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24 abril 2007

El televisor, muerte o vida a la sociedad

24 de abril del 2007

REVOLUCIONES, Guadalupe H. O.

SERÍA DIFÍCIL DECIR que en el hogar los que educan son los padres. La influencia que reciben los niños desde pequeños proviene en gran parte de los medios de comunicación. Estos, a su vez lo único que enseñan es a que seamos parte de una sociedad consumista, a comúnmente llamar a lo bueno malo y a lo malo bueno. El niño es capaz de imitar la figura paterna o materna, pero de igual manera la que observan todos los días estando sentados largas horas frente a ese enorme televisor.

Recuerdo que en una ocasión en la primaria, una niña estaba segura que tenía poderes mágicos, y que podía volar. El problema se agravó a tal punto que la maestra se vio en la necesidad de citar a sus padres. Mi mamá me comentó más tarde que esta niña pasaba mucho tiempo viendo en el televisor un programa de un supuesto héroe que volaba. Es evidente que muchos niños tienden a imitar lo que se dice y hace en la televisión. Bueno seria que en la televisión se expusieran cosas sanas para nuestros niños pero lamentablemente en México no es así.

La televisión es un fuerte y poderoso medio de comunicación, de eso no tengo ni la menor duda. Sin embargo, el fin de informar y de ayudar al crecimiento humano, se ha visto nublado por programas que lo único que hacen es destruir los valores y principios fundamentales, no sólo de los pequeños, sino de jóvenes y adultos. Esto repercute en el porcentaje de progreso en nuestras comunidades, que al menos en la mía es casi nulo el avance que se da, en mucho se debe a que la televisión nos absorbe el tiempo que podríamos destinar a una genuina organización social.

Las telenovelas no hacen más que enajenar las mentes de las personas y para acabarla de amolar son las que hoy tienen en su mayoría un alto raiting. Viene a mi mente la escena que hace pocos días tuve oportunidad de vivir al jugar el conocido “juego de la botella”. Durante el juego le hicieron una pregunta a mi amiga que consistía en lo que buscaba en un chico. Francamente me pareció absurdo cuando ella contestó “que se parezca a Valentino”. Es de nuestro conocimiento, sino de todos sí de algunos, que la tele suele marcar el prototipo de la pareja que “soñamos tener”. Mujeres altas, esbeltas, de piel blanca o morena clara, de cuerpo aparentemente perfecto. Hombres altos, rubios, blancos o morenos claros, ojos de color y con una complexión de masa muscular. ¿Dónde está realmente la voluntad propia? En el fondo del mar, mientras la voluntad televisiva puede más en nosotros.

Mi pregunta es: ¿en dónde queda el interés por el chico que piensa?, ¿no cabe la posibilidad para alguien que es humilde, que lucha por lo que desea, trabajador, inteligente, que es buen amigo, respetuoso, atento? La gran parte de la sociedad juzga por las apariencias, pues la tele no los marca espejismos en gran cantidad.

Actualmente si se desea aprender a mentir, la tele se lo puede enseñar. Si desea aprender a matar y no ser castigado puede ver “el canal de las estrellas”, si quiere aprender a tener relaciones sexuales y dejar hijos por todos lados, están las telenovelas, que le darán la certeza de que su vida podrá ser la peor, pero que terminará con una boda y las palabras “vivieron felices para siempre”.

¿Quién educa a quién?, ¿La televisión a los hijos o los padres a los hijos? Analicemos que es nuestra sociedad hoy en día, si resulta ser algo no adecuado simplemente se debe a que no hemos cuidado lo que vemos y oímos. La preferencia es descansar o distraerse viendo la programación, ya no hay interés en conversar sobre lo que nos pasó en el día o por qué no, leer un buen libro o hasta escribir.

Es pues decisión nuestra tener una sociedad que sea una sociedad televisiva o ser una sociedad firme en buenos principios y valores. Cuidemos lo que vemos, analicemos, seamos críticos y si llegamos a la conclusión de que en nada edifica la programación de la tv evitémosla.

revolucionesmx@gmail.com

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