1. Los pobres y miserables del mundo, que de manera permanente han sufrido “crisis alimentaria”, ahora sufrirán hambre. Espero que todavía les quede el aliento y la fuerza para decir ¡Basta! y salgan a las calles de la ciudad del campo para defender lo que les corresponde. Han trabajado toda su vida, los han explotado y saqueado y hoy les arrojan una moneda por el imperio para que vean la justicia de los poderosos. Hoy publican: “El Banco Interamericano de Desarrollo, BID, anunció este martes que destinó un programa de 500 millones de dólares para los países de América Latina y el Caribe, con la finalidad de disminuir el impacto del aumento de los precios de los alimentos en la región”. ¡Qué gran cinismo! Después que someten a los países con cuantiosos préstamos y pagos de intereses, después de obligar a sus gobiernos títeres a reducir la inversión social y del campo, después de sacar del mercado a competidores, ahora los EEUU y sus bancos aparecen como salvadores.
2. También los gobiernos títeres repiten el ejemplo yanqui; por eso el domingo 25 apareció el presidente ilegítimo Felipe Calderón, en cadena nacional, para subrayar que “la crisis alimentaria es mundial” y que México no podrá escapar de ella. Le subirá 120 pesos al mes en el subsidio de los más pobres a fin de que se ayuden para pasar la crisis mundial. Muchos mexicanos dijeron: “si esta crisis es mundial entonces nada tenemos que hacer, quizá sólo encomendarnos con dios”. Pero resulta que los gobiernos, por lo menos desde 1982, sí tienen que ver. Su política económica, en vez de solucionar el desempleo y los problemas del campo se dedicaron a castigarlo quitándole inversiones y provocando más desempleo y el abandono de los pueblos para encontrar sustento como braceros en EEUU. Todos los analistas de estos asuntos, guiándose por datos estadísticos, han demostrado que la implantación del neoliberalismo y la privatización llevaron a la profundización de la miseria.
3. ¿Se piensa acaso que en el sistema capitalista se pueden evitar estas “crisis” de producción, de escasez, de especulación, que son medidas que adoptan los poderosos para acumular riquezas mientras la población sufre hambres? ¿Puede el capitalismo existir sin provocar guerras, invadir naciones pobres y sin fabricar armas para vender? No hay que perderse en particularidades que quieren culpar a China, a India, al etanol o al aumento exagerado del precio del petróleo. En estas crisis capitalistas, indudablemente, siempre pierden los explotados, los pobres, los miserables; mientras los grandes consorcios, los poderosos monopolios internacionales obtienen gigantescas riquezas. Detrás de cada “crisis” siempre se esconde alguna jugada que los dueños del capital preparan. ¿Se imaginan cuánto van a sufrir con la escasez o falta de granos como el maíz, frijol, trigo o arroz los señores Bush, Aznar, Slim, Azcárraga, Calderón o Mouriño? ¿Qué mayor golpe se prepara contra el pueblo?
4. Los gobiernos inmediatamente posteriores a la Revolución de 1910/17 mantuvieron una política agraria por lo menos hasta 1942. Alrededor de este año, con la segunda guerra y más tarde con la organización de la ONU con predominio de los EEUU, varios países (en ellos México) iniciaron un proceso de urbanización en perjuicio del campo. En los hechos todo el proceso de industrialización y urbanización de las grandes ciudades mexicanas descansó en el trabajo de los campesinos que sacrificaron los precios de sus productos para impulsar el desarrollo de la nación. Por esa política de abandono del campo en beneficio de la ciudad se inició la migración de la población en esa misma dirección. Sin embargo, aunque ese cambio era definitivo llevó varios años. Pero el cambio que se inició en 1982 fue mucho más violento porque despojó a los campesinos de lo poco que tenían para dejarlos sin nada en beneficio de los nuevos terratenientes. Así que llevan más de 25 años en completo abandono.
5. Apunta el investigador José Luis Calva: “El campo mexicano fue convertido en un enorme laboratorio de experimentación neoliberal. Los programas de “reforma estructural” —aplicados desde el gobierno de Miguel de la Madrid hasta el presente— significaron: 1) la severa reducción de la participación del Estado en la promoción del desarrollo económico sectorial (no sólo cayeron dramáticamente la inversión y el gasto agropecuarios, sino que se suprimió el sistema de precios de garantía); 2) la apertura comercial unilateral y abrupta, realizada durante los años 80 y amarrada en el TLCAN. Desde entonces, el campo no ha vuelto a levantar cabeza. El crecimiento agropecuario apenas alcanzó una tasa media de 1.5% anual en el periodo 1983-2007, inferior al crecimiento demográfico; y las importaciones agroalimentarias brincaron de mil 790 millones de dólares en 1982, a 15 mil 984.5 mdd en 2006; alcanzaron los 19 mil 325.3 mdd en 2007 y superarán los 25 mil mdd en 2008.
