Con voz calma, Isabel Miranda Wallace explica cómo el secuestro de su hijo convirtió a su familia en un equipo de detectives: persiguiendo sospechosos, asumiendo identidades falsas, capturando secuestradores y hasta desenterrando un cadáver.
"En México a la autoridad no le importan los secuestrados ni los familiares de los secuestrados. Nunca hacen absolutamente nada", dijo Isabel a la AFP, en su hogar en el sur de Ciudad de México, vigilado por tres policías armados desde que escapó a un intento de asesinato el mes pasado.
En los tres años que pasaron desde que su hijo Hugo, de 31 años, fue secuestrado, la búsqueda de sus captores ha invadido la vida de Isabel. Dejó de trabajar como maestra el 12 de julio de 2005, al día siguiente de su desaparición.
"¿Por qué sigo? Porque yo creo que cualquier mamá a la que le roben un hijo tiene que ir a buscarlo", indica esta mujer de 57 años.
Los esfuerzos de la familia han llevado al arresto de cuatro miembros de la banda de secuestradores -liderada por el ex oficial de policía César Freyre- en México y uno en Estados Unidos.
El reciente secuestro y asesinato de Fernando Martí, de 14 años, raptado cuando iba al liceo en Ciudad de México junto a un chófer y un guardaespaldas, en un caso en el que la policía está presuntamente involucrada, ha generado una nueva ola de enojo público.
México ha superado a Colombia en cantidad de secuestros, según la ONG holandesa Pax Christi y organismos locales.
La capital y las zonas cercanas son las zonas más afectadas del país.
Según cifras oficiales, en la primera mitad de 2008 hubo 323 secuestros en Ciudad de México, pero un grupo de defensa de los derechos humanos estimó el número en 400, contra 438 en todo 2007.
Grupos de derechos humanos estiman que por cada caso denunciado hay dos o tres personas más secuestradas.
La clase alta de la ciudad apela a automóviles blindados, guardaespaldas privados, viajes en helicóptero y mudanzas fuera de la capital para protegerse del riesgo de secuestro.
Pero no sólo los ricos son blanco de los delincuentes. "En México el secuestro afecta a todos los niveles sociales", indicó el abogado Max Morales, asesor en secuestro y seguridad desde hace 20 años.
Los secuestros también son cada vez más violentos.
De 8.000 secuestros reportados en el país desde 1994, según el Consejo Nacional para la seguridad pública y la justicia penal, 700 de las víctimas murieron, aunque sus familias pagaron el rescate.
Y el vínculo entre los delincuentes y la Policía tiene raíces profundas.
"Hoy en día, en 70 u 80% de los casos agentes de la policía o ex-policías pertenecen a los grupos de secuestradores en México", dijo Morales a la AFP.
Alejandro Martí, padre de Fernando, defendió su decisión de contratar un negociador privado que lo ayudara a encontrar a su hijo, secuestrado en un falso control policial de carreteras.
"Nadie está preparado para un secuestro. Los que se lo llevaron eran uniformados y lo que menos queríamos era saber de la Policía", indicó.
Dos oficiales de policía en actividad han sido arrestados, sospechosos de estar involucrados en el caso.
El gobierno propuso en las últimas semanas nuevas medidas para luchar contra los secuestros y una cumbre sobre seguridad nacional se desarrollará el jueves.
Pero muchos mexicanos creen que la única manera de que haya un cambio es obligar a sus líderes a actuar mediante protestas, como la que preparan para finales de agosto.
Isabel, en tanto, es una de las pocas que tiene los medios y la resolución de seguir con su investigación.
Aunque sabe que su hijo está muerto, tras ver la truculenta evidencia de que los secuestradores compraron sierras y bolsas plásticas para cortar y desechar su cuerpo, quiere encontrar sus restos y enterrarlo.
Tras financiar campañas públicas para ayudar a encontrar víctimas que testificaran contra sospechosos, tiene un mensaje para la Policía: "A tres años del secuestro de mi hijo Hugo Wallace, ya le hice a la policía gran parte del trabajo. ¿Querrían ayudarme a encontrarlo?"
