Pocos días antes de la toma de posesión de Felipe Calderón, del 1 de diciembre de 2006, Juan Camilo Mouriño Terrazo, coordinador todavía del equipo de transición y perfilado como jefe de la Oficina de la Presidencia, le ofreció a Manuel Espino aceptar una embajada a cambio de dejar la presidencia del Partido Acción Nacional (PAN).
El madrileño de nacimiento, gallego de formación y mexicano por adopción, cuya doble nacionalidad está pendiente de aclarar, se reunió con Espino y con Enrique Navarro, secretario de Fortalecimiento Interno del comité nacional del PAN, con el fin de advertirles que dejaran sus obligaciones partidistas a cambio de cargos en el gobierno federal que empezaría en unos días.
El plan estaba claro, les anticipó: Calderón tomaría el control del PAN y era mejor que ambos, lo mismo que el resto del CEN, presentasen su renuncia. Y, en caso de no hacerlo, de todos modos el Consejo Nacional, que entre otras facultades tiene la de elegir presidente de ese partido, sería totalmente calderonista.
“Nosotros vamos por la mayoría del Consejo Nacional y es muy sencillo: a los que no estén con nosotros los vamos a convencer, ofreciéndoles puestos en el gobierno”, les dijo Mouriño a Espino y a Navarro. “Sí, vamos a darles cargos”, aceptó, con cinismo.
Y así fue: la compra de conciencias en el PAN fue la divisa de Mouriño mediante la cual logró cumplir la orden de Calderón imponiendo a Germán Martínez en la presidencia de ese partido y ahora, en pago a ese y a otros servicios, lo nombra secretario de Gobernación para que actúe de manera análoga en un objetivo muy claro, uno de varios: la entrega de los recursos energéticos a los particulares, nacionales y extranjeros.
Pero del estilo de Mouriño sabe bien no sólo la facción antagónica a Calderón en el PAN --que no es la ultraderechista Organización Nacional del Yunque, con la que pactó--, sino un personaje que vive inscrita en la nómina gubernamental, pero que políticamente está en el limbo: Josefina Vázquez Mota.
La exsecretaria de Desarrollo Social, cuya información fue clave para tramar el uso de los programas sociales mediante el padrón electoral instrumentado por Diego Hildebrando Zavala --otro cuñadazo como Juan Ignacio--, paga las insidias de Mouriño: es sólo formalmente secretaria de Educación Pública y, en los hechos, subordinada de Elba Esther Gordillo, quien domina amplias parcelas de poder político y económico por decisión de Calderón.
Los panistas de Campeche, donde se asientan los negocios de la familia Mouriño --que en los ochenta llegó sin un centavo, aunque pronto una amistad con el exgobernador priista Abelardo Zavala--, saben mejor que nadie los modos de Mouriño: erigido como jefe máximo del PAN, en realidad un cacique, impone líneas, remueve dirigentes, designa candidatos, veta adversarios, expulsa a disidentes…
Campeche es, literalmente, la casa chica de Mouriño, cuya influencia rebasa el PAN, porque un amplio sector del priismo se le cuadra y el gobernador Jorge Carlos Hurtado, formalmente priista también, fue su empleado en el Grupo Energético del Sureste (GES), el negocio de la gallega familia que ha sido acusada, con pruebas, de lucrar ilegalmente con subsidios y de adulterar las máquinas de combustible para despachador litros de 800 mililitros.
Los métodos del gallego y su clan político en el PAN y en el gobierno están descritas a detalle y con información exclusivamente de panistas, en el capítulo “Mouriño, el cacique de Campeche” del libro El engaño, prédica y práctica del PAN, editado por Grijalbo.
Y su conducta hace distinguible lo que es autoridad
Uno de los que públicamente acusó a Mouriño de comprar votos de panistas fue el diputado federal Jorge Nordhausen, quien también fue depuesto de la presidencia del PAN en Campeche por decisión del operador de Calderón.
“El gobierno federal está comprando conciencias a través de su operador Juan Camilo”, acusó Nordhausen, quien aseguró que Mouriño celebró una reunión en su casa, el viernes 27 de abril, previo a la celebración del Consejo Estatal, para “comprar voluntades” entre panistas del estado, encabezadas por la presidenta estatal del PAN, Nelly Márquez.
