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02 abril 2007

No al aborto, a los matrimonios gays, al divorcio, a la unión libre...

Irene Savio y Rodrigo Vera, Proceso 1587

CIUDAD DEL VATICANO.- El pasado 17 de febrero, el Papa Benedicto XVI tenía congregados frente a él a sus 20 nuncios apostólicos designados para América Latina. Los mandó llamar para decirles qué hacer en la conferencia plenaria del episcopado latinoamericano que se realizará en mayo próximo en la ciudad brasileña de Aparecida.

En esta encerrona el pontífice asumió su calidad de jefe de Estado ante sus diplomáticos. Ahí mostró su preocupación por las leyes de los países latinoamericanos que, como México, “se limitan a conceder libertad de credo y culto, pero no reconocen aún la libertad religiosa” plena, se quejó el Papa.

También externó su alarma por la creciente despenalización del aborto, los matrimonios entre personas del mismo sexo y todo lo que afecta a la “vida” y “la familia” en la región.

Enfático, el pontífice alemán instruyó a su cuerpo diplomático en la zona: “La familia merece una atención prioritaria, pues muestra síntomas de debilitamiento bajo las presiones de lobbies capaces de influir negativamente en los procesos legislativos”.

Precisó: “Los divorcios y las uniones libres están aumentando, mientras que el adulterio se contempla con injustificable tolerancia. Es necesario reafirmar que el matrimonio y la familia tienen su fundamento en el núcleo más íntimo de la verdad”.

Los días anteriores –15 y 16 de febrero–, los nuncios habían sostenido prolongadas reuniones previas con el secretario de Estado de la Santa Sede, el cardenal italiano Tarcisio Bertone. El objetivo: llegar a acuerdos para mantener el control de la Iglesia latinoamericana, y cómo influir en la vida política, social y eclesiástica de la región.

Ahí afinaron los lineamientos de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, que se celebrará en Aparecida del 13 al 31 de mayo. Serán trascendentes los resolutivos que salgan de ahí, puesto que marcarán las acciones de la jerarquía por lo menos en los próximos 12 años. Sin duda es el más importante encuentro clerical de los últimos tiempos.

Control burocrático

Con base en las maniobras papales, vaticanistas italianos y expertos latinoamericanos aseguran que la conferencia de Aparecida sólo servirá para que la “burocracia” romana refuerce su control sobre el ya de por sí “domesticado” clero de América Latina, olvidándose de los graves problemas sociales que aquejan a los 600 millones de católicos de la región.

Además, adelantan, Benedicto XVI se valdrá de la conferencia para imponer su línea de “restauración conservadora” que, por lo pronto, ya permitió la reapertura de las misas en latín y con cantos gregorianos.

El pontífice acaba de lanzar otra señal a la Iglesia latinoamericana: su reciente condena a los libros del jesuita Jon Sobrino, uno de los más destacados teólogos de la liberación. Esta condena, asegura a Proceso Sandro Magister, el vaticanista del semanario italiano L’Expresso, “anticipa una de las indicaciones que el Papa dictará a la Iglesia de América Latina, cuyos cuadros dirigentes han sido influidos por el espíritu de la teología de la liberación”.

Agrega Magister que la llamada notificatio, “más que al teólogo, va dirigida a sus numerosos lectores y simpatizantes, entre los que se encuentran obispos, sacerdotes y laicos de Latinoamérica”.

Marco Politi –periodista del diario italiano La Repubblica y autor del libro Su Santidad– señala que la lucha contra la teología de la liberación quedó concluida para el Vaticano, pero ha ocasionado “que las clases más pobres de la sociedad latinoamericana se sientan mejor acogidas por las sectas y sus promesas de rescate social, espacio que antes les ofrecían los teólogos de la liberación”.

Por su parte, el filósofo e historiador Enrique Dussel comenta: “El Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam) ya no expresa el sentir de América Latina, pues es Roma la que le dicta sus consignas. Para Roma, la Iglesia latinoamericana es un simple peón en el tablero europeo, le quitó su autonomía y su espíritu eclesial. Su jerarquía está domesticada.

“Y Joseph Ratzinger, el Papa, piensa primero en Alemania, después en Europa y finalmente en el resto del mundo. Resulta revelador que, para preparar la conferencia de Aparecida, Ratzinger no se haya reunido con los presidentes de los episcopados latinoamericanos. ¡No! Se reunió con sus nuncios.”

–¿Fue una reunión con carácter político, como jefe del Estado vaticano?

–Siempre son políticas estas reuniones. Y ni siquiera convocó a los nuncios como jefe de Estado, sino casi como jefe de imperio.

El autor de Historia de la Iglesia en América Latina, Dussel, refiere que las políticas del actual pontífice “están centradas en temas muy concretos, como son su lucha contra el aborto, el celibato y la homosexualidad, olvidándose de los graves problemas de miseria y explotación de la región”.

Recalca: “Ratzinger insiste en que no se mate a los nonatos. Es muy bonito pedir que nazcan, ¿pero para que después vivan como perros, hambrientos y miserables? Si va a defender la vida, pues que defienda toda la vida; la de los no nacidos y también la de los pobres. Para los trabajadores, un salario miserable es un problema de vida. Pero no, su doctrina es muy unilateral y conservadora, en el sentido más estrecho de la palabra.

“Aparte, la conferencia de Aparecida no despierta ningún interés entre la gente, a diferencia de las anteriores conferencias de Medellín y de Puebla, que en su tiempo provocaron revuelo, grandes debates y tuvieron enormes repercusiones.”

–¿A qué obedece esa falta de interés?

–A que en Aparecida se tratarán sobre todo temas que son importantes para la estructura eclesiástica, pero sin relevancia para el pueblo cristiano de México y Latinoamérica. Es una conferencia que nada tiene que ver con la dureza de nuestra realidad. No le dice nada a la gente.

“Ahí se van a defender los privilegios de la burocracia romana, olvidándose del espíritu cristiano. Es como si Jesucristo hubiera venido al mundo a defender los derechos de sus 12 apóstoles. No, Cristo dijo: ‘Predicad mi doctrina, y tengan cuidado, porque también pueden morir crucificados’. Y se metía entre los pobres a predicar su mensaje profético.”

–¿La jerarquía actual no apoya a estos sectores?

–Sí, pero siempre con una actitud de limosna, jamás luchando contra las estructuras injustas que están produciendo la pobreza.

Para resaltar el control de la burocracia romana, Dussel señala que el Papa llegó al extremo de designar a un italiano para que tomara las riendas de Aparecida. “¿Qué tiene que hacer un italiano presidiendo una reunión de los episcopados latinoamericanos? Anteriormente, era un latinoamericano quien presidía esas reuniones”, comenta.

El historiador se refiere al cardenal Giovanni Battista Re, de 73 años, que tiene una larga carrera burocrática en la curia. Actualmente es prefecto de la Congregación para los Obispos y presidente de la Comisión para América Latina, por lo que tiene el control de la región. Es además miembro de la Secretaría de Estado y de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

El pasado 12 de diciembre, Benedicto XVI designó a Battista Re como presidente de la conferencia de Aparecida; en segundo término, al cardenal Francisco Javier Errázuriz, arzobispo de Santiago de Chile; y, por ser el anfitrión, al cardenal Geraldo Majilla Agnelo, presidente de la Conferencia Episcopal de Brasil.

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