La Habana, 20 ago (PL) Aún sin definir si se trata de tres crisis económicas o una sola gigantesca, los peligros financieros, alimentarios y energéticos que actualmente afronta el planeta son la preocupación de pueblos y gobiernos.
Según el escritor español Ignacio Ramonet, esto no había ocurrido jamás, “por vez primera en la historia económica moderna tres crisis de gran amplitud coinciden, confluyen y se combinan”.
Cada una de ellas interactúa sobre las demás, agregó el intelectual en un artículo reciente sobre el tema, donde alerta sobre el agravamiento exponencial del deterioro de los mercados globales.
A propósito, Juan Luis Rodríguez, del diario digital español Rebelión, consideró que se trata, efectivamente, de una sola catástrofe materializada en la debacle del poder económico sobre las poblaciones.
Es la que sufren las personas ante los efectos de las inmensas acumulaciones de dinero que circulan desde el sector inmobiliario al energético, pasando por la industria de la alimentación, explicó.
Las quiebras de prestigiosos bancos en todo el planeta, el estallido de la burbuja financiera, la especulación monetaria y la caída del dólar, son algunas de las causas principales del arruinado sistema monetario internacional.
De igual manera, los conflictos entre países, la hecatombe en el sector del crédito y el mal manejo de políticas fiscales por parte de algunos gobiernos malogran el crecimiento de muchas naciones, tanto en vías de desarrollo como industrializadas.
Ramonet reconoce pérdidas en las entidades afectadas de 250
mil millones de euros, mientras el Fondo Monetario Internacional, a pesar de ser un organismo conservador, estima que para salir del desastre se necesitarán alrededor de 610 mil millones de euros.
Las mismas razones que desequilibraron el sector del dinero
han llevado a un alza de precios sin precedentes en la industria energética, fortalecida con la contracción de muchas economías ante los desatinos de la crisis financiera.
En julio de este año el barril de petróleo tocó un máximo de 147 dólares, arrastrando hacia arriba a todo el mercado de combustibles.
Sin embargo, el mayor banco de inversiones estadounidense, Goldman Sachs, considera que el 60 por ciento del aumento del
valor del petróleo se debe a la especulación y un 30 por ciento a la caída del dólar.
La crisis de energía llevó en la última década a la criticada producción de biocombustibles, alternativa que impulsa el gobierno de Estados Unidos, sacrificando alimentos.
Esta política pone al límite la disponibilidad de productos alimenticios con el encarecimiento de los precios básicos de este sector y marca el destino de millones de personas.
Todos los elementos que conducen al desastre financiero continúan hacia los mercados básicos de materias primas, como son el petróleo y los alimentos, alertan los expertos.
Unas y otras crisis se retroalimentan y dificultan el equilibrio global.
El banco suizo UBS consideró que Estados Unidos va hacia la recesión en el segundo semestre de 2008, mientras la ralentización en Europa crecerá.
Como dijera Ramonet, este es el saldo deplorable que deja un cuarto de siglo de neoliberalismo: tres venenosas crisis entrelazadas.
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