6. ¿Puede haber un ejemplo más claro del deterioro del sector agropecuario mexicano que los que nos enseñan los datos duros publicados por Calva? A partir de 1982 la caída del campo ha sido brutal y quien ha provocado ese desplome han sido los diferentes gobiernos que van de Miguel de la Madrid, Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox y Felipe Calderón. Una misma línea económica: el neoliberalismo y la privatización. En lugar de políticas de inversión y atención al campo se dijo que era más barato importar granos que producirlos directamente, puesto que habría que invertir mucho en el campo y los campesinos. Las importaciones de granos básicos (maíz, frijol, trigo y arroz) representaron 30.9% del consumo nacional aparente durante el trienio 2005-2007; las de oleaginosas (soya, cártamo, ajonjolí y semilla de algodón), 93.2%; las de carnes de cerdo y res, 26.6%; y las importaciones agroalimentarias globales ascendieron a 19 mil 325.3 millones de dólares en 2007.
7. La delimitación de las Zonas Metropolitanas de México 2005, según Alejandro Encinas, dan cuenta de que uno de cada tres habitantes de las grandes ciudades vive en situación de pobreza alimentaria y poco más de la mitad vive en pobreza patrimonial; es decir, 5 millones de habitantes de las grandes ciudades no gana lo suficiente para pagar su alimento diario, poco más de 10 millones no satisfacen sus necesidades de educación y salud, y poco más de 20 millones no satisfacen sus necesidades de vivienda, vestido y transporte. Situación que se agrava en el medio rural. Es decir, la situación de miseria, desempleo y desesperación se ha venido agravando cada día y por ello no puede culparse a la crisis alimentaria mundial que ahora es el “chivo expiatorio”, sino a una política económica privatizadora que expropió del campo y de su hogar a los campesinos que ahora deambulan en las ciudades y en los EEUU en busca de ingresos para sus familias.
8. Me parece estar de más seguir dando ejemplos de la miseria alimentaria existente entre más de la mitad de la población mexicana, provocada por las políticas privatizadoras emprendidas en los últimos 26 años. Pero es más grave que la izquierda y los sectores progresistas sigan cayendo en el engaño de que la escasez de granos y la necesidad de introducirlos al país es por la crisis alimentaria mundial. Aunque personajes del gobierno, los empresarios y los medios de información (incluyendo, desafortunadamente, al eterno aspirante presidencial, Cuauhtémoc Cárdenas) sigan llamando a la unidad “para salir juntos de la crisis” y sigan condenando o estando en desacuerdo con los trabajadores que salen a las calles a protestar y exigir, la batalla hay que darla en las calles y las plazas porque a los poderosos les importa un bledo que la población muera de hambre; para lo único que la han necesitado es para exprimirle sudor, energías y sangre.
2. También los gobiernos títeres repiten el ejemplo yanqui; por eso el domingo 25 apareció el presidente ilegítimo Felipe Calderón, en cadena nacional, para subrayar que “la crisis alimentaria es mundial” y que México no podrá escapar de ella. Le subirá 120 pesos al mes en el subsidio de los más pobres a fin de que se ayuden para pasar la crisis mundial. Muchos mexicanos dijeron: “si esta crisis es mundial entonces nada tenemos que hacer, quizá sólo encomendarnos con dios”. Pero resulta que los gobiernos, por lo menos desde 1982, sí tienen que ver. Su política económica, en vez de solucionar el desempleo y los problemas del campo se dedicaron a castigarlo quitándole inversiones y provocando más desempleo y el abandono de los pueblos para encontrar sustento como braceros en EEUU. Todos los analistas de estos asuntos, guiándose por datos estadísticos, han demostrado que la implantación del neoliberalismo y la privatización llevaron a la profundización de la miseria.
3. ¿Se piensa acaso que en el sistema capitalista se pueden evitar estas “crisis” de producción, de escasez, de especulación, que son medidas que adoptan los poderosos para acumular riquezas mientras la población sufre hambres? ¿Puede el capitalismo existir sin provocar guerras, invadir naciones pobres y sin fabricar armas para vender? No hay que perderse en particularidades que quieren culpar a China, a India, al etanol o al aumento exagerado del precio del petróleo. En estas crisis capitalistas, indudablemente, siempre pierden los explotados, los pobres, los miserables; mientras los grandes consorcios, los poderosos monopolios internacionales obtienen gigantescas riquezas. Detrás de cada “crisis” siempre se esconde alguna jugada que los dueños del capital preparan. ¿Se imaginan cuánto van a sufrir con la escasez o falta de granos como el maíz, frijol, trigo o arroz los señores Bush, Aznar, Slim, Azcárraga, Calderón o Mouriño? ¿Qué mayor golpe se prepara contra el pueblo?