"En México a la autoridad no le importan los secuestrados ni los familiares de los secuestrados. Nunca hacen absolutamente nada", dijo Isabel a la AFP, en su hogar en el sur de Ciudad de México, vigilado por tres policías armados desde que escapó a un intento de asesinato el mes pasado.
En los tres años que pasaron desde que su hijo Hugo, de 31 años, fue secuestrado, la búsqueda de sus captores ha invadido la vida de Isabel. Dejó de trabajar como maestra el 12 de julio de 2005, al día siguiente de su desaparición.
"¿Por qué sigo? Porque yo creo que cualquier mamá a la que le roben un hijo tiene que ir a buscarlo", indica esta mujer de 57 años.
Los esfuerzos de la familia han llevado al arresto de cuatro miembros de la banda de secuestradores -liderada por el ex oficial de policía César Freyre- en México y uno en Estados Unidos.
El reciente secuestro y asesinato de Fernando Martí, de 14 años, raptado cuando iba al liceo en Ciudad de México junto a un chófer y un guardaespaldas, en un caso en el que la policía está presuntamente involucrada, ha generado una nueva ola de enojo público.
México ha superado a Colombia en cantidad de secuestros, según la ONG holandesa Pax Christi y organismos locales.
La capital y las zonas cercanas son las zonas más afectadas del país.
Según cifras oficiales, en la primera mitad de 2008 hubo 323 secuestros en Ciudad de México, pero un grupo de defensa de los derechos humanos estimó el número en 400, contra 438 en todo 2007.
Grupos de derechos humanos estiman que por cada caso denunciado hay dos o tres personas más secuestradas.
La clase alta de la ciudad apela a automóviles blindados, guardaespaldas privados, viajes en helicóptero y mudanzas fuera de la capital para protegerse del riesgo de secuestro.
Pero no sólo los ricos son blanco de los delincuentes. "En México el secuestro afecta a todos los niveles sociales", indicó el abogado Max Morales, asesor en secuestro y seguridad desde hace 20 años.
Los secuestros también son cada vez más violentos.
De 8.000 secuestros reportados en el país desde 1994, según el Consejo Nacional para la seguridad pública y la justicia penal, 700 de las víctimas murieron, aunque sus familias pagaron el rescate.
Y el vínculo entre los delincuentes y la Policía tiene raíces profundas.
"Hoy en día, en 70 u 80% de los casos agentes de la policía o ex-policías pertenecen a los grupos de secuestradores en México", dijo Morales a la AFP.
Alejandro Martí, padre de Fernando, defendió su decisión de contratar un negociador privado que lo ayudara a encontrar a su hijo, secuestrado en un falso control policial de carreteras.
"Nadie está preparado para un secuestro. Los que se lo llevaron eran uniformados y lo que menos queríamos era saber de la Policía", indicó.
Dos oficiales de policía en actividad han sido arrestados, sospechosos de estar involucrados en el caso.
El gobierno propuso en las últimas semanas nuevas medidas para luchar contra los secuestros y una cumbre sobre seguridad nacional se desarrollará el jueves.
Pero muchos mexicanos creen que la única manera de que haya un cambio es obligar a sus líderes a actuar mediante protestas, como la que preparan para finales de agosto.
Isabel, en tanto, es una de las pocas que tiene los medios y la resolución de seguir con su investigación.
Aunque sabe que su hijo está muerto, tras ver la truculenta evidencia de que los secuestradores compraron sierras y bolsas plásticas para cortar y desechar su cuerpo, quiere encontrar sus restos y enterrarlo.
Tras financiar campañas públicas para ayudar a encontrar víctimas que testificaran contra sospechosos, tiene un mensaje para la Policía: "A tres años del secuestro de mi hijo Hugo Wallace, ya le hice a la policía gran parte del trabajo. ¿Querrían ayudarme a encontrarlo?"
Fuente: AFP
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