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03 abril 2007

>> en pocas palabras << Lectura de "Spring Break"

«Los de Arriba» temen al secuestro y a las devaluaciones. REFORMA (25 Noviembre 2002)

:::[SAM VII]::: Mis amigos en Nueva York me han estado preguntando que les recomiende algún libro para leer durante el “Spring Brake” para conocer mejor la situación de México. Estos son chavos que quieren mejorar su castellano y enterarse de la presente condición socio-económica de México. Me puse a revisar mis notas y encontré esta reseña de un libro de Guadalupe Loaeza. Recuerdo, mi estimado SAM, que me pregunté y ¿porqué no hay una clase media en México? Espero los comentarios de mis amigos después que lean el libro. Se los recomiendo a los lectores de :::REVOLUCiONES:::

El fantasma actual de los ricos mexicanos es el miedo: viven asustados y amenazados, temiendo que los secuestren, que el Presidente Vicente Fox se equivoque o que haya una nueva devaluación en un país donde hay impunidad y corrupción, pero no existe la rendición de cuentas por parte de los presidentes, señala Guadalupe Loaeza.

La escritora y periodista considera que la burguesía mexicana ha vivido "con el alma en un hilo,” "muertos de miedo,” durante los últimos años, lapso en que se han sucedido diversas crisis económicas que les quitan seguridad y garantías para invertir, pues tienen que pagar altas sumas en impuestos y ya no viven en el paraíso terrenal que solían habitar.

"Se dan cuenta que en este país tienen que luchar por mantener su estatus,” insiste.

En "Los de Arriba,” su libro más reciente, editado por Plaza y Janés, que será presentado este domingo en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, Loaeza realiza una crónica de las transformaciones y características que los adinerados nacionales han tenido desde el periodo posrevolucionario hasta el 2002.

"En el libro no voy a quedar muy bien con algunas personas, quienes me verán descastada, muy traidora de clase, exagerada o mal intencionada; pero me interesaba hacer una radiografía de los de arriba,” advierte la autora de "Las Niñas Bien,” "Compro, Luego Existo" y "Mujeres Maravillosas.”

El título del volumen, informa, aparece en un cuento de Carlos Fuentes, pero acepta que en el texto buscó conscientemente realizar un contrapunto con la novela "Los de Abajo", de Mariano Azuela; comenzando con la lista de "Los trescientos y algunos más,” epíteto con el que en los años 40 los bautizó el Duque de Otranto, Carlos López Negrete, cronista de sociales, y concluye con quienes ahora aparecen en las listas de las revistas Forbes y House and Gardens, y en el libro "Ricas y Famosas,” de la fotógrafa Daniela Rossell.

Incluso en el gabinete de Fox aparece un "niño bien,” reconoce Loaeza: el Secretario de Gobernación, Santiago Creel, cuya familia representa a la alta burguesía mexicana y, que la familia Creel–Terrazas eran casi dueños de todo Chihuahua; a diferencia del Secretario de Relaciones Exteriores, Jorge Castañeda Gutman, quien proviene de una familia de hombres de trabajo en el servicio público. [sic]

"Seguramente Santiago Creel tiene muchas presiones de sus amigos, de sus primos, que deben exigirle y eso no es fácil,” advierte la cronista.

Aunque en los periódicos de otras partes del mundo ya no existen secciones de sociales, en México todavía se imprimen e incluso se publican suplementos especiales sobre las fiestas, cócteles y reuniones de la burguesía, explica Loaeza.

"Todo sigue igual. Seguimos igual de provincianos, de aldeanos y de cursis que en los años 30; con la diferencia de que el dinero es un factor fundamental que abre todas las puertas, más que los apellidos, la cultura, los buenos modales y la educación,” opina.

Su obra comienza en la posrevolución, porque los exiliados que partieron con Porfirio Díaz en el barco Ipiranga será tema de una novela que emprenderá próximamente, adelanta, "sobre las familias mexicanas que se fueron a Biarritz, a Nueva York, a París.”

"Los de arriba" se divide en cuatro capítulos que narran distintas épocas, los 30, los 50, los 60 y la actual era de Fox; ejemplificados con un caso particular que hace un retrato y manifiesta lo que Loaeza quiso "decir entre líneas.”

El primer capítulo, abunda la autora, habla de la primera boda del empresario Juan Sánchez Navarro, previa a sus nupcias con Teresa Redo; que de alguna manera fue borrada, pues aunque él asumió con responsabilidad su primera relación, su familia le hizo suprimir dicho episodio en su biografía, de la que se destruyó la primera edición por la hipocresía, los convencionalismos y el miedo al qué dirán, uno de los fantasmas más presentes en estos círculos sociales.

