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30 septiembre 2007

EEUU frente a los cinco cubanos


Juan Guzmán Tapia
El Periódico

En 1996, 26 avionetas pilotadas por cubanos anticastristas habían partido desde Miami en distintos días y sobrevolado el espacio aéreo de Cuba, lanzando volantes con propaganda en contra del régimen. El Gobierno cubano protestó y advirtió a EEUU que ejercería su legítimo derecho a defenderse y adoptaría medidas más drásticas para impedir esa violación y la posibilidad de actos terroristas como aquel que en 1976 causó la muerte de 73 personas.

Poco después de dicha advertencia, tres avionetas sobrevolaron nuevamente el espacio aéreo de la isla y dos fueron derribadas por las fuerzas armadas de Cuba, a consecuencia de lo cual murieron cuatro cubanos contrarios al régimen castrista.

Era necesario culpar a alguien. Entonces, en 1998, el Gobierno de Estados Unidos acusó a cinco cubanos de infiltrarse en grupos terroristas de exiliados cubanos que elaboraban permanentemente estrategias para sembrar el terror en Cuba y frustrar el turismo en ese país.

LOS CUBANOS

René González, Fernando González, Antonio Guerrero, Gerardo Hernández y Ramón Labaniño vieron cómo se desmoronaron sus vidas a raíz de una mentira. Mentira necesaria como aquella que permitió que EEUU invadiera Vietnam, Afganistán e Irak, y que ventila hoy para invadir algún día Irán, país productor de petróleo.

Se dijo al mundo que los cinco eran culpables de conspiración para cometer espionaje y conspiración para cometer asesinato, entre otros 24 cargos más. Estos hechos jamás se probaron porque jamás existieron. Es distinto infiltrarse entre grupos de terroristas que pretenden atentar contra tu propio país que espiar a otro país, EEUU, como lo sostuvo su gobierno.

Sin embargo, en Miami tuvo lugar un juicio, con un jurado atemorizado por la población activista de cubanos exiliados. Está establecido que para amedrentar a los miembros del jurado, desconocidos les tomaban fotografías cuando entraban o salían del tribunal, como también de las matrículas de sus autos, además de amenazarles. Lo cierto es que el jurado pronunció el veredicto de culpabilidad, quedando los cubanos condenados a penas de presidio perpetuo y presidio por más de 19 años.

Conviene aclarar que estos jóvenes se habían vinculado con distintos grupos cubanos terroristas porque perseguían una meta: el legítimo derecho de su pueblo de saber qué planes se gestaban en su contra e impedir que se realizaran. Por eso fueron proclamados héroes por el Parlamento cubano.

Uno de ellos se relacionó con grupos dirigidos por Orlando Bosch, quien se hizo mundialmente conocido, en junio de 1976, por ser el autor intelectual de la explosión de un avión civil cubano en pleno vuelo, asesinando de ese modo a 73 personas. Este personaje también participó en la operación Cóndor (red de las policías y fuerzas militares de las dictaduras de los países del cono sur de América, para asesinar a sus "enemigos internos") y en el atentado que le costó la vida al excanciller chileno Orlando Letelier y a la estadounidense Ronny Moffit,.

Así, por tratar de resguardar y proteger a Cuba, estos jóvenes fueron catalogados como terroristas, lo que nos demuestra que estamos en un mundo al revés. En un mundo donde los que luchan por la paz y por la seguridad de los suyos son encerrados. Sin embargo, los peligrosos, los que ponen en jaque a diario la vida de personas inocentes que solo reclaman por su derecho a vivir tranquilos y en paz, siguen impunes en su torre de marfil.

Esa es la realidad que están enfrentando los cinco, quienes en forma estoica y con gran fortaleza libran una legítima pelea para recuperar su libertad, demostrando que jamás cometieron espionaje y que jamás estuvo en sus planes atentar contra EEUU. El supuesto espionaje, repito, es una maquinación del Gobierno norteamericano, que solo busca desprestigiar a la nación cubana, la única que ha podido enfrentar al gigante del norte sin ser jamás vencida.

EN AGOSTO de este año tuve la oportunidad de participar, en un tribunal de apelaciones de Atlanta, como observador internacional, en la vista oral de una apelación en la causa referida y pude apreciar que no hubo espionaje, no hay ni un solo documento clasificado que lo pruebe, nunca hubo peligro para Estados Unidos y no hubo conspiración. Hay testigos, generales del Ejército estadounidense, que han manifestado que jamás ese país estuvo en peligro por la actividad de los isleños. Como juez, creo honestamente que un tribunal que busca la justicia, el imperio del derecho y la paz social tiene que absolver a los cinco cubanos.

Está acreditado que los fiscales norteamericanos han hostigado al jurado en 28 ocasiones. Un ejemplo concreto de hostigamiento lo presencié: una fiscal le dijo al presidente del tribunal de apelaciones que él no conocía el expediente completo, sino solo la parte que convenía a la defensa. Esa presión tenía por objeto recordar al tribunal que el Gobierno de EEUU sabe lo que está pasando y que no admite que falle a favor de los cubanos.

UNO DE LOS defensores, Leonard Weinglass, insistió en que el jurado de Miami no tenía la capacidad de digerir un juicio de esa naturaleza. Que bastaba que se utilizaran las locuciones "espionaje contra Estados Unidos, homicidio o conspiración", o que se hablara de terrorismo para que ese jurado estuviera predispuesto a pronunciarse contra los cubanos.

Este proceso es un caso político que no se ha resuelto en derecho, sino a consecuencia de las presiones. Es tiempo de que la historia de estos cubanos retome el cauce de la justicia para que regresen a su isla, al seno de sus familias y continúen sus vidas ya truncadas para servir a su patria, como lo hacían antes de la acusación injusta en su contra promovida por el Gobierno de Estados Unidos.

Exjuez y decano de la Facultad de Derecho de la Universidad Central de Chile

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