Por: Dick Emanuelsson
Si en el supuesto caso que la periodista Marta Ruiz, de la revista Semana, fuera declarada objetivo militar por una organización armada bajo los siguientes señalamientos:
1. Es una agente encubierta de la inteligencia militar colombiana.
2. Es una agente encubierta del imperialismo a través de la SIP, Sociedad Interamericana de Prensa.
3. Es una representante de un medio de comunicación de la genuflexa y asesina oligarquía colombiana, que ha participado en diferentes eventos nacionales e internacionales como vocera de esa ideología dañina.
4. Porque trabaja para la Revista Semana y ésta no es otra cosa que un medio al servicio de la guerra total del narcopresidente Alvaro Uribe Vélez.
¿Cómo se sentirá ahora Marta Ruiz, después de leer la declaración anterior? ¿Se le seca la boca? ¿Suda frío? ¿Pensará primero que “no puede ser” o el “por qué a mí”? ¿Pensará en su familia? ¿Pensará en sacar su familia del país? ¿Le pasará por la mente el qué va a hacer con la deuda hipotecaria de su casa, con su carro, con los bienes muebles que posee? ¿Difícil situación, verdad?
Bueno. Menos mal eso a ella no le ha ocurrido. ¡Pero a mí sí! Y gracias a una infame publicación de la revista Semana en donde se me acusa de ser un “puente entre el Secretariado de las FARC y la prensa europea”. Y es en esa revista Semana donde ella trabaja y es la encargada de los temas de orden público. Y como tal, era bajo ese tópico que hemos intercambiado solamente tres mensajes.
Pero para el colega de Marta Ruiz, Camilo Jiménez, que escribió desde Berlín para la revista Semana, y ésta lo publicó el 16 de febrero de 2008: “El frente europeo de las FARC”. En una colección de las más ridículas mentiras, ese sujeto dice: “Por encargo de las Farc, el trabajo será realizado por un documentalista chileno radicado en Holanda que se hace llamar Ivan van der Boer. El guión ha sido aprobado por 'Raúl Reyes'. Los puentes de la guerrilla para su posproducción en Europa, también en este caso, permanecen los habituales: un corresponsal sueco con el nombre de Dick Emmanuelson (ni siquiera lo escribe correcto), que lleva trabajando en Colombia más de 20 años y es cofundador de Anncol, establece los contactos con la prensa europea y coordina la producción del documental en Europa”.
Cualquier periodista con ética y un mínimo de tiempo en el gremio, sabe que tan peligrosa sindicación requiere de varias cosas: Unos sólidos elementos de juicio -que de seguro no los tiene-, pruebas muy contundentes -que no las presenta- y una fuente sumamente seria y creíble. Además, una confrontación con el sindicado. Si esto no ocurre, se descalifica su publicación.
De la revista Semana nadie me contactó. Leí la horrible sindicación en la edición digital e inmediatamente escribí una carta abierta a la redacción de Semana, la cual ni siquiera han tenido la amabilidad de contestar, pisoteando TODOS los principios éticos y profesionales del periodismo.
Si la labor de la revista Semana era colgarme una lápida en el cuello, pueden celebrar que ya lo lograron. Soy objetivo militar.
Así como la foto de Reyes y Larrea que publicó El Tiempo.
Los colegas de Marta Ruiz y la revista Semana, los dueños de El Tiempo, publicaron una foto de Patricio Echegaray, presidente del Partido Comunista de Argentina, colocándolo cómo Gustavo Larrea, el Ministro de Seguridad y de Justicia del Ecuador. Es la misma irresponsabilidad con la que Semana me señala. Es el mismo libreto de la inteligencia militar/policial del Estado, que entrega a los Idiotas Utiles (IU) una foto, y les ordena: “¡Publíquenla!, ése es el ministro jodón del Ecuador que tenemos que apretar un poco porque nos niega el derecho a la ‘Guerra Preventiva’”.
