· La mayor parte de las veces es confundida con la medicina general, coincidieron especialistas de la UNAM
· Una de las funciones consiste en hacer un diagnóstico fundamentado en el estudio completo del núcleo, donde se incluyen los factores biológicos, psicológicos y sociales, dijo el profesor de la FM, Apolinar Membrillo Luna
· El sistema de salud propicia que los pacientes sean atendidos de forma individualizada, pero se les trata de manera descontextualizada, mencionó la académica de la ENEO, Rosa Amarilis Zárate
Existe un preocupante desconocimiento sobre la salud familiar, pues la mayoría de las veces es confundida con la medicina general. La primera tiene como campo de trabajo a ese núcleo en los aspectos biológico, psicológico y social, poco atendidos por la mayoría de la población, señalaron expertos de la UNAM.
Es el resultado de la interacción dinámica de los miembros de cada hogar y su medio ambiente, susceptible de experimentar cambios en su ciclo evolutivo, con variantes en cuanto a la capacidad para afrontar acontecimientos estresantes y según los recursos o mecanismos protectores con que cuenta. Se trata de la capacidad de ajuste o de adaptación para superar crisis, acudir al apoyo social y vigilar la salud de los integrantes de un núcleo, entre otros aspectos.
De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, hasta 2007, 97.9 millones de personas en México –el 97.7 por ciento de la población total–, se agrupaba en familias con relaciones de parentesco con el jefe del hogar; el resto permanecía sola o en conjunto sin mediar un vínculo familiar.
Las familias nucleares, en donde existe un vínculo consanguíneo, prosigue ese organismo, representan el 74.3 por ciento. Se caracterizan por tener gran presencia de población infantil, 34 por ciento, y adulta, 34.3 por ciento; además de equilibrio en la proporción de hombres. En las no nucleares, por la presencia de otros integrantes sin relación emparentada, tienen más miembros jóvenes, con 29.4 por ciento, y ancianos, 11.8; además hay ligeramente más mujeres (54 por ciento) que varones.
En promedio, añade el INEGI, cada familia mexicana tiene 4.3 integrantes. Este número se diferencia de acuerdo con la forma familiar: en la nuclear hay 3.9 y en la no nuclear 5.4. El promedio es de dos hijos residentes, valor que es prácticamente el mismo en los sistemas nucleares (2.1 hijos) y ligeramente menor en los no nucleares (1.8 hijos).
El profesor de asignatura del Departamento de Medicina Familiar de la Facultad de Medicina (FM), Apolinar Membrillo Luna, explicó que es necesario conocer la multicausalidad de los problemas del enfermo y su familia, pues cada individuo se manifiesta de diferente manera en la toma de decisiones y, del mismo modo, cada miembro afronta de manera distinta los problemas.
El médico familiar, indicó, debe hacer un diagnóstico fundamentado en el estudio completo de ese núcleo, donde se incluyan los factores biológicos, psicológicos y sociales.
Esta disciplina estudia fundamentalmente a la familia y sus características, además, determina si cada miembro cumple con las cinco principales funciones asignadas: cuidado, afecto, educación sexual, socialización y estatus.
Después de realizar un diagnóstico, viene el tratamiento, para determinar el tipo de método que requiere la familia dependiendo de la enfermedad que padezca alguno de sus miembros, añadió.
En algunas ocasiones, destacó, es necesario que los miembros asistan con el pariente enfermo a la consulta, para diseñar el manejo de la crisis, la toma de decisiones y los roles que cada uno desempeñará, para reagrupar al núcleo.
De acuerdo con Membrillo, una de las funciones básicas de la familia es la socialización, es decir, la forma en la que se le enseña a un individuo a vivir en sociedad, con sus respectivas reglas, normas y valores.
Por otra parte, afirmó que la salud familiar se ve limitada debido al desconocimiento de su estudio científico.
Por su parte, la jefa de la División de Estudios de Posgrado de la Escuela Nacional de Enfermería y Obstetricia (ENEO), Rosa Amarilis Zárate Grajales, mencionó que la salud familiar tiene origen en la pública, que incorpora a ese núcleo como un elemento clave de la sociedad, para que sea sana en un contexto determinado.
En este sentido, señaló que la cultura de la familia implica un tratamiento de enfermedades en forma distinta, pues no se atiende del mismo modo a quienes viven en regiones aisladas, que a los de zonas urbanas.
La enfermería trabaja –desde los programas de posgrado y la especialización de enfermería en salud pública–, en elaborar “familiogramas” para identificar problemas y soluciones y crear redes sociales de apoyo.
Sin embargo, el sistema de salud provoca que los pacientes sean atendidos de forma individualizada en los centros respectivos, pues se les trata de manera descontextualizada.
Por otro lado, manifestó que los recursos otorgados a esta disciplina son insuficientes, pues la salud familiar necesariamente requiere un trabajo a detalle. En México, se ignora que se requiere de investigación y de fondos para mejorar la atención.
La UNAM tiene programas de formación de especialistas en medicina familiar, y la ENEO en salud pública, con un enfoque hacia ese rubro, además de validar instrumentos para valorar la salud en las comunidades e identificar sus necesidades, y así, establecer intervenciones costo-efectivas, concluyó.
