Mientras el ser humano siga dependiendo de la tierra para alimentarse, se puede llegar a la Luna o a Marte, pero seguirá siendo el alimento la necesidad básica. Por ello los imperialistas tienen en su lista de prioridades de control el asunto de la alimentación.
Se equivoca quién cree que el enorme subsidio que reciben los agricultores norteamericanos es porque a los neoliberales les importan los productores gabachos. Lo que hay detrás es un plan macabro de hundir la producción agropecuaria, pesquera y ganadera de los pueblos, para generar lo que llaman dependencia alimenticia.
Ya México es en parte rehén de la dependencia alimenticia pues de productores agrícolas se pasó a importadores de muchos alimentos. La entrada del TLC para productos como el maíz y el frijol es el tiro de gracia para millones de campesinos cuyo futuro es la quiebra para después rematar sus tierras a las grandes trasnacionales de alimentos quienes tienen como método aplicar formulas monopólicas sin importarles generar hambrunas.
Eso es lo que arranca este primero de enero y que pretende cerrar un maquiavélico círculo de explotación en el que gobernantes como Carlos Salinas, Vicente Fox y Felipe Calderón son solo peones del ajedrez globalizado de la muerte.
Lo que sucederá a partir del 1º de enero genera un reto para todo mexicano que se jacte de serlo y para aquellos que dicen luchar por la justicia y el bien de la humanidad.
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