Escribió el columnista de EL TIEMPO, Oscar Collazos, bajo el titulo “QUINTA COLUMNA, Prensa, filtraciones, credibilidad”, acerca del montaje de El Tiempo:
“Dicha filtración tenía el propósito de reafirmar la tesis de que el vecino país del sur ha tolerado y auspiciado la presencia de esa guerrilla en su territorio. Tan claro era el propósito, que se distribuyeron copias de la nota de EL TIEMPO en unas reuniones que venían ya enrarecidas y en las que se jugaba una salida diplomática del conflicto entre los dos países”.
Dicen los directores de El Tiempo que fueron “engañados”. Pues no comemos cuento señores Santos. Si recién hubiesen salido de la facultad de Comunicación Social, quizás hubiésemos tragado el cuento. Pero con un diario con tantos años de mentir sistemáticamente a sus lectores, no. No comimos cuento.
Y remata Collazos:
“El episodio que condujo a este periódico a su editorial del martes debería ser tenido cómo ejemplo de las difíciles relaciones que los informadores mantienen con las fuentes oficiales. Y no porque estas no sean también fuentes, sino porque esas informaciones SON POCAS VECES SOMETIDAS A VERIFICACION (…) abundan los ejemplos en los cuales falsos positivos y mentiras de más alto calibre han puesto en entredicho la catadura moral de organismos y altos funcionarios del Gobierno”.
¿Dónde está la evidencia de Semana con respecto a la sindicación que me hizo?
Dice Marta Ruiz, en uno de los tres únicos correos que intercambiamos la semana pasada:
“La verdad Dick, conocí de la carta y sé que la discutieron. No sé si discutieron el asunto de la veracidad, sino que supongo, la idea de preguntarle al autor del reportaje sobre el sustento de su afirmación. Cómo tu sabes, ese reportaje fue escrito por una persona que vive en Europa e incluso estaba firmado por él. No conocí el reportaje antes de ser publicado... en todo caso, en lo personal, lo siento”.
Marta Ruiz, la única persona de la revista Semana que me ha contestado en mi derecho a réplica, dice que aparentemente no ha estado involucrada en el reportaje. No lo creo. Porque en temas del calibre, como es éste, se reúnen todos los miembros de la redacción del medio para discutir muy a fondo y confrontar los argumentos, las sindicaciones, las denuncias y ponerlos en una balanza para valorar la credibilidad de ellos. Eso ocurre en los medios europeos al menos. Supongo que debería pasar lo mismo en Colombia.
Otra cosa: Marta Ruiz ha sido enviada a Centroamérica para representar a la Revista Semana en eventos organizados por la SIP (los dueños de los medios en el continente americano y feroces enemigos de todo lo que huela a izquierda, Cuba y Venezuela). Ella hace declaraciones públicas en el nombre de la revista Semana a la prensa extranjera y es encargada en la redacción de los temas de orden público, es decir, la guerra en Colombia. Después del bombardeo del campamento del comandante Raúl Reyes hizo declaraciones al diario sueco Dagens Nyheter.
¿Pero qué dice Marta Ruiz sobre el reportaje “El Frente Europeo de las FARC” del corresponsal de la revista Semana en Europa?
1. No sabe si los directores discutieron la veracidad del colega en Europa.
2. Confirma que en Semana no es el colectivo de la redacción y los directores que asumen la responsabilidad sobre la VERACIDAD de las sindicaciones sino el autor; “La idea de preguntarle al autor del reportaje sobre el sustento de su afirmación”.
3. El corresponsal vive en Europa y hasta que fue firmado por él, sostiene y que por eso la revista Semana se lava las manos y voltea la carga de la prueba al corresponsal en Europa. ¡Qué barbaridad!
Señores (as) de la revista Semana: ¡Ustedes lo publicaron, ustedes deben responder por las sindicaciones!
Los “Falsos Positivos” mediáticos
En el caso de la foto, Larrea-Reyes, publicada por El Tiempo y el reportaje del “Frente Europeo de las Farc”, de la revista Semana, donde me sindican de ser “puente” entre las FARC y los medios europeos, es obvio para todos los periodistas colombianos y extranjeros que cubren el país, que los canales existentes y abiertos entre la inteligencia militar y los medios de comunicación son una realidad. El Estado terrorista de Uribe quizás ha sido el más eficaz con los medios para que estos se pongan al servicio de la guerra en Colombia. El Departamento E-5, de la inteligencia del ejército, en donde uno de los mejores periodistas colombianos prestan su servicio, está más activo que nunca y es una pieza clave en la Guerra Psicológica contra el pueblo colombiano.
Los “Falsos Positivos” de atentados con bombas, también tienen su paralelo virtual y escrito en la prensa colombiana. El Tiempo y la revista Semana son claros ejemplos de eso. Es decir, el estrecho “contacto” con los organismos de seguridad como el DAS o el E-5, consiste en que ellos les entregan documentos, fotos, videos, copias de llamadas telefónicas o de correos electrónicos “chuzados” a los periodistas que deberían verificar que los documentos son de alta credibilidad y lo que ellos dicen es verdad; pero que en realidad los periodistas corren a publicar sin el menor análisis.
Por eso me dio risa y pensé, cuando vi la foto de Patricio Echegaray, que aquí tenemos un nuevo caso de cómo estos agentes han logrado plantar una nueva “prueba” en la prensa colombiana. Al dirigente comunista argentino lo entrevisté en el 2001 y en el 2005 en Buenos Aires y sabia, porque fue publicado en varios medios argentinos, que el argentino se había entrevistado con Raúl Reyes en el 2005 [1].
Los periodistas que juegan guerra
Lo he dicho antes al respecto del periodismo colombiano, pero vale la pena repetirlo para todos : Una noticia falsa publicada puede destruir la vida de una persona. No descubro el agua tibia con ello, lo sé. Pero se los recuerdo a quienes se dicen llamar periodistas.
¿Dónde está la “objetividad”? ¿Es posible ejercer el periodismo, investigando, cuestionando y presentando resultados a los lectores, televidentes o radioescuchas, cuando el periodista se pone el uniforme del ejército colombiano, jugando a la guerra, como suelen hacer los periodistas colombianos en el campo de entrenamientos del ejército en Tolemaida? ¿Cómo va a denunciar al coronel XX por masacres si éste te entregó el uniforme ese domingo y te puso el fusil Galil en el hombro para que te sintieras como un “Soldado de la Patria”?
Esos cursos que organizan las fuerzas militares anualmente para los periodistas, es parte de la guerra psicológica para armar y forjar unos medios de comunicación al servicio de la guerra total. Los periodistas ingenuos en uniforme verde olivo ya no son tan ingenuos e inocentes después de “la batalla”, porque ya no pueden romper la cadena que colocó el coronel ese domingo en sus cuellos de periodistas.
¿Cómo va a poder cuestionar un periodista las “pruebas” que ahora Bush, Uribe, los patronos de la revista Semana y la familia Santos, dicen poseer desde los tres computadores blindados de Raúl Reyes, si han jugado a la guerra en Tolemaida con sus colegas colombianos?
Con toda seguridad que encontrarán fotos, cartas y publicaciones mías en esos discos duros que de “milagro” confirman lo que sale en el reportaje infame de la revista Semana.
¿Pero tendrán la certeza que no son pruebas plantadas? ¿Se atreverán otra vez a publicar algo en donde seguramente harán el ridículo internacional como los directores de El Tiempo?
Periodistas, señora Marta Ruiz: Piensen, investiguen, cuestionen, confronten y hablen con los protagonistas involucrados antes de sacar sus propias conclusiones apresuradas y evitarán juicios éticos y legales futuros.
Si en el supuesto caso que la periodista Marta Ruiz, de la revista Semana, fuera declarada objetivo militar por una organización armada bajo los siguientes señalamientos:
1. Es una agente encubierta de la inteligencia militar colombiana.
2. Es una agente encubierta del imperialismo a través de la SIP, Sociedad Interamericana de Prensa.
3. Es una representante de un medio de comunicación de la genuflexa y asesina oligarquía colombiana, que ha participado en diferentes eventos nacionales e internacionales como vocera de esa ideología dañina.
4. Porque trabaja para la Revista Semana y ésta no es otra cosa que un medio al servicio de la guerra total del narcopresidente Alvaro Uribe Vélez.
¿Cómo se sentirá ahora Marta Ruiz, después de leer la declaración anterior? ¿Se le seca la boca? ¿Suda frío? ¿Pensará primero que “no puede ser” o el “por qué a mí”? ¿Pensará en su familia? ¿Pensará en sacar su familia del país? ¿Le pasará por la mente el qué va a hacer con la deuda hipotecaria de su casa, con su carro, con los bienes muebles que posee? ¿Difícil situación, verdad?
Bueno. Menos mal eso a ella no le ha ocurrido. ¡Pero a mí sí! Y gracias a una infame publicación de la revista Semana en donde se me acusa de ser un “puente entre el Secretariado de las FARC y la prensa europea”. Y es en esa revista Semana donde ella trabaja y es la encargada de los temas de orden público. Y como tal, era bajo ese tópico que hemos intercambiado solamente tres mensajes.
Pero para el colega de Marta Ruiz, Camilo Jiménez, que escribió desde Berlín para la revista Semana, y ésta lo publicó el 16 de febrero de 2008: “El frente europeo de las FARC”. En una colección de las más ridículas mentiras, ese sujeto dice: “Por encargo de las Farc, el trabajo será realizado por un documentalista chileno radicado en Holanda que se hace llamar Ivan van der Boer. El guión ha sido aprobado por 'Raúl Reyes'. Los puentes de la guerrilla para su posproducción en Europa, también en este caso, permanecen los habituales: un corresponsal sueco con el nombre de Dick Emmanuelson (ni siquiera lo escribe correcto), que lleva trabajando en Colombia más de 20 años y es cofundador de Anncol, establece los contactos con la prensa europea y coordina la producción del documental en Europa”.
Cualquier periodista con ética y un mínimo de tiempo en el gremio, sabe que tan peligrosa sindicación requiere de varias cosas: Unos sólidos elementos de juicio -que de seguro no los tiene-, pruebas muy contundentes -que no las presenta- y una fuente sumamente seria y creíble. Además, una confrontación con el sindicado. Si esto no ocurre, se descalifica su publicación.
De la revista Semana nadie me contactó. Leí la horrible sindicación en la edición digital e inmediatamente escribí una carta abierta a la redacción de Semana, la cual ni siquiera han tenido la amabilidad de contestar, pisoteando TODOS los principios éticos y profesionales del periodismo.
Si la labor de la revista Semana era colgarme una lápida en el cuello, pueden celebrar que ya lo lograron. Soy objetivo militar.
Así como la foto de Reyes y Larrea que publicó El Tiempo.
Los colegas de Marta Ruiz y la revista Semana, los dueños de El Tiempo, publicaron una foto de Patricio Echegaray, presidente del Partido Comunista de Argentina, colocándolo cómo Gustavo Larrea, el Ministro de Seguridad y de Justicia del Ecuador. Es la misma irresponsabilidad con la que Semana me señala. Es el mismo libreto de la inteligencia militar/policial del Estado, que entrega a los Idiotas Utiles (IU) una foto, y les ordena: “¡Publíquenla!, ése es el ministro jodón del Ecuador que tenemos que apretar un poco porque nos niega el derecho a la ‘Guerra Preventiva’”.
Escribió el columnista de EL TIEMPO, Oscar Collazos, bajo el titulo “QUINTA COLUMNA, Prensa, filtraciones, credibilidad”, acerca del montaje de El Tiempo:
“Dicha filtración tenía el propósito de reafirmar la tesis de que el vecino país del sur ha tolerado y auspiciado la presencia de esa guerrilla en su territorio. Tan claro era el propósito, que se distribuyeron copias de la nota de EL TIEMPO en unas reuniones que venían ya enrarecidas y en las que se jugaba una salida diplomática del conflicto entre los dos países”.
Dicen los directores de El Tiempo que fueron “engañados”. Pues no comemos cuento señores Santos. Si recién hubiesen salido de la facultad de Comunicación Social, quizás hubiésemos tragado el cuento. Pero con un diario con tantos años de mentir sistemáticamente a sus lectores, no. No comimos cuento.
Y remata Collazos:
“El episodio que condujo a este periódico a su editorial del martes debería ser tenido cómo ejemplo de las difíciles relaciones que los informadores mantienen con las fuentes oficiales. Y no porque estas no sean también fuentes, sino porque esas informaciones SON POCAS VECES SOMETIDAS A VERIFICACION (…) abundan los ejemplos en los cuales falsos positivos y mentiras de más alto calibre han puesto en entredicho la catadura moral de organismos y altos funcionarios del Gobierno”.
¿Dónde está la evidencia de Semana con respecto a la sindicación que me hizo?
Dice Marta Ruiz, en uno de los tres únicos correos que intercambiamos la semana pasada:
“La verdad Dick, conocí de la carta y sé que la discutieron. No sé si discutieron el asunto de la veracidad, sino que supongo, la idea de preguntarle al autor del reportaje sobre el sustento de su afirmación. Cómo tu sabes, ese reportaje fue escrito por una persona que vive en Europa e incluso estaba firmado por él. No conocí el reportaje antes de ser publicado... en todo caso, en lo personal, lo siento”.
Marta Ruiz, la única persona de la revista Semana que me ha contestado en mi derecho a réplica, dice que aparentemente no ha estado involucrada en el reportaje. No lo creo. Porque en temas del calibre, como es éste, se reúnen todos los miembros de la redacción del medio para discutir muy a fondo y confrontar los argumentos, las sindicaciones, las denuncias y ponerlos en una balanza para valorar la credibilidad de ellos. Eso ocurre en los medios europeos al menos. Supongo que debería pasar lo mismo en Colombia.
Otra cosa: Marta Ruiz ha sido enviada a Centroamérica para representar a la Revista Semana en eventos organizados por la SIP (los dueños de los medios en el continente americano y feroces enemigos de todo lo que huela a izquierda, Cuba y Venezuela). Ella hace declaraciones públicas en el nombre de la revista Semana a la prensa extranjera y es encargada en la redacción de los temas de orden público, es decir, la guerra en Colombia. Después del bombardeo del campamento del comandante Raúl Reyes hizo declaraciones al diario sueco Dagens Nyheter.
¿Pero qué dice Marta Ruiz sobre el reportaje “El Frente Europeo de las FARC” del corresponsal de la revista Semana en Europa?
1. No sabe si los directores discutieron la veracidad del colega en Europa.
2. Confirma que en Semana no es el colectivo de la redacción y los directores que asumen la responsabilidad sobre la VERACIDAD de las sindicaciones sino el autor; “La idea de preguntarle al autor del reportaje sobre el sustento de su afirmación”.
3. El corresponsal vive en Europa y hasta que fue firmado por él, sostiene y que por eso la revista Semana se lava las manos y voltea la carga de la prueba al corresponsal en Europa. ¡Qué barbaridad!
Señores (as) de la revista Semana: ¡Ustedes lo publicaron, ustedes deben responder por las sindicaciones!
Los “Falsos Positivos” mediáticos
En el caso de la foto, Larrea-Reyes, publicada por El Tiempo y el reportaje del “Frente Europeo de las Farc”, de la revista Semana, donde me sindican de ser “puente” entre las FARC y los medios europeos, es obvio para todos los periodistas colombianos y extranjeros que cubren el país, que los canales existentes y abiertos entre la inteligencia militar y los medios de comunicación son una realidad. El Estado terrorista de Uribe quizás ha sido el más eficaz con los medios para que estos se pongan al servicio de la guerra en Colombia. El Departamento E-5, de la inteligencia del ejército, en donde uno de los mejores periodistas colombianos prestan su servicio, está más activo que nunca y es una pieza clave en la Guerra Psicológica contra el pueblo colombiano.
Los “Falsos Positivos” de atentados con bombas, también tienen su paralelo virtual y escrito en la prensa colombiana. El Tiempo y la revista Semana son claros ejemplos de eso. Es decir, el estrecho “contacto” con los organismos de seguridad como el DAS o el E-5, consiste en que ellos les entregan documentos, fotos, videos, copias de llamadas telefónicas o de correos electrónicos “chuzados” a los periodistas que deberían verificar que los documentos son de alta credibilidad y lo que ellos dicen es verdad; pero que en realidad los periodistas corren a publicar sin el menor análisis.
Por eso me dio risa y pensé, cuando vi la foto de Patricio Echegaray, que aquí tenemos un nuevo caso de cómo estos agentes han logrado plantar una nueva “prueba” en la prensa colombiana. Al dirigente comunista argentino lo entrevisté en el 2001 y en el 2005 en Buenos Aires y sabia, porque fue publicado en varios medios argentinos, que el argentino se había entrevistado con Raúl Reyes en el 2005 [1].
Los periodistas que juegan guerra
Lo he dicho antes al respecto del periodismo colombiano, pero vale la pena repetirlo para todos : Una noticia falsa publicada puede destruir la vida de una persona. No descubro el agua tibia con ello, lo sé. Pero se los recuerdo a quienes se dicen llamar periodistas.
¿Dónde está la “objetividad”? ¿Es posible ejercer el periodismo, investigando, cuestionando y presentando resultados a los lectores, televidentes o radioescuchas, cuando el periodista se pone el uniforme del ejército colombiano, jugando a la guerra, como suelen hacer los periodistas colombianos en el campo de entrenamientos del ejército en Tolemaida? ¿Cómo va a denunciar al coronel XX por masacres si éste te entregó el uniforme ese domingo y te puso el fusil Galil en el hombro para que te sintieras como un “Soldado de la Patria”?
Esos cursos que organizan las fuerzas militares anualmente para los periodistas, es parte de la guerra psicológica para armar y forjar unos medios de comunicación al servicio de la guerra total. Los periodistas ingenuos en uniforme verde olivo ya no son tan ingenuos e inocentes después de “la batalla”, porque ya no pueden romper la cadena que colocó el coronel ese domingo en sus cuellos de periodistas.
¿Cómo va a poder cuestionar un periodista las “pruebas” que ahora Bush, Uribe, los patronos de la revista Semana y la familia Santos, dicen poseer desde los tres computadores blindados de Raúl Reyes, si han jugado a la guerra en Tolemaida con sus colegas colombianos?
Con toda seguridad que encontrarán fotos, cartas y publicaciones mías en esos discos duros que de “milagro” confirman lo que sale en el reportaje infame de la revista Semana.
¿Pero tendrán la certeza que no son pruebas plantadas? ¿Se atreverán otra vez a publicar algo en donde seguramente harán el ridículo internacional como los directores de El Tiempo?
Periodistas, señora Marta Ruiz: Piensen, investiguen, cuestionen, confronten y hablen con los protagonistas involucrados antes de sacar sus propias conclusiones apresuradas y evitarán juicios éticos y legales futuros.
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