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14 agosto 2008

SE ESTRELLAN AEROLÍNEAS

ÍNDICE POLÍTICO

FRANCISCO RODRÍGUEZ

LA AVIACIÓN COMERCIAL dejó de ser negocio a partir de los brutales incrementos en los precios de los combustibles. Las grandes empresas del ramo se fusionan. Desaparecen rutas. Despiden personal. Ahorran hasta en las aceitunas de los martinis. Sucede en los cielos de todo el planeta, pero en el caso de México el problema se agudiza por la abierta intervención de la Administración, quienes dan alas a quienes le son adictos… y dejan en tierra a quienes no lo son.

El caso de Aerocalifornia, del cual platiqué con usted aquí hace un par de semanas es ejemplificativo.

También demostrativa es la actitud del encargado del despacho de las comunicaciones y los transportes en el equipo del señor Felipe Calderón, Luis Téllez, quien apenas se ha lanzado directamente y sin tapujos en contra de las aerolíneas Aviacsa, Nova Air, AVolar –todas "de bajo costo"--, a quienes ha emplazado a pagar los derechos por el uso del espacio aéreo ordenando la suspensión de sus actividades y, peor aún, saliendo a los medios sólo para pedir a los consumidores que no adquieran boletos de esas y otras empresas del ramo.

Nunca se había visto cosa así. Un alto empleado federal boicoteando negocios particulares. ¿Por qué? ¿Para qué?

Se habla en pasillos y salas de espera de los aeropuertos que tras la embestida a estas empresas estarían cuando menos dos aerolíneas competidoras en el área de "bajo costo". Lo confirmaría el hecho de que una de ellas, la de los herederos del ex Presidente Miguel Alemán –sexenio de la dorada corrupción— ya se hizo de los slots que la desaparecida Aerocalifornia tenía en el aeropuerto de la capital nacional. La otra, que pertenece a Televisa y es encabezada por Pedro Aspe Armella –el ex secretario de Hacienda que afirmara que "la pobreza es un mito genial"--, buscaría ahora las rutas y los horarios de aterrizaje y despegue que en el mismo aeródromo de la Ciudad de México tiene Aviacsa.

Parte de ello puede ser realidad. Como también debe serlo el hecho de que los adquirientes de las dos grandes aerolíneas nacionales, Mexicana y Aeroméxico, han manifestado desde casi el momento mismo en que recibieron las empresas, que habían pagado en demasía por lo que ya no era negocio, ante la competencia de las aerolíneas de bajo costo.

¿Se trata de eso? ¿Desaparecerlas para continuar beneficiando a la rama de la familia Azcárraga que se dedica a la hotelería y ahora a administrar Mexicana, lo mismo que al grupo de empresarios que, conjuntados por Roberto Hernández, recién se hicieron de Aeroméxico?

Todo indicaría que así es. Que mientras el discurso oficial se centra en la lucha en contra de los monopolios, la realidad muestra lo contrario. Se favorece a quien tiene más, para que tenga todavía más.

Y si en el camino se afecta a los trabajadores y consumidores, que también son contribuyentes y electores, tal no importa.

Cada vez más, el país queda incomunicado. No hay ferrocarriles: los desapareció Zedillo. Las carreteras son prácticamente inservibles. Y ahora volar de un destino a otro será prohibitivo.

¿Ni modo? ¡A caminar!

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