“Sus palabras textuales fueron: ‘Tengo 40 subdelegaciones, con sueldos de 20 mil a 45 mil pesos mensuales, pero nosotros vamos a ganar el Consejo Estatal y el Consejo Nacional”, aseguró Nordhausen, quien acusó: “Mouriño tiene un poder discrecional para repartir el botín, aunque los designados no den el perfil.”
Por ejemplo, dijo, el delegado de la Secretaría de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca (Semarnat), Iván González López, es pediatra, pero además apoyó a los candidatos perredistas en las elecciones federales. “Es un acto totalmente incongruente de parte de Mouriño. ¡Incongruencia total, porque no tiene el perfil que se requiere y además apoyó al PRD; todos los carmelitas lo sabemos!”
--¿Y por qué lo nombró?
--Solamente porque él opera los intereses de Juan Camilo
Otro caso, añade, es el del nuevo delegado de la Procuraduría Agraria, Juan Manuel González Navarrete: “¡Desplazó a un panista que tenía 10 años trabajando en el sector y él es un técnico en computación, pero es operador de Mouriño!”
En la delegación del Registro Agrario Nacional, añadió, Mouriño nombró a Socorro Gamboa Vela: “¡Es una maestra de kínder! ¡Por favor! Ella también es operadora política a favor de sus intereses. Son votos cautivos.”
En la subgerencia corporativa de Desarrollo Social de Petróleos Mexicanos (Pemex) también intervino Mouriño al designar a Hiram Manzanero Carillo, afirmó Nordhousen: “¡Pero es maestro de karate! ¡Qué nos pasa!”.
Nordhousen expuso: “Estos actos de incongruencia tienen muy molestos a los campechanos, pero sobre todo a los panistas, como yo, que queremos regresar a la mística que teníamos, y ahora resulta que los altos funcionarios compran conciencias. ¡Mira cómo operaron la rechifla a Manuel Espino!”
--Con estas declaraciones lo pueden expulsar del PAN, ahora que lo controle Calderón.
--¡Ya qué más da! Pero no creo. Después de lo que pasó en León, ¿a poco van a expulsar a todos los que le chiflaron al jefe nacional? Eso no es el PAN. Son algunos individuos infiltrados que traen credencial y que, con fines perversos, operaron eso. Pero esa no es la cultura del PAN.
--Es el PAN de hoy.
--Con infiltrados, con fines perversos personales o de grupo, y encima de los intereses nacionales o por lo menos del partido.
De manera que lo que puede anticiparse de Mouriño en la Secretaría de Gobernación es un comportamiento autoritario que ya ha exhibido no sólo por ser ese su estilo, sino porque esa ha sido la exigencia de Calderón, un personaje que se hace pasar por doctrinario y que ha desarrollado las peores prácticas antidemocráticas de sus socios priistas, como Mario Marín y Ulises Ruiz.
Claro, Calderón también ha abrevado --y por eso se inscribió en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM)-- de la vertiente tecnocrática, la derecha perfumada que es tan autoritaria por fundamentalista como los que adulteran la voluntad popular.
Pero, como otras conductas del PAN-gobierno, lo que era deleznable en el PRI, sus presidentes y gobernadores --y hasta alcaldes--, se ha convertido en virtuoso en Calderón y sus huestes: El uso y abuso del poder con fines facciosos, como en el caso de Mouriño en el partido de la derecha y que ahora busca trasladarlo al país.
Mouriño llega a la Secretaría de Gobernación con los métodos autoritarios, credenciales que da el poder, pero falta que imponga la autoridad a secas. Se ve remoto, porque se ha ido imponiendo la burla y su nebuloso origen familiar por su madre y sus abuelos maternos.
Por cierto, en la ciudad de México, sólo hay dos personas que llevan el apellido Terrazo. ¿Los lectores de todo el país podrían informar a este espacio cuántas familias con ese apellido habitan en sus lugares de residencia?
Apuntes
Aquí lo anticipamos: el gobierno panista de Guanajuato rechazó la recomendación de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) para solicitar disculpas, públicas y por escrito, a los directores de los diarios A.M., Enrique Gómez, y El Correo, Arnoldo Cuéllar. La deleznable conducta del gobernador Juan Manuel Oliva –quien hace muchos años reporteó para El Sol de México y que, según sus compañeros, era realmente malo-- encaja en la lógica de la impunidad que se ha impuesto en México. No pasa nada. A ver si ya lo entienden los señores del A.M., quienes erróneamente piensan que Calderón, a quien tanto elogian, piensa distinto a sus socios de El Yunque. ¡Qué tontería!
