WASHINGTON (Reuters) - Más de 26 millones de personas en América Latina podrían ser arrastradas hacia la extrema pobreza si los precios de los alimentos en el mundo se mantienen altos, de acuerdo con un informe publicado por el Banco Interamericano de Desarrollo esta semana.
El banco regional con sede en Washington, que se centra en temas de desarrollo en América Latina, dijo que los países deberían fortalecer sus programas sociales para aliviar el impacto de los altos precios mundiales de los alimentos sobre sus ciudadanos más pobres.
"Los reciente avances en nutrición y educación pudieran verse perjudicados si los precios de los alimentos permanecen altos," dijo la investigadora del BID Suzanne Duryea. "Los países necesitarán expandir la inversión en programas de protección social, para suavizar el impacto de la crisis," agregó.
El reporte indicó que las familias pobres son las más golpeadas por los altos precios, debido a que gran parte de sus ingresos es gastada en alimentos y los altos costos los forzarían a menor adquisición, conduciéndolos posiblemente a una creciente desnutriciín y hambre.
El informe dijo que las naciones centroamericanas y caribeñas que importan alimentos son las más amenazadas por los altos precios.
Para evitar la creciente pobreza, países como Haitú, por ejemplo, necesitarían transferir un 12 por ciento de su producto interno bruto (PIB) a los pobres. Perú necesitaría transferir el 4,4 por ciento de su PIB y Nicaragua un 3,7 por ciento, indicó el reporte del BID.
Entre las economías más ricas, México necesitaría transferir el 2 por ciento de su PIB a los pobres, para evitar una profundización de la pobreza de ingresos y Brasil un 1,28 por ciento del PIB.
Investigadores del BID dijeron que sus cálculos estuvieron basadso en un incremento del 30 por ciento en el precio del maíz, el arroz, la soja, el azúcar y la carne. También supusieron que los incrementos de los precios internacionales serán plenamente trasladados a los consumidores.
El informe instó a los gobiernos de América Latina a considerar cuidadosamente políticas para lidiar con los efectos de los precios altos y que sus acciones fiscales no empeoren la situación.
Dichas medidas incluyen controles de precios, subsidios y restricciones a las exportaciones que limitarían incentivos para incrementar los suministros de alimentos o distorsionar más al mercado.
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