4. Los gobiernos inmediatamente posteriores a la Revolución de 1910/17 mantuvieron una política agraria por lo menos hasta 1942. Alrededor de este año, con la segunda guerra y más tarde con la organización de la ONU con predominio de los EEUU, varios países (en ellos México) iniciaron un proceso de urbanización en perjuicio del campo. En los hechos todo el proceso de industrialización y urbanización de las grandes ciudades mexicanas descansó en el trabajo de los campesinos que sacrificaron los precios de sus productos para impulsar el desarrollo de la nación. Por esa política de abandono del campo en beneficio de la ciudad se inició la migración de la población en esa misma dirección. Sin embargo, aunque ese cambio era definitivo llevó varios años. Pero el cambio que se inició en 1982 fue mucho más violento porque despojó a los campesinos de lo poco que tenían para dejarlos sin nada en beneficio de los nuevos terratenientes. Así que llevan más de 25 años en completo abandono.
5. Apunta el investigador José Luis Calva: “El campo mexicano fue convertido en un enorme laboratorio de experimentación neoliberal. Los programas de “reforma estructural” —aplicados desde el gobierno de Miguel de la Madrid hasta el presente— significaron: 1) la severa reducción de la participación del Estado en la promoción del desarrollo económico sectorial (no sólo cayeron dramáticamente la inversión y el gasto agropecuarios, sino que se suprimió el sistema de precios de garantía); 2) la apertura comercial unilateral y abrupta, realizada durante los años 80 y amarrada en el TLCAN. Desde entonces, el campo no ha vuelto a levantar cabeza. El crecimiento agropecuario apenas alcanzó una tasa media de 1.5% anual en el periodo 1983-2007, inferior al crecimiento demográfico; y las importaciones agroalimentarias brincaron de mil 790 millones de dólares en 1982, a 15 mil 984.5 mdd en 2006; alcanzaron los 19 mil 325.3 mdd en 2007 y superarán los 25 mil mdd en 2008.
6. ¿Puede haber un ejemplo más claro del deterioro del sector agropecuario mexicano que los que nos enseñan los datos duros publicados por Calva? A partir de 1982 la caída del campo ha sido brutal y quien ha provocado ese desplome han sido los diferentes gobiernos que van de Miguel de la Madrid, Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox y Felipe Calderón. Una misma línea económica: el neoliberalismo y la privatización. En lugar de políticas de inversión y atención al campo se dijo que era más barato importar granos que producirlos directamente, puesto que habría que invertir mucho en el campo y los campesinos. Las importaciones de granos básicos (maíz, frijol, trigo y arroz) representaron 30.9% del consumo nacional aparente durante el trienio 2005-2007; las de oleaginosas (soya, cártamo, ajonjolí y semilla de algodón), 93.2%; las de carnes de cerdo y res, 26.6%; y las importaciones agroalimentarias globales ascendieron a 19 mil 325.3 millones de dólares en 2007.
7. La delimitación de las Zonas Metropolitanas de México 2005, según Alejandro Encinas, dan cuenta de que uno de cada tres habitantes de las grandes ciudades vive en situación de pobreza alimentaria y poco más de la mitad vive en pobreza patrimonial; es decir, 5 millones de habitantes de las grandes ciudades no gana lo suficiente para pagar su alimento diario, poco más de 10 millones no satisfacen sus necesidades de educación y salud, y poco más de 20 millones no satisfacen sus necesidades de vivienda, vestido y transporte. Situación que se agrava en el medio rural. Es decir, la situación de miseria, desempleo y desesperación se ha venido agravando cada día y por ello no puede culparse a la crisis alimentaria mundial que ahora es el “chivo expiatorio”, sino a una política económica privatizadora que expropió del campo y de su hogar a los campesinos que ahora deambulan en las ciudades y en los EEUU en busca de ingresos para sus familias.
8. Me parece estar de más seguir dando ejemplos de la miseria alimentaria existente entre más de la mitad de la población mexicana, provocada por las políticas privatizadoras emprendidas en los últimos 26 años. Pero es más grave que la izquierda y los sectores progresistas sigan cayendo en el engaño de que la escasez de granos y la necesidad de introducirlos al país es por la crisis alimentaria mundial. Aunque personajes del gobierno, los empresarios y los medios de información (incluyendo, desafortunadamente, al eterno aspirante presidencial, Cuauhtémoc Cárdenas) sigan llamando a la unidad “para salir juntos de la crisis” y sigan condenando o estando en desacuerdo con los trabajadores que salen a las calles a protestar y exigir, la batalla hay que darla en las calles y las plazas porque a los poderosos les importa un bledo que la población muera de hambre; para lo único que la han necesitado es para exprimirle sudor, energías y sangre.
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