· Una de las funciones consiste en hacer un diagnóstico fundamentado en el estudio completo del núcleo, donde se incluyen los factores biológicos, psicológicos y sociales, dijo el profesor de la FM, Apolinar Membrillo Luna
· El sistema de salud propicia que los pacientes sean atendidos de forma individualizada, pero se les trata de manera descontextualizada, mencionó la académica de la ENEO, Rosa Amarilis Zárate
Existe un preocupante desconocimiento sobre la salud familiar, pues la mayoría de las veces es confundida con la medicina general. La primera tiene como campo de trabajo a ese núcleo en los aspectos biológico, psicológico y social, poco atendidos por la mayoría de la población, señalaron expertos de la UNAM.
Es el resultado de la interacción dinámica de los miembros de cada hogar y su medio ambiente, susceptible de experimentar cambios en su ciclo evolutivo, con variantes en cuanto a la capacidad para afrontar acontecimientos estresantes y según los recursos o mecanismos protectores con que cuenta. Se trata de la capacidad de ajuste o de adaptación para superar crisis, acudir al apoyo social y vigilar la salud de los integrantes de un núcleo, entre otros aspectos.
De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, hasta 2007, 97.9 millones de personas en México –el 97.7 por ciento de la población total–, se agrupaba en familias con relaciones de parentesco con el jefe del hogar; el resto permanecía sola o en conjunto sin mediar un vínculo familiar.
Las familias nucleares, en donde existe un vínculo consanguíneo, prosigue ese organismo, representan el 74.3 por ciento. Se caracterizan por tener gran presencia de población infantil, 34 por ciento, y adulta, 34.3 por ciento; además de equilibrio en la proporción de hombres. En las no nucleares, por la presencia de otros integrantes sin relación emparentada, tienen más miembros jóvenes, con 29.4 por ciento, y ancianos, 11.8; además hay ligeramente más mujeres (54 por ciento) que varones.
En promedio, añade el INEGI, cada familia mexicana tiene 4.3 integrantes. Este número se diferencia de acuerdo con la forma familiar: en la nuclear hay 3.9 y en la no nuclear 5.4. El promedio es de dos hijos residentes, valor que es prácticamente el mismo en los sistemas nucleares (2.1 hijos) y ligeramente menor en los no nucleares (1.8 hijos).
El profesor de asignatura del Departamento de Medicina Familiar de la Facultad de Medicina (FM), Apolinar Membrillo Luna, explicó que es necesario conocer la multicausalidad de los problemas del enfermo y su familia, pues cada individuo se manifiesta de diferente manera en la toma de decisiones y, del mismo modo, cada miembro afronta de manera distinta los problemas.
El médico familiar, indicó, debe hacer un diagnóstico fundamentado en el estudio completo de ese núcleo, donde se incluyan los factores biológicos, psicológicos y sociales.
Esta disciplina estudia fundamentalmente a la familia y sus características, además, determina si cada miembro cumple con las cinco principales funciones asignadas: cuidado, afecto, educación sexual, socialización y estatus.
Después de realizar un diagnóstico, viene el tratamiento, para determinar el tipo de método que requiere la familia dependiendo de la enfermedad que padezca alguno de sus miembros, añadió.
En algunas ocasiones, destacó, es necesario que los miembros asistan con el pariente enfermo a la consulta, para diseñar el manejo de la crisis, la toma de decisiones y los roles que cada uno desempeñará, para reagrupar al núcleo.
De acuerdo con Membrillo, una de las funciones básicas de la familia es la socialización, es decir, la forma en la que se le enseña a un individuo a vivir en sociedad, con sus respectivas reglas, normas y valores.
Por otra parte, afirmó que la salud familiar se ve limitada debido al desconocimiento de su estudio científico.
Por su parte, la jefa de la División de Estudios de Posgrado de la Escuela Nacional de Enfermería y Obstetricia (ENEO), Rosa Amarilis Zárate Grajales, mencionó que la salud familiar tiene origen en la pública, que incorpora a ese núcleo como un elemento clave de la sociedad, para que sea sana en un contexto determinado.
En este sentido, señaló que la cultura de la familia implica un tratamiento de enfermedades en forma distinta, pues no se atiende del mismo modo a quienes viven en regiones aisladas, que a los de zonas urbanas.
La enfermería trabaja –desde los programas de posgrado y la especialización de enfermería en salud pública–, en elaborar “familiogramas” para identificar problemas y soluciones y crear redes sociales de apoyo.
Sin embargo, el sistema de salud provoca que los pacientes sean atendidos de forma individualizada en los centros respectivos, pues se les trata de manera descontextualizada.
Por otro lado, manifestó que los recursos otorgados a esta disciplina son insuficientes, pues la salud familiar necesariamente requiere un trabajo a detalle. En México, se ignora que se requiere de investigación y de fondos para mejorar la atención.
La UNAM tiene programas de formación de especialistas en medicina familiar, y la ENEO en salud pública, con un enfoque hacia ese rubro, además de validar instrumentos para valorar la salud en las comunidades e identificar sus necesidades, y así, establecer intervenciones costo-efectivas, concluyó.
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