El madrileño de nacimiento, gallego de formación y mexicano por adopción, cuya doble nacionalidad está pendiente de aclarar, se reunió con Espino y con Enrique Navarro, secretario de Fortalecimiento Interno del comité nacional del PAN, con el fin de advertirles que dejaran sus obligaciones partidistas a cambio de cargos en el gobierno federal que empezaría en unos días.
El plan estaba claro, les anticipó: Calderón tomaría el control del PAN y era mejor que ambos, lo mismo que el resto del CEN, presentasen su renuncia. Y, en caso de no hacerlo, de todos modos el Consejo Nacional, que entre otras facultades tiene la de elegir presidente de ese partido, sería totalmente calderonista.
“Nosotros vamos por la mayoría del Consejo Nacional y es muy sencillo: a los que no estén con nosotros los vamos a convencer, ofreciéndoles puestos en el gobierno”, les dijo Mouriño a Espino y a Navarro. “Sí, vamos a darles cargos”, aceptó, con cinismo.
Y así fue: la compra de conciencias en el PAN fue la divisa de Mouriño mediante la cual logró cumplir la orden de Calderón imponiendo a Germán Martínez en la presidencia de ese partido y ahora, en pago a ese y a otros servicios, lo nombra secretario de Gobernación para que actúe de manera análoga en un objetivo muy claro, uno de varios: la entrega de los recursos energéticos a los particulares, nacionales y extranjeros.
Pero del estilo de Mouriño sabe bien no sólo la facción antagónica a Calderón en el PAN --que no es la ultraderechista Organización Nacional del Yunque, con la que pactó--, sino un personaje que vive inscrita en la nómina gubernamental, pero que políticamente está en el limbo: Josefina Vázquez Mota.
La exsecretaria de Desarrollo Social, cuya información fue clave para tramar el uso de los programas sociales mediante el padrón electoral instrumentado por Diego Hildebrando Zavala --otro cuñadazo como Juan Ignacio--, paga las insidias de Mouriño: es sólo formalmente secretaria de Educación Pública y, en los hechos, subordinada de Elba Esther Gordillo, quien domina amplias parcelas de poder político y económico por decisión de Calderón.
Los panistas de Campeche, donde se asientan los negocios de la familia Mouriño --que en los ochenta llegó sin un centavo, aunque pronto una amistad con el exgobernador priista Abelardo Zavala--, saben mejor que nadie los modos de Mouriño: erigido como jefe máximo del PAN, en realidad un cacique, impone líneas, remueve dirigentes, designa candidatos, veta adversarios, expulsa a disidentes…
Campeche es, literalmente, la casa chica de Mouriño, cuya influencia rebasa el PAN, porque un amplio sector del priismo se le cuadra y el gobernador Jorge Carlos Hurtado, formalmente priista también, fue su empleado en el Grupo Energético del Sureste (GES), el negocio de la gallega familia que ha sido acusada, con pruebas, de lucrar ilegalmente con subsidios y de adulterar las máquinas de combustible para despachador litros de 800 mililitros.
Los métodos del gallego y su clan político en el PAN y en el gobierno están descritas a detalle y con información exclusivamente de panistas, en el capítulo “Mouriño, el cacique de Campeche” del libro El engaño, prédica y práctica del PAN, editado por Grijalbo.
Y su conducta hace distinguible lo que es autoridad
Uno de los que públicamente acusó a Mouriño de comprar votos de panistas fue el diputado federal Jorge Nordhausen, quien también fue depuesto de la presidencia del PAN en Campeche por decisión del operador de Calderón.
“El gobierno federal está comprando conciencias a través de su operador Juan Camilo”, acusó Nordhausen, quien aseguró que Mouriño celebró una reunión en su casa, el viernes 27 de abril, previo a la celebración del Consejo Estatal, para “comprar voluntades” entre panistas del estado, encabezadas por la presidenta estatal del PAN, Nelly Márquez.
“Sus palabras textuales fueron: ‘Tengo 40 subdelegaciones, con sueldos de 20 mil a 45 mil pesos mensuales, pero nosotros vamos a ganar el Consejo Estatal y el Consejo Nacional”, aseguró Nordhausen, quien acusó: “Mouriño tiene un poder discrecional para repartir el botín, aunque los designados no den el perfil.”
