En medio del desplome global bursátil, ya muy anunciado sobre el cual hasta da pereza ahondar, la reunión anual del delirante cuan hilarante Foro Económico (sic) de Davos, que de por sí se encontraba en agonía, ha exhibido su patética irrelevancia.
Por lo menos Davos seguirá siendo un centro de esquí, mientras las otras plazas de la “globalización pirata” –es decir, la desregulada “globalización financiera” (que no “económica”) israelí-anglosajona de la parasitaria plutocracia neofeudal y su “contabilidad invisible” en los “paraísos fiscales”–, como Wall Street, la City y Francfort (para citar las relevantes; no vamos a perder el tiempo con las cómicas “bolsas” de Madrid y de la ciudad de México), no servirán para realizar ningún deporte que no sea la excavación de sus ruinas de “papel-chatarra” acumulado en casi dos décadas de alquimia impuesta por sus sicóticos brujos-aprendices a cargo de sus bancos centrales monetaristas, hoy en plena desintegración.
No se trata de una “crisis” ordinaria (el punto de inflexión entre la vida y la muerte) a la que nos tiene acostumbrado el “mercado” capitalista monetarista, sino del “fin de una era” –el imperio del dolarcentrismo– que ha puesto en la picota a su piratería global que se expresó en la más radical de sus excrecencias centralbanquistas: la globalización financiera israelí-anglosajona.
El problema no proviene del manicomio monetarista fiscalista (¿qué de peor se podía esperar de gente tan ignorantemente ahistórica y fanáticamente ultrarreduccionista?), sino de la irresponsable cuan inexistente clase política “global” que se esfumó alarmantemente frente a las alucinantes “leyes (sic)” esotéricas del sicótico “mercado”.
Gran parte de la culpa recae en los irresponsables multimedia “globales” –lo cual obliga a repensar la posesión, uso y abuso de las “concesiones” como el nuevo frente de batalla de la democracia ciudadana del siglo XXI–, quienes engañaron hasta el cansancio a una población valetudinaria cuan ignara para propiciar artificialmente el efecto borrego de los “mercados” controlados por la banca israelí-anglosajona, hoy en plena putrefacción.
Los portavoces de la globalización pirata, como Martin Wolf, editor en jefe de la sección económica de The Financial Times (15/1/08), y Anatole Kaletsky (The Times, 17/1/08) repercuten en sus escritos los estertores del modelo capitalista.
Más profundo, por ser menos financierista que Wolf, Kaletsky verifica las exequias de los dos gigantes del capitalismo bancario estadunidense, Citigroup y Merrill Lynch, “universalmente reconocidos como los mayores y desvergonzados (sic) símbolos de la hegemonía financiera de EU y el triunfo del capitalismo de mercado en cada rincón del planeta”, rescatados en el pasado trimestre con más de 100 mil millones de dólares provenientes de los “fondos soberanos de riqueza” (¡estatales!) de la OPEP, China y Asia.
Se desprenden dos consecuencias nodales a juicio de Kaletesky: “un giro decisivo del centro de gravedad de la economía mundial opera en favor de Asia después de cinco siglos de dominio financiero, económico y por consiguiente (sic) político por Europa y EU”.
No es gratuito que la explosión de la burbuja bursátil global haya sucedido mientras el primer británico Gordon Brown se encontraba en un periplo por China e India, los dos nuevos gigantes emergentes euroasiáticos.
La dupla anglosajona empieza a desacoplarse desde el punto de vista financiero y el premier británico Brown intenta seducir los capitales chinos –específicamente a la estatal CIC, que cuenta con más de 200 mil millones de dólares en “fondos de riqueza soberana”– para atraer su colocación en la bolsa londinense (donde sólo cotizan seis empresas chinas frente a las 39 que operan en Wall Street) con el fin de adoptar a la City como su centro de operaciones fuera de China.
Es notoria la hambruna por los capitales chinos de parte de los descendientes de Adam Smith, mientras en EU se ha vuelto una moda maligna denostar el éxito mercantil de Pekín.
Dicho sea con humildad de rigor, pero desde la primavera pasada en los foros de Casa Lamm-La Jornada ya habíamos advertido sobre el poderoso ascenso de los “fondos soberanos de riqueza” (¡estatales!), cuando propusimos varias medidas para enderezar a Pemex, entre ellas el uso de las Afore y las reservas del parasitario Banco de México, por desgracia en manos de un fundamentalista monetarista: el cordobista-zedillista Ortiz Martínez, quien no cesa de hacer el ridículo por su sometimiento esclavista a la Reserva Federal, en detrimento del interés nacional que le ha costado al país una fortuna por mantener (y subsidiar) las reservas en “dólares-chatarra” en lugar de otras divisas más solventes (v. gr. euro, oro, plata, etcétera) como le venimos aconsejando desde hace un buen tiempo.
Más allá de la penetración de la OPEP y los asiáticos estatistas en las entrañas del minotauro de Wall Street, a juicio de Kaletsky la segunda consecuencia del “rescate” de los principales bancos capitalistas por las entidades gubernamentales de los “fondos soberanos de riqueza” rompen con las leyes del libre mercado capitalista lo que implica que la “actual crisis financiera global no puede ser resuelta por las fuerzas privadas del mercado”.
¿Dónde quedará el “capitalismo de libre-mercado” con tanta intervención estatal? La pelota está del lado de los gobernantes y los reguladores, quienes se encuentran frente a un dilema desgarrador según Kaletsky: “o aceptan un largo (sic) periodo de parálisis financiera, lo que lleva inevitablemente a una profunda recesión global y quizá a una década de depresión al estilo japonés, o bien tendrán que adoptar un plan B que involucra la intervención de algún tipo del sector público que supera el juicio (¡súper sic!) de las fuerzas del mercado”.
La muy acertada publicación europea GEAB (número 21, 15/1/08) desglosa la “Muy (sic) Gran Depresión de EU” que sería “más grave que la de 1929” a nivel local y global: “todos los fundamentos sobre los cuales descansa la economía desde 1945 se vinieron abajo”, cuyo paroxismo se expondrá en el curso de este año, y uno de sus “catalizadores” será la “crisis socio-económica sin precedente en EU que afecta severamente a los hogares” y la credibilidad de los operadores financieros que ha paralizado las inversiones.
Los efectos de la “Muy Gran Depresión de EU” serán contrastantes en Europa, Asia y los países emergentes y se caracterizará por la recesión de EU, la estanflación global y la captura de las instituciones financieras privadas occidentales por las entidades estatales provistas de su poderosos “fondos de riqueza soberana”.
Tampoco hay que exagerar, como el megaespeculador George Soros, que se trata de una crisis de la civilización “occidental (sic)”. Más que una crisis civilizatoria, padecemos, mejor dicho, el triple fin del mercantilismo al estilo Manchester de la globalización financiera al estilo Davos, hoy en la insolvencia crediticia y moral, y de la piratería anglosajona global. No está mal. ¿No será más bien todo lo contrario: que ahora pueda pervivir la verdadera quintaesencia civilizatoria “occidental” tan estropeada, de corte neorrenacentista humanista, donde el ser humano vuelva a colocarse por encima del mercado?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario