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10 julio 2008

Nuevo paradigma económico


Rogelio Ramírez de la O

Ahora que en Estados Unidos la economía de las familias, y no sólo el sector financiero, ha sido golpeada por falta de crédito, sobreendeudamiento y pérdida de empleos, sigue un debilitamiento prolongado de la actividad y con él vendrá un cuestionamiento de la globalización como vía automática de progreso.

La razón es el ajuste tan brutal que los estadounidenses tienen que hacer en su consumo y el resentimiento en amplios sectores hacia lo que consideran es la política económica que los llevó a donde hoy están.

De aquí surgirá un nuevo orden de prioridades de políticas públicas y eventualmente un nuevo catálogo sobre las más aconsejables. Se reconocerán los excesos de las políticas pasadas y el papel regulatorio del Estado será revalorado.

Habrá un mayor debilitamiento del dólar, alta inflación por los precios de las materias primas, menor crédito e inevitablemente mayor proteccionismo. A diferencia de otros episodios de debilitamiento del dólar, en los 70 y los 80, cuando no hubo riesgos sistémicos, en esta ocasión los va a haber.

La razón es que Estados Unidos ha perdido hegemonía frente a otras economías de fuerza creciente. Por eso en varios mercados no tomarán con resignación la pérdida de valor real del dólar. Y de ahí que el riesgo de un desplome en el valor de los bonos estadounidenses en dólares sea alto. Los exportadores de productos primarios ya exigen mayores precios en dólares, como ya sucede con el petróleo y otros productos. La consecuencia será una inflación que tomará a muchos por sorpresa.

Como los bancos centrales, incluyendo la Reserva Federal estadounidense, normalmente tendrían que aumentar las tasas de interés, el riesgo de una gran recesión o incluso depresión es real.

En Europa la fortaleza del euro acentuará la recesión de España, Irlanda e Italia. Habrá demandas de mayores salarios y el alto desempleo aumentará los déficit fiscales. La tensión crecerá entre distintas partes de los mismos gobiernos, unas preocupadas por la recesión y otras por la inflación.

Todo lo anterior es parte de la transición entre un modelo global que aparentemente funcionaba bien para todos, pero que requería que la mayor economía se endeudara permanentemente. Hoy, al no ser sostenible este endeudamiento, el modelo global como lo conocemos está agotado.

Los paradigmas de la globalización conocidos serán poco a poco reemplazados por nuevos paradigmas. Un ejemplo: si los países no apoyan a sus sectores agrícolas, sus alimentos no sólo van a ser más caros, sino que pueden escasear. Aplicar la fórmula simple, como lo ha hecho hasta ahora el gobierno mexicano, de aumentar las cuotas de importación, pasará a ser parte de las políticas obsoletas.

Lo malo de lo anterior es que el ajuste será lento, prolongado y confuso para muchos. Las burocracias nacionales siempre han sido muy rígidas para cambiar de visión con la rapidez con la que cambia el mundo. Por eso hoy se sorprenden por un pronunciamiento como el de John McCain, quien era visto con ingenuidad por su apoyo en el pasado a un acuerdo migratorio. Eso fue en el pasado; hoy ya advirtió que su prioridad es sellar la frontera y sólo después hablar de un acuerdo migratorio.

Sería, sin embargo, un error ver todo lo anterior como un retroceso y más aún confundirlo como un bache temporal. Si el gobierno quiere superar esta época difícil, debe adaptar su visión anticuada del mundo a esta nueva realidad, abandonar sus dogmas y definir políticas sensatas.

Analista económico

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