Para el segmento sobre los años 50, tras la Segunda Guerra Mundial, en el México que busca modernizarse bajo el mandato de Miguel Alemán y comienza a importar los patrones del "American Way of Life,” Loaeza describe a las "niñas bien"—cuyas madres aparecen en el primer capítulo—como un poco más liberadas, pero enfrentando conflictos de identidad, portan trajes de baño de dos piezas, pero con culpas.

Ahí se reseña cómo esta burguesía sigue siendo igual de clasista, racista e hipócrita, guardando apariencias en un México igual, pero distinto; y consigna el comienzo de la mezcla entre las clases políticas del poder y el empresariado con la clase social mexicana, describiendo Polanco y la primera boda del empresario Emilio Azcárraga Milmo.

El baile organizado por Johnny Béistegui en Venecia, Italia, sirve a la autora para ejemplificar aquella sociedad, pues invitó a todo el jet-set internacional, costó millones de dólares, fue muy importante en las crónicas sociales de la época, pero no invitó a ningún mexicano; no obstante que dicha familia acumuló toda su fortuna en México, mediante la especulación en el Siglo 19.

Para la década de los 70, en un México más moderno pero con un Gobierno de Gustavo Díaz Ordaz más represivo, 11 meses después de ocurrida la matanza de Tlatelolco en 1968, a la boda de Gustavo, hijo mayor del entonces Presidente, con la hermana de Paulina Díaz Zertuche acudieron todos los sectores de la sociedad mexicana: empresarial, social, político, intelectual, entre ellos el periodista Julio Scherer García (de PROCESO) y varios escritores.

Para el 2000, en que la política está confundida con la burguesía, con los nuevos ricos, como una bola de plastilina todo revuelto, Loaeza relata el caso de Viviana Corcuera y de su familia en Guadalajara, una mujer bella—fue Miss Argentina—con mucha influencia en la burguesía mexicana al convertirse en la candidata a ser la primera dama del Presidente Vicente Fox.

"Al final del libro se concluye que todo sigue igual, pero muy distinto. Es la misma gata pero revolcada", dice Loaeza.

Un perfil de los ricos

MONTERREY. El prototipo del rico es muy ostentoso, posee residencias "impresionantes" con piscinas que cambian de colores, avión particular, pequeños helipuertos y lagos, porque son archimillonarios, señala Guadalupe Loaeza.
"Recuerdo que llegué a la casa de una señora de Monterrey y todo era tan grande que cuando llegamos al comedor y vi el frutero, las uvas parecían ciruelas, las ciruelas eran como toronjas, y las toronjas como sandías. Era como si Botero hubiera pintado esa casa.”
GUADALAJARA. Los adinerados son muy distintos, puntualiza, son más discretos y tienen mejor gusto; excepto si están relacionados con el narco, lo que los hará más ostentosos. En Puebla, prosigue, son más mustios, tienen más pudor para mostrar su riqueza.
CIUDAD DE MEXICO. Las casas de las Lomas, afirma, están amuralladas y sus dueños viven detrás de fortalezas con puertas mecánicas y alarmas, con cercas electrificadas, monitores en los jardines—a los que nunca salen—, tres perros pastores alemanes amaestrados, guardias y escoltas porque "viven con miedo.”
ESTADOS UNIDOS. El rico es mucho más discreto, consciente y ahorrativo; más educado para manejar su dinero y administra menor. "Son muy poquitos los ricos que viven con ostentación,” asegura.
EUROPA. Por ejemplo, los muy ricos de Copenhague, Dinamarca, que tienen castillos y abolengo no cuentan con servicio doméstico ni tienen chofer. "Ellos manejan su coche,” añade.

De voz de la autora

"El rico mexicano es apabullante. Es casi, casi inmoral cómo viven aquí los ricos. El guardarropa de una señora rica de México es gigantesco, no se parece nada al de una rica en Estados Unidos, a menos que nos refiramos a Elizabeth Taylor o a la señora Trump,” finaliza.

"En el libro no voy a quedar muy bien con algunas personas, quienes me verán descastada, muy traidora de clase, exagerada o mal intencionada; pero me interesaba hacer una radiografía de los de arriba.”

"Todo sigue igual. Seguimos igual de provincianos, de aldeanos y de cursis que en los años 30; con la diferencia de que el dinero es un factor fundamental que abre todas las puertas, más que los apellidos, la cultura, los buenos modales y la educación.”

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