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24 abril 2007

Una dura lección

A sus 22 años de edad, Gabriela Guzmán Muñoz ha participado en innumerables marchas de protesta, en las que los mismo apoya a trabajadores del IMSS, taxistas, obreros y campesinos, o sale en defensa de los derechos de los policías.

Con esa finalidad, Gabriela viajó de Jalapa a esta ciudad, para unirse a las manifestaciones de repudio por la presencia de George W. Bush en Yucatán.

"Nunca falta la persona que dice que no tenemos nada qué hacer o que estamos obstruyendo la vialidad. Creo que a esas personas les falta conciencia de que somos una sociedad y que cada sector que es afectado va a afectar directa o indirectamente a los demás", dice.

La noche del 13 de marzo pasado, Gabriela fue detenida junto con más de 40 jóvenes que realizaban una marcha de protesta por la visita de Bush.

Fue una detención arbitraria y violenta de 48 personas en un operativo con características de redada. Discriminación, tortura y otros tratos crueles; retención ilegal, incomunicación, violaciones a debido proceso, al derecho a contar con jueces imparciales y al derecho a la presunción de inocencia, son algunos de los agravios que documentó el grupo Indignación y que se presentan como apartados en su informe.

La marcha realizada esa tarde en el Paseo de Montejo había llegado por la noche al Palacio Municipal. Ante el asombro de quienes protestaban pacíficamente, un grupo de jóvenes no identificados se desprendió del contingente y se dirigió a las puertas del edificio. Después de forcejear con los guardias del ayuntamiento, patearon puertas y rompieron cristales para después salir huyendo.

En su intervención, las autoridades y elementos policíacos cometieron violaciones a los derechos humanos, señaló el grupo Indignación.

"Muchos detenidos no tuvimos nada que ver con los hechos que nos adjudican", señala Gabriela. "Había gente que sólo pasaba cerca de la marcha o que vendía en la plaza grande y fue detenida. Es obvio que en la marcha había gente infiltrada. La mayoría de los que participaron en los destrozos del Palacio Municipal no fue detenida, lo que resulta sospechoso.

"También fue evidente el exceso de violencia de los policías contra los detenidos. Yo vi cómo a un pobre muchacho se le fueron encima como 10 hombres y lo golpearon muy fuerte. También a una amiga que habían confundido con un hombre, porque tiene el cabello corto, la golpearon mucho”, añade.

Añade: "Quiero ser mamá y que mis hijos no nazcan en un mundo injusto. Me asusta que ellos crezcan en un mundo desigual. No podemos ser indiferentes ante los demás. Yo no le apuesto a la violencia, por lo que me manifiesto pacíficamente, y es absurdo que me hayan encarcelado".

Gabriela, quien estudio antropología antes de dedicarse a la música, relata que cuando era niña acompañaba a su mamá a las manifestaciones de protesta en contra de la planta de Laguna Verde en Veracruz, su tierra natal.

"Vengo de una familia de músicos. Mi mamá canta ópera y tengo una gran influencia de la música. Mi papá es afecto a la música clásica y también ha hecho teatro. Yo escogí cantar como una forma de expresar mis ideas”, dice.

Sobre las mujeres detenidas, señala: "La mayoría de nosotras somos muy jóvenes. La más grande tiene 23 años y la más chica es una menor de edad. a la que golpearon mucho, Ella no ha salido de la cárcel porque su mamá no quiere, a pesar de que ya le fijaron fianza. Todos estamos muy preocupadas, porque ni siquiera tenemos acceso a visitarla. Nadie la ha podido ver. De las nueve mujeres detenidas, algunas salieron por falta de pruebas o porque alcanzamos fianza. La primera en salir fue la hija de un militar. Otras aún siguen recluidas”.

Cuenta: "Cuando nos interrogaron, nos hicieron preguntas que no venían al caso. Nos preguntaban: `¿Por qué marchas? ¿Qué piensas de Bush? ¿Por qué dices que es un genocida? ¿Qué piensas de Calderón?. En fin, cosas como así. Nunca nos presentaron pruebas de los hechos por los que nos acusan. En mi caso, las acusaciones sólo se basan en testimonios de policías. Si compara el testimonio de ellos con el mío respecto de mi detención, no coincide en nada. Es obvio que son testimonios inventados, pero es su palabra contra la mía.

"En nuestras declaraciones nos han puesto lo que ellos deciden y no lo que nosotras decimos. Y en los exámenes médicos y revisiones tampoco pusieron todo… Si teníamos ocho golpes, nos ponían menos".

A casi un mes de haber estado recluida en el Cereso de Mérida, Gabriela pudo salir después de pagar una fianza de 37,100 pesos.

Dice: “Los jóvenes debemos aprender y cuidar nuestra forma de manifestarnos, porque esta fue una lección de cómo nos tienden trampas. Fue muy triste ver que en la cárcel las cosas son igual que afuera. La gente que tiene dinero, tiene todo; la gente pobre, no tiene nada. Ni siquiera sabe nada de su caso. Aun en la cárcel hay diferencia de clases, pero esto sólo reafirmó mis convicciones”.

Sigue: "Conviví con muchas mujeres y me interesé en sus casos. Muchas de ellas estaban presas por defender a sus maridos; otras hasta por aborto natural. Una de ellas me contó que se sintió mal, se desmayó y, cuando despertó, su hijo que había nacido ya estaba muerto. Y creyendo que ella lo mató, la encarcelaron. Hay mucha gente inocente ahí, pero a nadie le importa. Entendí que la libertad está en la mente. Mientras estuve ahí no paraba de cantar y de escribir; las rejas no me impidieron hacerlo.

"También me di cuenta de que hay una gran discriminación en los módulos de hombres y mujeres. Ellos tienen más talleres, de carpintería, pintura, dibujo… Inclusive, tienen una alberca. Ellos pueden poner sus hamacas en el jardín y acostarse; nosotras no podemos hacerlo.

“El área de los hombres tiene cafeterías en cada módulo y tienen más variedad de comida, y en el área de mujeres solo hay una tiendita afuera y la comida te la dan aparte sin la variedad de los hombres. A las mujeres las meten a sus módulos a las 19:00 horas que, con el cambio de horario, aún es de día, y a ellos los meten a las 12:00 horas”.

Gabriela cuenta demás que propuso crear una biblioteca y se ofrecíó a organizarla. “Incluso, mi mamá trajo 150 libros de Jalapa para donarlos, pero el director quería que lo hiciéramos sólo en nuestro modulo. Nosotras nos opusimos porque queríamos una biblioteca para todas. Parece que la idea es que nadie lea, aprenda. Entonces, ¿de que readaptación están hablando?".

Gabriela no abandona a sus compañeros aún presos, a los que visita para animarlos y les escribe cartas.

La entrevista concluye, y Gabriela pide acompañarla a unirse a la marcha de protesta, en la que su mamá es oradora. A las puertas del Palacio de Gobierno están quienes no cesan en denunciar los hechos: familias de los detenidos, amigos, representantes de "Indignación" y luchadores sociales, como Mauricio Macosay y Pedro Echeverría, entre otros, que han acompañado a los jóvenes desde su detención.

En el micrófono, Gabriela Muñoz, mamá de Gaby, repudia el arbitrario encarcelamiento de su hija y de los otros jóvenes.

Nota de socorro chablé, apro-cimac. Excelente no tanto por el tema sino por que comunica para que estemos alertas del actuar de este gobierno que es servil a los intereses americanos.

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