Por: Gerardo Fernández Casanova
“Que el fraude electoral jamás se olvide”
En México se viven momentos de enorme intensidad y trascendencia histórica; el asunto petrolero, de suyo importante, está colocando al centro del conflicto el concepto y el ejercicio de la democracia. De un lado, la derecha obstinada en la apertura privatizadora del recurso nacional por excelencia, se atrinchera y se encierra en el castillo de su democracia representativa, made in usa, en tanto que la izquierda nacionalista, defensora a ultranza del dominio exclusivo de la nación sobre el petróleo y los energéticos, se organiza en las plazas para ejercer la democracia popular, participativa y directa. La circunstancia es inédita en el país y son muy pocas las experiencias internacionales en la materia y, particularmente, las exitosas. Creo que vale mucho la pena hacer la lectura de los acontecimientos desde la óptica de esta confrontación y darles el correspondiente seguimiento, en términos de tratar de consignar la experiencia.
1.- El PAN y su gobierno espurio tienen un diagnóstico acertado de la realidad; saben por sus encuestas que la mayoría de los mexicanos no comparte sus afanes privatizadores. De ahí que su discurso ofrezca la imagen de no buscar la privatización de PEMEX, garantizando que seguirá siendo de los mexicanos; desde la campaña presidencial de Fox y la de Calderón se ha mantenido tal postura. En contraste, el discurso en corto, principalmente con los inversionistas internacionales, y en las acciones de gobierno muestran una actitud de invitación a participar en el sector energético mexicano ofreciendo la negada apertura. Aplican una costosa campaña mediática para modificar la opinión pública y tornarla favorable a sus intereses, tanto a base de exhibir como indispensable la apertura para poder acceder a las riquezas del fondo del mar, como para denostar a quienes se oponen, presentando a AMLO como violento e intolerante, incapaz de debatir. Negocian y cabildean con los legisladores priístas la posibilidad de ir juntos para tener mayoría en las cámaras y aprobar, vía aplanadora, las reformas consideradas indispensables. Manejan los tiempos buscando la oportunidad del desgaste de la oposición.
2.- Por su parte, el movimiento de la resistencia en defensa de los recursos naturales se aplica a la organización y al diseño de las acciones de presión en rechazo a la iniciativa privatizadora. El día de ayer (25/03/08) se volvió a colmar el zócalo de la Ciudad de México en la Asamblea Informativa de la Convención Nacional Democrática, en respuesta a una muy arriesgada convocatoria de Andrés Manuel a escasos ocho días de haber colmado el sitio en plena Semana Santa. Contrario a lo que la experiencia recomendaría, la gente no sólo no se cansa, sino que aumenta su decisión de participar en la defensa del patrimonio nacional. En una mezcla de coraje y alegría la gente canta: “nos tienen miedo porque no tenemos miedo” y se dispone a llevar su decisión hasta donde haga falta. Se muestra una enorme capacidad de imaginación creativa en el diseño escalonado de presiones, desde cierres carreteros y aeroportuarios hasta el paro nacional de ser necesario, hasta conjurar la amenaza de la privatización.
3.- La derecha se ampara en una legalidad y una institucionalidad caducas, en tanto que por el lado del pueblo se hace mérito a la legitimidad de la voluntad mayoritaria. La primera se confió en la supuesta eficacia de la desinformación mediática para acabar con “el peligro para México” personificado en el liderazgo de Andrés Manuel López Obrador, para toparse con que no sólo está vivo, sino fortalecido. También apostó la derecha al conflicto de la renovación de los dirigentes del PRD, desde siempre vista como de alta conflictividad, para encontrar que el movimiento y su liderazgo corren por vías diferentes al de los partidos, lo que abre otro renglón de análisis respecto de la caducidad del sistema de la democracia representativa y su régimen de partidos, tema que dejo para siguientes capítulos.
4.- Hace poco más de un año nos preguntábamos cómo podría darse cauce al proyecto de transformar las instituciones desde la resistencia y la movilización popular. No había respuestas. La única fue la apuesta a mantener viva la esperanza popular. Hoy, el andar el camino de dar seguimiento a los agravios y alimentar afirmativamente la protesta, va mostrando las nuevas maneras de hacer política y de empujar la transformación. Hay varios conflictos vivos que marchan en este camino: el rechazo a la reforma pensionaria de la Ley del ISSSTE, ligado con el creciente movimiento de oposición a la dirigente del magisterio cercano a lograr su defenestración; el movimiento campesino en defensa del maíz y su correlato con el TLC; la batalla de los mineros por la integridad de su sindicato y contra los embates del gobierno y de la patronal; el triunfo del Sindicato Mexicano de Electricistas que conjuró el peligro de la liquidación de Luz y Fuerza del Centro; la Asamblea de los Pueblos de Oaxaca que mantiene sus demandas y se organiza a mayor profundidad; se avecina la movilización sindical contra la reforma laboral, llevada de manera tenue a las cámaras, entre otras muchas movilizaciones que manifiestan el hartazgo popular respecto del modelo imperante. Todo ello hace el caldo gordo a la creación de las nuevas formas de institucionalidad.
En esto de la construcción de la nueva institucionalidad democrática se hace camino al andar. Andémoslo pues.
