Jorge Zepeda Patterson
En 2012 Felipe Calderón entregará el poder a un gobierno priísta
La reciente cumbre contra la inseguridad tiene nulas posibilidades de resolver el problema de la impunidad
En 2012 Felipe Calderón entregará el poder a un gobierno priísta. Entre otras razones porque habrá fracasado en sus promesas de reducir la inseguridad. Estas dos son predicciones respecto a las que uno desearía equivocarse, pero lucen inexorables.
Durante 50 años el PAN hizo una bandera política de la crítica a la corrupción priísta; después de 12 años de gobernar en Los Pinos no sólo habrá desperdiciado la ocasión de hacer algo al respecto; habrá diseminado este cáncer crónico.
La cumbre contra la inseguridad de esta semana tiene nulas posibilidades de resolver el problema de la impunidad. Vamos, la mitad de los firmantes del acuerdo tendrían que estar en la cárcel si las leyes se cumplieran en este país ¿Qué podemos esperar de un pacto firmado por Mario Marín, Romero Deschamps, Elba Esther Gordillo y una docena de gobernadores que ejemplifican, justamente, la vigencia de la impunidad?
Para no ir más lejos, uno de los gobernadores designados para hablar en el acto, como Marco Adame Castillo, de Morelos. En abril de 2006 José Luis Adame Castillo y su hijo Luis Daniel Adame Tapia fueron detenidos, luego de que un ladrón de autos los señaló como sus cómplices. Unas horas más tarde fueron liberados, al conocerse el parentesco con el entonces candidato a la gubernatura del estado de Morelos. Seis meses después, uno de los agentes que participó en la detención recibió una sentencia de 13 años de cárcel, “por abuso de autoridad”, y otros ocho policías más de cinco años. Para entonces Marco Adame Castillo, hermano y tío de los detenidos, ya era gobernador de la entidad. Son estos los mandatarios que ahora exigen honestidad a las policías.
El acto mismo de la “cumbre” derrocha hipocresía. No nos engañemos. Alejandro Martí habla “en nombre de la sociedad civil” porque pertenece a la élite empresarial del país. Mis respetos para un padre de familia que perdió a su hijo en esta tragedia; enhorabuena por su valor para expresar indignación y rechazo ante la negligencia de la autoridad. Pero la señora Miranda de Wallace, que perdió al suyo en condiciones similares, no recibió la atención presidencial, mucho menos las víctimas anónimas de cada día.
La cobertura de Televisa a las palabras de Martí opacó discursos de los mandatarios federal y estatales. “Si no pueden, renuncien”, fue frase aclamada como muestra del “empoderamiento” de la sociedad ante los políticos. Por supuesto que no hay tal. La clase política simplemente está respondiendo, como siempre, a la llamada de exasperación de los dueños del dinero. Por fortuna para toda la sociedad, en esta ocasión su exigencia coincide con la de todos. Pero tampoco podemos ser optimistas al respecto; tengan por seguro que la única meta que habrá de conseguirse es la reducción del número de secuestros, verdadero terror de los empresarios, y quedará intocado el tema de la inseguridad.
Si Calderón va a perder, ¿por qué no hacerlo con dignidad? Ahórrese las cumbres, Presidente: haga de la Secretaría de la Función Pública una aspiradora de la cloaca gubernamental, dedique el capital político que le queda a dar algunos quinazos, a forzar la salida de un par de gobernadores sátrapas, a procesar a media docena de panistas corrompidos. Antes de sanear las filas de las policías tendría que comenzar por sanear las filas de sus verdaderos jefes, esos que asistieron a la cumbre del jueves pasado.
En 2012 Felipe Calderón entregará el poder a un gobierno priísta
La reciente cumbre contra la inseguridad tiene nulas posibilidades de resolver el problema de la impunidad
En 2012 Felipe Calderón entregará el poder a un gobierno priísta. Entre otras razones porque habrá fracasado en sus promesas de reducir la inseguridad. Estas dos son predicciones respecto a las que uno desearía equivocarse, pero lucen inexorables.
Durante 50 años el PAN hizo una bandera política de la crítica a la corrupción priísta; después de 12 años de gobernar en Los Pinos no sólo habrá desperdiciado la ocasión de hacer algo al respecto; habrá diseminado este cáncer crónico.
La cumbre contra la inseguridad de esta semana tiene nulas posibilidades de resolver el problema de la impunidad. Vamos, la mitad de los firmantes del acuerdo tendrían que estar en la cárcel si las leyes se cumplieran en este país ¿Qué podemos esperar de un pacto firmado por Mario Marín, Romero Deschamps, Elba Esther Gordillo y una docena de gobernadores que ejemplifican, justamente, la vigencia de la impunidad?
Para no ir más lejos, uno de los gobernadores designados para hablar en el acto, como Marco Adame Castillo, de Morelos. En abril de 2006 José Luis Adame Castillo y su hijo Luis Daniel Adame Tapia fueron detenidos, luego de que un ladrón de autos los señaló como sus cómplices. Unas horas más tarde fueron liberados, al conocerse el parentesco con el entonces candidato a la gubernatura del estado de Morelos. Seis meses después, uno de los agentes que participó en la detención recibió una sentencia de 13 años de cárcel, “por abuso de autoridad”, y otros ocho policías más de cinco años. Para entonces Marco Adame Castillo, hermano y tío de los detenidos, ya era gobernador de la entidad. Son estos los mandatarios que ahora exigen honestidad a las policías.
El acto mismo de la “cumbre” derrocha hipocresía. No nos engañemos. Alejandro Martí habla “en nombre de la sociedad civil” porque pertenece a la élite empresarial del país. Mis respetos para un padre de familia que perdió a su hijo en esta tragedia; enhorabuena por su valor para expresar indignación y rechazo ante la negligencia de la autoridad. Pero la señora Miranda de Wallace, que perdió al suyo en condiciones similares, no recibió la atención presidencial, mucho menos las víctimas anónimas de cada día.
La cobertura de Televisa a las palabras de Martí opacó discursos de los mandatarios federal y estatales. “Si no pueden, renuncien”, fue frase aclamada como muestra del “empoderamiento” de la sociedad ante los políticos. Por supuesto que no hay tal. La clase política simplemente está respondiendo, como siempre, a la llamada de exasperación de los dueños del dinero. Por fortuna para toda la sociedad, en esta ocasión su exigencia coincide con la de todos. Pero tampoco podemos ser optimistas al respecto; tengan por seguro que la única meta que habrá de conseguirse es la reducción del número de secuestros, verdadero terror de los empresarios, y quedará intocado el tema de la inseguridad.
Si Calderón va a perder, ¿por qué no hacerlo con dignidad? Ahórrese las cumbres, Presidente: haga de la Secretaría de la Función Pública una aspiradora de la cloaca gubernamental, dedique el capital político que le queda a dar algunos quinazos, a forzar la salida de un par de gobernadores sátrapas, a procesar a media docena de panistas corrompidos. Antes de sanear las filas de las policías tendría que comenzar por sanear las filas de sus verdaderos jefes, esos que asistieron a la cumbre del jueves pasado.
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