual pero sin nombrarlo, el presidente Uribe Vélez se refirió al senador del Polo con una certera indirecta: “Yo no habría sido guerrillero de calumnias, sino de fusil. Eso de ser mediocre guerrillero y lucido calumniador dice muy mal de la guerrilla”. El jueves, cuando se enteró que el ex vicepresidente Al Gore no quería compartir escenario con él en Miami, modificó su actitud.
Primero fue el anuncio de la congelación de US$55 millones de la ayuda militar de Estados Unidos al Ejército de Colombia. Después fueron los ecos políticos de la oposición de algunos sectores demócratas al TLC. Pero la gota que rebosó la copa fue la negativa de Al Gore. Por eso, argumentando la defensa de los intereses nacionales, el presidente Uribe, en tono conciliatorio, expresó ayer en Miami que espera que se examine bien el caso colombiano y que exista una mirada más detallada del ex vicepresidente Al Gore.
El talón de Aquiles
En la geopolítica internacional, nadie duda que en medio del tono desafiante de Hugo Chávez en Venezuela y del rumbo reformista que está tomando el gobierno de Rafael Correa en Ecuador, el gobierno de Colombia es el gran aliado de Washington. De hecho, hace apenas un mes estuvo en Bogotá el presidente republicano George Bush y fue claro su mensaje de apoyo. Sin embargo, el debate político en Estados Unidos, por mayorías en el Congreso, levemente se inclina hacia el poder demócrata. Eso cambia las cosas.
En buena medida, política y económicamente, además de su fluida gobernabilidad en Colombia, el bastión de Uribe Vélez ha sido el incondicional apoyo norteamericano. Primero el Plan Colombia y después el TLC. Amplio respaldo a la política internacional contra el terrorismo y el mejor ambiente para alentar el pacto económico, pese a los contratiempos políticos. Por eso, el desplante del ex vicepresidente Al Gore, súbitamente cambió los planes y demostró que el presidente Uribe también tiene un talón de Aquiles.
Sin embargo, en ese complejo ajedrez de relacionarse con Washington, tampoco le faltan los defensores. Prueba de ello es que este mismo viernes, mientras las agencias de prensa se daban gusto informando sobre las explicaciones del presidente Uribe, el vocero del Departamento de Estado de Estados Unidos, Sean McCormack, también públicamente se apresuró a reiterar el apoyo del gobierno norteamericano a Uribe, exaltando de paso los éxitos del Plan Colombia.
McCormack, interpretando la posición oficial de la secretaria de Estado Condoleezza Rice, reiteró su convicción de que “el Gobierno Uribe es serio” y de que sus afirmaciones, en el sentido de que las investigaciones judiciales por el tema del paramilitarismo van a continuar sin importar hasta dónde los pueda llevar la evidencia, son convincentes. En otras palabras, el respaldo del gobierno republicano, pero al mismo tiempo las dudas del sector demócrata. Y ese parece ser el flanco que ha comenzado XXa minar la oposición en Colombia.
Fuente: El Espectador, Panactual
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