“Que el fraude electoral jamás se olvide”
En México se viven momentos de enorme intensidad y trascendencia histórica; el asunto petrolero, de suyo importante, está colocando al centro del conflicto el concepto y el ejercicio de la democracia. De un lado, la derecha obstinada en la apertura privatizadora del recurso nacional por excelencia, se atrinchera y se encierra en el castillo de su democracia representativa, made in usa, en tanto que la izquierda nacionalista, defensora a ultranza del dominio exclusivo de la nación sobre el petróleo y los energéticos, se organiza en las plazas para ejercer la democracia popular, participativa y directa. La circunstancia es inédita en el país y son muy pocas las experiencias internacionales en la materia y, particularmente, las exitosas. Creo que vale mucho la pena hacer la lectura de los acontecimientos desde la óptica de esta confrontación y darles el correspondiente seguimiento, en términos de tratar de consignar la experiencia.
1.- El PAN y su gobierno espurio tienen un diagnóstico acertado de la realidad; saben por sus encuestas que la mayoría de los mexicanos no comparte sus afanes privatizadores. De ahí que su discurso ofrezca la imagen de no buscar la privatización de PEMEX, garantizando que seguirá siendo de los mexicanos; desde la campaña presidencial de Fox y la de Calderón se ha mantenido tal postura. En contraste, el discurso en corto, principalmente con los inversionistas internacionales, y en las acciones de gobierno muestran una actitud de invitación a participar en el sector energético mexicano ofreciendo la negada apertura. Aplican una costosa campaña mediática para modificar la opinión pública y tornarla favorable a sus intereses, tanto a base de exhibir como indispensable la apertura para poder acceder a las riquezas del fondo del mar, como para denostar a quienes se oponen, presentando a AMLO como violento e intolerante, incapaz de debatir. Negocian y cabildean con los legisladores priístas la posibilidad de ir juntos para tener mayoría en las cámaras y aprobar, vía aplanadora, las reformas consideradas indispensables. Manejan los tiempos buscando la oportunidad del desgaste de la oposición.
2.- Por su parte, el movimiento de la resistencia en defensa de los recursos naturales se aplica a la organización y al diseño de las acciones de presión en rechazo a la iniciativa privatizadora. El día de ayer (25/03/08) se volvió a colmar el zócalo de la Ciudad de México en la Asamblea Informativa de la Convención Nacional Democrática, en respuesta a una muy arriesgada convocatoria de Andrés Manuel a escasos ocho días de haber colmado el sitio en plena Semana Santa. Contrario a lo que la experiencia recomendaría, la gente no sólo no se cansa, sino que aumenta su decisión de participar en la defensa del patrimonio nacional. En una mezcla de coraje y alegría la gente canta: “nos tienen miedo porque no tenemos miedo” y se dispone a llevar su decisión hasta donde haga falta. Se muestra una enorme capacidad de imaginación creativa en el diseño escalonado de presiones, desde cierres carreteros y aeroportuarios hasta el paro nacional de ser necesario, hasta conjurar la amenaza de la privatización.
3.- La derecha se ampara en una legalidad y una institucionalidad caducas, en tanto que por el lado del pueblo se hace mérito a la legitimidad de la voluntad mayoritaria. La primera se confió en la supuesta eficacia de la desinformación mediática para acabar con “el peligro para México” personificado en el liderazgo de Andrés Manuel López Obrador, para toparse con que no sólo está vivo, sino fortalecido. También apostó la derecha al conflicto de la renovación de los dirigentes del PRD, desde siempre vista como de alta conflictividad, para encontrar que el movimiento y su liderazgo corren por vías diferentes al de los partidos, lo que abre otro renglón de análisis respecto de la caducidad del sistema de la democracia representativa y su régimen de partidos, tema que dejo para siguientes capítulos.
4.- Hace poco más de un año nos preguntábamos cómo podría darse cauce al proyecto de transformar las instituciones desde la resistencia y la movilización popular. No había respuestas. La única fue la apuesta a mantener viva la esperanza popular. Hoy, el andar el camino de dar seguimiento a los agravios y alimentar afirmativamente la protesta, va mostrando las nuevas maneras de hacer política y de empujar la transformación. Hay varios conflictos vivos que marchan en este camino: el rechazo a la reforma pensionaria de la Ley del ISSSTE, ligado con el creciente movimiento de oposición a la dirigente del magisterio cercano a lograr su defenestración; el movimiento campesino en defensa del maíz y su correlato con el TLC; la batalla de los mineros por la integridad de su sindicato y contra los embates del gobierno y de la patronal; el triunfo del Sindicato Mexicano de Electricistas que conjuró el peligro de la liquidación de Luz y Fuerza del Centro; la Asamblea de los Pueblos de Oaxaca que mantiene sus demandas y se organiza a mayor profundidad; se avecina la movilización sindical contra la reforma laboral, llevada de manera tenue a las cámaras, entre otras muchas movilizaciones que manifiestan el hartazgo popular respecto del modelo imperante. Todo ello hace el caldo gordo a la creación de las nuevas formas de institucionalidad.
En esto de la construcción de la nueva institucionalidad democrática se hace camino al andar. Andémoslo pues.
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