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23 abril 2007

El poder que tienen nuestras palabras

La angustia abate el corazón del hombre, pero una palabra amable lo alegra (Proverbios 12:25)

Cuántas veces nuestras palabras han sido un sostén para otras personas. Cuántas otras han sido la ocasión de que una persona quede a la mitad del camino sin ninguna esperanza para seguir adelante. Si nos pusiéramos a analizar, probablemente resultarían un mayor número las personas que han sido lastimadas y perjudicadas por hacer mal uso de éstas. Lamentablemente de nuestra boca provienen palabras que de lugar de edificar, vivificar, animar, son expresiones burdas, que no hacen otra cosa más que herir y dejar una cicatriz difícilmente de borrar.

Recuerdo una experiencia que tuve cuando fui maestra de niños de la edad de 3 a 5 años de edad. En una ocasión, durante mi clase me di cuenta que uno de los pequeños insultaba a uno de sus amiguitos usando la palabra “tonto”. Al finalizar la clase, me acerqué a éste y le dije que no volviera a decir esa palabra, pues hería a su amigo. Me quedé atónita cuando el niño en su inocencia me contestó – entonces mi mamá ya ha herido muchas veces a mi papá, verdad maestra- ¡Qué tan importante es saber el poder que tienen nuestras palabras!

Una palabra por más corta que sea posee un gran poder. Poder que puede hacer vivir, pero, también morir. Bien dice la Biblia que el que refrena su boca es sabio. La pregunta es sencilla, somos sabios o dejamos que este pequeño miembro nos controle a nosotros en lugar de controlar nosotros a éste.

Si bien es cierto que queremos y estamos buscando un cambio en México, este cambio debe de iniciar en nuestras vidas. Pues no habrá otra forma para impactar a aquellos que se han sentado solo para esperar nuestro fracaso. De nosotros depende que éste jamás llegue.

Aprendamos a refrenar nuestra boca, a meditar en el poder que tienen nuestras palabras y el efecto que provocarán en las personas. Seamos sabios y prudentes. Recordemos que en la lengua hay poder de vida y muerte (Proverbios 18:21).

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