Por Vulgo Culto
Dando rienda suelta a su maquiavélica y desequilibrada mente, el usurpador chaparro y pelón, pero no el actual de lentes con nariz de papa, sino aquel de ridículo bigotito con enormes orejas de chupacabras, Carlos Salinas de Gortari, en entrevista para conocido medio nacional, dejó salir su odio contra todos aquellos que, aunque no tengan que ver necesariamente uno con el otro, para él representan símbolos de derrota y oprobio: Andrés Manuel López Obrador, acérrimo enemigo, que lo ha señalado siempre como el rostro perverso detrás del poder, Vicente Fox, porque su arribo a la presidencia marcó el ‘supuesto’ fin de la era priista y Ernesto Zedillo porque no pudo impedir que pasara la reforma electoral que creaba la figura de Jefe de Gobierno para el Distrito Federal que a la postre le permitiera crecer políticamente al primero hasta alcanzar niveles nunca imaginados, en lugar de hacer como que “ni lo veía, ni lo oía” y por que en su momento, por instrucciones del Fondo Monetario Internacional, se adelantó a anunciar el triunfo del segundo en las elecciones del 2000, dejando sin posibilidad tanto a dinosaurios como a tecnócratas neoliberales del PRI para consumar un fraude más en su haber. Para Salinas todos son unos fracasados.
Envuelto en su infinita soberbia y exacerbado protagonismo, muestra los primeros síntomas de Alzheimer. Dentro de su brillante cabeza, pero no por sus grandes ideas, sino por que reluce como bola de billar, ahora resulta que el principal responsable de la era de las privatizaciones que se jactaba de haber generado superávit durante su sexenio vendiendo paraestatales a diestra y siniestra no es un tecnócrata neoliberal; los neoliberales fueron Zedillo y Fox, pero además el también responsable de haber utilizado cínicamente el programa ‘solidaridad’ con fines descaradamente electoreros y reeleccionistas, desde su visión hace un ‘gran’ descubrimiento; tanto el neoliberalismo como el populismo (del Peje, Obrador), no funcionan.
El autor intelectual del asesinato de más de 600 perredistas de base (durante su sexenio), es también autor del libro ‘La Década Perdida’, aunque para escribir tal librajo no hace falta intelecto, solo se necesita una muy ‘conveniente’ pérdida de la memoria de más de una década. Y dentro de esa lógica el ahora también descerebrado Carlitos Salinas que ya de por si era ciego y sordo por que “ni veía, ni oía” lo que no le convenía, piensa que el pueblo mexicano también es sordomudo, ciego y desmemoriado y que no recuerda la manera tramposa en que le ‘vendió’ Telmex -por no decir le regaló, ya que gracias al Fobaproa nunca terminó de pagar- a su tocayo y prestanombres Carlos Slim para ambos convertirse en las cucarachas más ricas del mundo.
Hay que decirlo con todas sus letras: el Chupacabras Salinas regresa de donde en realidad nunca se fue, sale de las tinieblas y reaparece en escena justo ahora, no para presentar su estúpido libro, sino para apoyar la reforma energética calderonista, y no precisamente porque coincida con él en lo chaparro, pelón y espurio, sino por que no tiene ‘llenadera’ y quiere una tajada de ese apetitoso pastel que es Pemex. Al igual que casi toda la clase política y empresarial nacional y extranjera son capaces de cualquier desvergüenza con tal de no quedarse fuera de lo que creen será la repartición más grande de la historia del México ‘moderno’; han creado y recreado sus propias Sodoma y Gomorra del saqueo y le apuestan a la impunidad. Pero del interior del pastel les saldrá la sorpresa de su vida; el México sumiso que creen sordo-mudo-ciego y tonto, está a punto de despertar para convertirse en el México independentista y revolucionario que el resto del mundo ya conoce y entonces la historia llamará a cuentas a los entreguitas, vende patrias y traidores. Al tiempo, pronto, muy pronto.
