Varios expertos en temas electorales advierten sobre las tentaciones a sacar tempranas conclusiones sobre los resultados de las elecciones yucatecas para proyectarlos a las que se realizarán en los próximos seis meses en varios estados, y más aún sobre el conjunto de la política nacional.
No les faltan razones y argumentos. Convertir a Yucatán en laboratorio comicial tiene altos riesgos. Pero igualmente parece aconsejable no encapsularlo en las limitadas fronteras geográficas y políticas de la Península.
Así, por ejemplo, pareciera inocultable que la gran perdedora es la democracia electoral, al editarse una contienda sellada por la injerencia indebida e ilegal de los operadores políticos de Los Pinos y de gobiernos como el yucateco y el quintanarroense; la compra e inducción del voto; la difamación y descrédito del adversario; la intensa y costosa propaganda negra que polarizó peligrosa y artificialmente a la sociedad yucateca, como hace un año se hizo con la mexicana; la violencia física entre partidarios del derrotado Xavier Abreu Sierra y la triunfante Ivonne Ortega Pacheco ; y otras prácticas que nos alejan de la normalidad democrática que no pocos creían instalada desde la alternancia presidencial de 2000.
Como en julio de 2006, con independencia del candidato y partido triunfadores, los comicios yucatecos quedaron sellados por un severo retroceso en cuanto a la calidad democrática de los procesos electorales.
La primera elección bajo el gobierno de Felipe de Jesús Calderón Hinojosa constituyó un revés sin atenuantes para el michoacano. También para el poderoso operador político Juan Camilo Mouriño Terrazo , quien sin humor negro de por medio tiene en sus manos la vigilancia del aparato gubernamental para que se conduzca sin partidarismos políticos, con apego a la legalidad y la transparencia. Además del arquitecto de la propaganda negra, Antonio Solé Reche , emisario del Partido Popular de José María Aznar López .
El lugar común aclararía enseguida: ninguno de los nombres de los mencionados figuraron en las boletas electorales de Yucatán. Es cierto. Pero una revisión superficial de la abundante información periodística y partidaria impide disociar a los tres personajes respecto a los comicios yucatecos.
El triunfo del Revolucionario Institucional por la gubernatura, la mayoría del Congreso y en 45 de los 106 municipios, y con la moneda aún en el aire en cuanto a Mérida, impedirá que las denuncias jurídicas exhiban al trío de Los Pinos. Recursos que, por supuesto, también serían abundantes en contra de la sobrina de Víctor Cervera Pacheco , el célebre cacique de tiempos que se antojaban idos, pero que se reproducen.
Atrás, muy atrás, quedaron aquellas ejemplares jornadas cívicas de la militancia y la dirigencia de Acción Nacional en los años 60, 70 y 80 para que el voto se mutara en expresión puntual de la voluntad popular. Rápida y eficazmente, pero no tanto como para evitar la derrota, el panismo de Calderón y el de Manuel Espino Barrientos sin diferencias registrables adoptaron los estilos y los métodos autoritarios y corruptos del Revolucionario Institucional hecho gobierno.
Tampoco es dable omitir que Patricio Patrón Laviada , aún gobernador de Yucatán, y el panismo local fueron clave en la contienda interna de la que emergió Calderón Hinojosa como candidato presidencial.
Desde cualquier ángulo que se le observe, el hombre que humildemente se erige en vocero de México –“Hoy el llamado que la patria hace a los mexicanos...”— fue el gran perdedor el domingo 20. Y ello no se podrá diluir con el inmediato reconocimiento de la derrota en las urnas. La prisa no se convierte en tersura, sino da pie a las versiones sobre arreglos extra comiciales.
Nota de Eduardo Ibarra Aguirre desde Machete Arte.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario