Laura Itzel Castillo
En concreto
En días pasados participé en el programa Bitácora Mexicana, que conduce Porfirio Muñoz Ledo en el Canal 34 de la Televisión Mexiquense, junto con Carlos Gay, director del Centro de Estudios de la Atmósfera de la UNAM, y Víctor Maldonado, promotor del uso del hidrógeno como alternativa limpia de combustión. Debatimos sobre energía y cambio climático en el mundo.
Este fenómeno obedece al calentamiento del planeta, y según el panel intergubernamental de científicos, creado por la ONU, se calcula que la temperatura se incremente de 1.5 a 5.8 grados centígrados para los siguientes cien años. En los distintos países y regiones los efectos son y serán diversos y devastadores. Por ejemplo, el aumento general en el nivel del mar, inundaciones, pérdida de zonas costeras, sequías prolongadas, extinción de especies, pérdida de cultivos, mayor número de plagas y enfermedades infecciosas. Como sucede en muchos otros temas, las poblaciones más vulnerables a este fenómeno son las que viven en la desigualdad y en la injusticia. México es un triste ejemplo de ello.
El movimiento gradual de la temperatura ya está generando desplazamientos de los animales en nuestro país. A eso obedece la aparición de osos negros en Monterrey o las garzas que visitan los parques en la zona residencial de Polanco, en el DF.
Sabemos que el calentamiento global es un problema ambiental, social y económico. Es resultado de una forma de producción desarrollada desde la Revolución Industrial en el siglo XIX, la cual ha hecho uso excesivo de los combustibles, sin tomar en consideración el daño a los ecosistemas. Desde esa época la producción se basa también en la explotación ilimitada de los recursos naturales.
El calentamiento global se ha detectado desde hace más de 10 años, sin embargo los fuertes intereses económicos de la industria automotriz han generado contracampañas y corrientes de opinión para minimizar las evidencias científicas. A pesar de las consecuencias previsibles, las acciones emprendidas por los gobiernos dejan mucho que desear.
Es el caso del proyecto de reforma energética que se debate en el Senado: además de ser privatizador y entreguista, no contempla medidas para reducir estos contaminantes, ni tampoco para la implementación de la denominada transición energética renovable.
Como tributo al fraude electoral que hoy cumple dos años de haberse consumado, hace unas semanas Felipe el espurio, sin el menor rubor, fue a revender nuestro país a los españoles. Ofreció petróleo a cambio de una corona de vidrio que, sin embargo, no puede ocultar su ilegitimidad de origen. En la península ibérica aseguró que su reforma será aprobada. Pero se equivoca rotundamente. El pueblo impedirá que consuma este acto de traición a la patria.
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