Por ejemplo, dijo, el delegado de la Secretaría de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca (Semarnat), Iván González López, es pediatra, pero además apoyó a los candidatos perredistas en las elecciones federales. “Es un acto totalmente incongruente de parte de Mouriño. ¡Incongruencia total, porque no tiene el perfil que se requiere y además apoyó al PRD; todos los carmelitas lo sabemos!”
--¿Y por qué lo nombró?
--Solamente porque él opera los intereses de Juan Camilo
Otro caso, añade, es el del nuevo delegado de la Procuraduría Agraria, Juan Manuel González Navarrete: “¡Desplazó a un panista que tenía 10 años trabajando en el sector y él es un técnico en computación, pero es operador de Mouriño!”
En la delegación del Registro Agrario Nacional, añadió, Mouriño nombró a Socorro Gamboa Vela: “¡Es una maestra de kínder! ¡Por favor! Ella también es operadora política a favor de sus intereses. Son votos cautivos.”
En la subgerencia corporativa de Desarrollo Social de Petróleos Mexicanos (Pemex) también intervino Mouriño al designar a Hiram Manzanero Carillo, afirmó Nordhousen: “¡Pero es maestro de karate! ¡Qué nos pasa!”.
Nordhousen expuso: “Estos actos de incongruencia tienen muy molestos a los campechanos, pero sobre todo a los panistas, como yo, que queremos regresar a la mística que teníamos, y ahora resulta que los altos funcionarios compran conciencias. ¡Mira cómo operaron la rechifla a Manuel Espino!”
--Con estas declaraciones lo pueden expulsar del PAN, ahora que lo controle Calderón.
--¡Ya qué más da! Pero no creo. Después de lo que pasó en León, ¿a poco van a expulsar a todos los que le chiflaron al jefe nacional? Eso no es el PAN. Son algunos individuos infiltrados que traen credencial y que, con fines perversos, operaron eso. Pero esa no es la cultura del PAN.
--Es el PAN de hoy.
--Con infiltrados, con fines perversos personales o de grupo, y encima de los intereses nacionales o por lo menos del partido.
De manera que lo que puede anticiparse de Mouriño en la Secretaría de Gobernación es un comportamiento autoritario que ya ha exhibido no sólo por ser ese su estilo, sino porque esa ha sido la exigencia de Calderón, un personaje que se hace pasar por doctrinario y que ha desarrollado las peores prácticas antidemocráticas de sus socios priistas, como Mario Marín y Ulises Ruiz.
Claro, Calderón también ha abrevado --y por eso se inscribió en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM)-- de la vertiente tecnocrática, la derecha perfumada que es tan autoritaria por fundamentalista como los que adulteran la voluntad popular.
Pero, como otras conductas del PAN-gobierno, lo que era deleznable en el PRI, sus presidentes y gobernadores --y hasta alcaldes--, se ha convertido en virtuoso en Calderón y sus huestes: El uso y abuso del poder con fines facciosos, como en el caso de Mouriño en el partido de la derecha y que ahora busca trasladarlo al país.
Mouriño llega a la Secretaría de Gobernación con los métodos autoritarios, credenciales que da el poder, pero falta que imponga la autoridad a secas. Se ve remoto, porque se ha ido imponiendo la burla y su nebuloso origen familiar por su madre y sus abuelos maternos.
Por cierto, en la ciudad de México, sólo hay dos personas que llevan el apellido Terrazo. ¿Los lectores de todo el país podrían informar a este espacio cuántas familias con ese apellido habitan en sus lugares de residencia?
Apuntes
Aquí lo anticipamos: el gobierno panista de Guanajuato rechazó la recomendación de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) para solicitar disculpas, públicas y por escrito, a los directores de los diarios A.M., Enrique Gómez, y El Correo, Arnoldo Cuéllar. La deleznable conducta del gobernador Juan Manuel Oliva –quien hace muchos años reporteó para El Sol de México y que, según sus compañeros, era realmente malo-- encaja en la lógica de la impunidad que se ha impuesto en México. No pasa nada. A ver si ya lo entienden los señores del A.M., quienes erróneamente piensan que Calderón, a quien tanto elogian, piensa distinto a sus socios de El Yunque. ¡Qué tontería!
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