Buscar este blog

02 abril 2007

Un tiempo perdido para México

© El Predicador

Corría la mañana del 1 de abril del 2007.

Gran desconcierto se notaba en los congregados...

Científicos, juristas, teólogos, amas de casa, un cartero, dos niños, una adolescente, y un perro salchicha, hablaban (y ladraban) al mismo tiempo sin lograr ponerse de acuerdo.

El infalible Detective Aníbal González Biestro escuchaba sereno sus quejas.

Esta vez alguien se había pasado de la raya.

Conocía de objetos extraviados, de robos de joyas, dinero, la dignidad e inocencia de muchos niños, la vida de otros, pero este caso era inverosímil.

Habían robado el tiempo de millones de personas.

¡Una hora de sus vidas se había perdido!

- Me levanté como siempre para ir a la congregación el domingo, y llegué una hora tarde -dijo un ama de casa.

- Yo me dormí durante la conferencia, como si me hubiera faltado una hora de sueño -agregó un anciano.

- Descubra al ladrón -gritaban todos.

El detective levantó sus manos pidiendo calma, rascó su barbilla y miró el calendario mientras su inseparable Colita le movía alegremente la cola.

- Caso resuelto -dijo.

- Regresen a sus casas y trabajos, adelanten una hora sus relojes.

- Su tiempo perdido les será devuelto el próximo domingo 28 de octubre, en el horario de otoño.

- Entonces podrán dormir una hora más en el día más largo del año, de 25 horas, llegar antes a la congregación para orar y ayudar a limpiar, leer más tiempo su Biblia y agradecerle a Dios por una hora más de vida.

La gente se marchó satisfecha.

González Biestro murmuró al verse sólo -pobres.

- Les preocupa una hora, mas desperdician sus vidas de cristianos en cosas pasajeras, ocupando minutos y años, en vanidades y deleites de este mundo en vez de ocuparlos en lo espiritual y eterno, sin buscar a Dios en intimidad, seguir sus preceptos ni dedicarle sus vidas como él nos entregó la suya.

- ¿A quién culparán?

- Los ladrones son ellos mismos, por robar el preciado tiempo que el Señor nos presta en su infinita misericordia.

Colita agachó tristemente la cabeza.

González Biestro continuó…

- Yo me pregunto.

- ¿Cuánto tiempo le otorgamos a Dios de corazón, y no por compromiso?

- ¿A cuántos compartimos de nuestro Señor Jesucristo, el único camino para la salvación de nuestras almas?

- Su segunda venida se acerca, como la hora de rendirle cuentas.

- Es momento de dar un giro a las manecillas de nuestras vidas, es hora de ajustar prioridades y actitudes, de ignorar las cosas vanas que nos absorben y atender lo realmente valioso, pues en lo espiritual no hay horario de otoño.

El detective se colocó el sombrero, alzó la mirada al cielo derramando su corazón a Dios y rogó como el salmista.

- Señor, enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría -suspiró.

Le hizo un gesto a su compañero y se alejaron del lugar.

Por vez primera se había enfrentado a algo que no podía resolver.

Este caso había sido para él.

Un tiempo perdido.

Amén.

Dios Te Bendiga.

No hay comentarios.: