Ideología y política |
Partiendo de su definición más tradicional, la ideología "es un conjunto de ideas, creencias y doctrinas propias a una época, a una sociedad o a un determinado sector de una sociedad". En la práctica, la influencia de este conjunto de ideas y mitos se extiende a organismos, instituciones y movimientos culturales, políticos, sociales y religiosos. De la misma forma que toda conducta humana tiene como fundamento un sistema de creencias conscientes e inconscientes, las leyes y la política de los estados se basan en un conjunto de ideas estructuradas y coherentes, o sea, una ideología.
En el presente se vive de facto una ideología de "centro", que es una especie de consenso pragmático para aceptar algunos de los elementos de las dos grandes ideologías que han predominado en la escena política y económica de los dos últimos siglos: el socialismo, con una cierta intervención del Estado para lograr la convivencia humana pacífica, y el capitalismo, con una economía de mercado, sin la cual no habría desarrollo y estímulo.
Hasta ahora, la historia ha demostrado que ninguna de esas ideologías, ni la mezcla actual de ambas, han podido eliminar los mayores problemas de la humanidad, como las guerras, el hambre, la pobreza extrema, la injusticia y la violación de las garantías individuales de un gran sector de la sociedad humana. Mientras que el desarrollo y el mejoramiento del nivel de vida se han limitado a un pequeño sector de la sociedad mundial.
Esto propicia que los sectores más progresistas de la sociedad humana estén en la búsqueda de nuevas ideologías o traten de encontrar una mejor correlación de fuerzas entre el poder público, los poderes fácticos y las clases populares. Como son los casos de China, la India, algunos países latinoamericanos del Cono Sur y el movimiento de Obama en Estados Unidos que trata de cambiar la dirección facistoide del gobierno de Bush. En todos los casos, la transformación de la sociedad se intenta desde una base ideológica común y un estado de derecho nacional legítimo.
Por su parte, los grandes sectores conservadores actúan justamente en sentido contrario, tratando de preservar el statu quo y los privilegios de quienes tienen el poder económico, el político o ambos; sustentados también en las normatividades y estrategias políticas que se derivan de una ideología nacional o regional común. El argumento favorito de los conservadores de todo el mundo son las reformas del Estado, ya que sin cambiar a fondo las leyes se conserva la fórmula básica de control político del Estado-nación. La idea es aparentar un cambio para que todo siga igual.
En los hechos, la Unión Europea es un ensayo exitoso de un conglomerado de estados-naciones donde se empiezan a esbozar los elementos fundamentales de una nueva ideología global, en la que empiezan a desaparecer la riqueza y el altruismo que subyacen en las dos grandes ideologías. El respeto a los derechos humanos, la armonía con la naturaleza, la responsabilidad colectiva, la laxación de los lazos jurídicos familiares, la necesidad de trascender lo doméstico, la búsqueda de afecto, reconocimiento y valoración están desplazando al poder, la apariencia y el dinero.
Trasladando estos conceptos al momento político de la reforma energética de México, resulta patético que Calderón y nuestra clase política estén convocando a un debate político al margen de las ideologías de los legisladores y expertos que participarán.
Quizás porque algunos ignoran lo que son la ideología y la política y otros porque quieren ocultar que sus ideologías no corresponden a las de sus compatriotas, sino que son dictadas por el procónsul de Estados Unidos en México.
Alfonso Elizondo / El Norte / REFORMA / 10 mayo 2008
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