ÍNDICE POLÍTICO
FRANCISCO RODRÍGUEZ
DON JUAN RAMÓN De la Fuente, ex rector de la UNAM, encontró en la descalificación la mejor de las opciones para criticar a quienes, de acuerdo a sus parámetros, precisamente con descalificaciones denigran a aquellos que sostienen puntos de vista diferentes.
Y ya encarrerado como el ratón, comparó a la actividad política cual "un espectáculo en el que ha reaparecido una troupé de acróbatas, saltimbanquis, contorsionistas, trapecistas, amazonas, magos, payasos, prestidigitadores y, claro, domadores.
"Transitamos, pues, entre piruetas de cuerda floja, coléricas denuncias y golpes de pecho de santurrones. Ni unos ni otros le ayudan a la democracia, sobre todo si la entendemos como una verdadera cultura, una forma de coexistencia respetuosa entre la crítica, el disenso y la oposición."
Recibía el ex rector la Medalla al Mérito Ciudadano por parte de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF). Su discurso lo demeritaba.
Para empezar, porque él mismo ha formado parte de esa caravana "artística" que, cierto, nada tiene qué ver con la de los profesionales –verdaderos virtuosos— de la actividad circense.
Luego, porque él mismo ha transitado dando piruetas en la cuerda floja. ¿O ya se le olvidó cómo fue que arribó a la rectoría de la UNAM directamente –bueno, la verdad fue que llegó con giro y medio de dificultad-- desde la Secretaría de Salud?
En 2006, habría que recordarle, se contorsionó también por aparecer como la solución que todos los mexicanos estarían buscando: él como Presidente Interino. Él, sólo él. Y con el manejo de Carlos Slim –cual puppeteer--, claro está.
Durante su rectorado, De la Fuente fue también un regular prestidigitador. Durante ocho años se comprometió a sacar adelante una muy necesaria reforma universitaria que se diluyó entre los dedos de sus manos. Al final de su periodo ya ni quien se acordara del compromiso.
Y claro que le hizo al mago. Con recursos de la UNAM dio publicidad al rotativo londinense The Times que, en contraprestación, colocó a la llamada Máxima Casa de Estudios entre las cien primeras instituciones de educación superior del planeta, el sistema solar, la galaxia y el universo. Al final, nada por aquí y nada por allá. ¡Magazo!
Buscando luces, primeras planas y si se puede hasta ocho columnas, De la Fuente debería ahora poner nombre y apellidos a todos aquellos a quienes sólo vagamente se ha referido. ¿Quiénes, junto con él, son los acróbatas, saltimbanquis, contorsionistas, trapecistas, amazonas, magos, payasos, prestidigitadores y, claro, domadores?
Y que no vaya a salir del paso señalando exclusivamente a la señora que apareció fotografiada con una nariz de goma roja hace unos días en la primera plana del diario El Universal. Aunque sea payasa –paya, le viene mejor--, saltimbanqui, trepadora.
Nombres, nombres, señor De la Fuente. Para que los descalificados puedan dar respuesta a sus descalificaciones.
Si todo queda en vaguedades, muchos confirmaremos que su más reciente discurso fue pronunciado sólo para satisfacer su enorme ego. Usted sobre los demás.
¡Qué payaso!
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