Dando rienda suelta a su maquiavélica y desequilibrada mente, el usurpador chaparro y pelón, pero no el actual de lentes con nariz de papa, sino aquel de ridículo bigotito con enormes orejas de chupacabras, Carlos Salinas de Gortari, en entrevista para conocido medio nacional, dejó salir su odio contra todos aquellos que, aunque no tengan que ver necesariamente uno con el otro, para él representan símbolos de derrota y oprobio: Andrés Manuel López Obrador, acérrimo enemigo, que lo ha señalado siempre como el rostro perverso detrás del poder, Vicente Fox, porque su arribo a la presidencia marcó el ‘supuesto’ fin de la era priista y Ernesto Zedillo porque no pudo impedir que pasara la reforma electoral que creaba la figura de Jefe de Gobierno para el Distrito Federal que a la postre le permitiera crecer políticamente al primero hasta alcanzar niveles nunca imaginados, en lugar de hacer como que “ni lo veía, ni lo oía” y por que en su momento, por instrucciones del Fondo Monetario Internacional, se adelantó a anunciar el triunfo del segundo en las elecciones del 2000, dejando sin posibilidad tanto a dinosaurios como a tecnócratas neoliberales del PRI para consumar un fraude más en su haber. Para Salinas todos son unos fracasados.
Envuelto en su infinita soberbia y exacerbado protagonismo, muestra los primeros síntomas de Alzheimer. Dentro de su brillante cabeza, pero no por sus grandes ideas, sino por que reluce como bola de billar, ahora resulta que el principal responsable de la era de las privatizaciones que se jactaba de haber generado superávit durante su sexenio vendiendo paraestatales a diestra y siniestra no es un tecnócrata neoliberal; los neoliberales fueron Zedillo y Fox, pero además el también responsable de haber utilizado cínicamente el programa ‘solidaridad’ con fines descaradamente electoreros y reeleccionistas, desde su visión hace un ‘gran’ descubrimiento; tanto el neoliberalismo como el populismo (del Peje, Obrador), no funcionan.
El autor intelectual del asesinato de más de 600 perredistas de base (durante su sexenio), es también autor del libro ‘La Década Perdida’, aunque para escribir tal librajo no hace falta intelecto, solo se necesita una muy ‘conveniente’ pérdida de la memoria de más de una década. Y dentro de esa lógica el ahora también descerebrado Carlitos Salinas que ya de por si era ciego y sordo por que “ni veía, ni oía” lo que no le convenía, piensa que el pueblo mexicano también es sordomudo, ciego y desmemoriado y que no recuerda la manera tramposa en que le ‘vendió’ Telmex -por no decir le regaló, ya que gracias al Fobaproa nunca terminó de pagar- a su tocayo y prestanombres Carlos Slim para ambos convertirse en las cucarachas más ricas del mundo.
Hay que decirlo con todas sus letras: el Chupacabras Salinas regresa de donde en realidad nunca se fue, sale de las tinieblas y reaparece en escena justo ahora, no para presentar su estúpido libro, sino para apoyar la reforma energética calderonista, y no precisamente porque coincida con él en lo chaparro, pelón y espurio, sino por que no tiene ‘llenadera’ y quiere una tajada de ese apetitoso pastel que es Pemex. Al igual que casi toda la clase política y empresarial nacional y extranjera son capaces de cualquier desvergüenza con tal de no quedarse fuera de lo que creen será la repartición más grande de la historia del México ‘moderno’; han creado y recreado sus propias Sodoma y Gomorra del saqueo y le apuestan a la impunidad. Pero del interior del pastel les saldrá la sorpresa de su vida; el México sumiso que creen sordo-mudo-ciego y tonto, está a punto de despertar para convertirse en el México independentista y revolucionario que el resto del mundo ya conoce y entonces la historia llamará a cuentas a los entreguitas, vende patrias y traidores. Al tiempo, pronto, muy pronto.
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