Por: Waldo Munizaga
waldomunizaga@hotmail.com
Cuán, pero cuán sensible ha sido el nervio que se ha tocado con la entrada del gobierno nacional en el antiquísimo reclamo Yukpa en la zona de la Sierra de Perijá, que el mismísimo presidente del Consejo Legislativo del Estado Zulia, Eliseo Fermín, ipso facto trasladó una Comisión “Investigadora” al sitio.
Aun no habiendo terminado incluso sus declaraciones cobardemente dejó ver su posición al vislumbrar la existencia de nexos que vinculan a estos venezolanos originarios, los Yukpas, con el narcotráfico y la guerrilla colombiana.
Mientras, desde la Internacional Socialista en Grecia, el candidato a la Alcaldía de Maracaibo, Manuel Rosales (quien al parecer ahora también es socialista), atinó a ser más precavido y se limitó ha decir lo único que siempre dice: nada. El desubicado candidato a la Gobernación del Estado Zulia, Pablo Pérez, su pupilo, aparentemente no se le había informado todavía donde se localizaba el conflicto, ya que para nada se refirió de los Yukpas y de su reclamo de siglos por sus tierras.
El caso es sumamente delicado. La olla que ha sido abierta sin el tratamiento adecuado puede de un momento ocasionar macabras consecuencias con la intervención del sicariato y el paramilitarismo colombiano. La zona en discusión es lo suficiente rica como para ensayar salidas totalmente desquiciadas y temerarias. Una de las menos sería la del soborno y la intimidación, probabilidades que seguramente ya se estarán evaluando y diligenciando.
Los Yukpas son un pueblo solidario y pacífico, trabajador y completamente arraigado a su tierra. Tierra que bajo la negociada anuencia de los gobiernos del pasado les fueron arrebatadas a punta de balas, al punto que miserablemente los obligaron y arrastraron a vivir en las montañas de la Sierra de Perijá.
Aun en las oscuras y estrelladas noches de la Sierra, cuando sin mezquindades comparten amistosamente el fuego y su comida, se les puede oír los orgullosos relatos de cuando sus ancianos hacían frente solo con arcos y flechas a las escopetas y a las pistolas de quienes pagados por los finqueros, los masacraban y violaban a sus mujeres.
El reclamo Yukpa a sus tierras ancestrales a parte de involucrar un problema de soberanía y de seguridad nacional, es también un requerimiento de dignidad para el proceso bolivariano de Venezuela. Esta vez no serán los finqueros, los sicarios y ni siquiera del paramilitarismo colombiano los culpables de lo malo que allí suceda. Conozco el valor y hidalguía del pueblo Yukpa. Es tiempo de hacer Revolución.
waldomunizaga@hotmail.com
Cuán, pero cuán sensible ha sido el nervio que se ha tocado con la entrada del gobierno nacional en el antiquísimo reclamo Yukpa en la zona de la Sierra de Perijá, que el mismísimo presidente del Consejo Legislativo del Estado Zulia, Eliseo Fermín, ipso facto trasladó una Comisión “Investigadora” al sitio.
Aun no habiendo terminado incluso sus declaraciones cobardemente dejó ver su posición al vislumbrar la existencia de nexos que vinculan a estos venezolanos originarios, los Yukpas, con el narcotráfico y la guerrilla colombiana.
Mientras, desde la Internacional Socialista en Grecia, el candidato a la Alcaldía de Maracaibo, Manuel Rosales (quien al parecer ahora también es socialista), atinó a ser más precavido y se limitó ha decir lo único que siempre dice: nada. El desubicado candidato a la Gobernación del Estado Zulia, Pablo Pérez, su pupilo, aparentemente no se le había informado todavía donde se localizaba el conflicto, ya que para nada se refirió de los Yukpas y de su reclamo de siglos por sus tierras.
El caso es sumamente delicado. La olla que ha sido abierta sin el tratamiento adecuado puede de un momento ocasionar macabras consecuencias con la intervención del sicariato y el paramilitarismo colombiano. La zona en discusión es lo suficiente rica como para ensayar salidas totalmente desquiciadas y temerarias. Una de las menos sería la del soborno y la intimidación, probabilidades que seguramente ya se estarán evaluando y diligenciando.
Los Yukpas son un pueblo solidario y pacífico, trabajador y completamente arraigado a su tierra. Tierra que bajo la negociada anuencia de los gobiernos del pasado les fueron arrebatadas a punta de balas, al punto que miserablemente los obligaron y arrastraron a vivir en las montañas de la Sierra de Perijá.
Aun en las oscuras y estrelladas noches de la Sierra, cuando sin mezquindades comparten amistosamente el fuego y su comida, se les puede oír los orgullosos relatos de cuando sus ancianos hacían frente solo con arcos y flechas a las escopetas y a las pistolas de quienes pagados por los finqueros, los masacraban y violaban a sus mujeres.
El reclamo Yukpa a sus tierras ancestrales a parte de involucrar un problema de soberanía y de seguridad nacional, es también un requerimiento de dignidad para el proceso bolivariano de Venezuela. Esta vez no serán los finqueros, los sicarios y ni siquiera del paramilitarismo colombiano los culpables de lo malo que allí suceda. Conozco el valor y hidalguía del pueblo Yukpa. Es tiempo de hacer Revolución.
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