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03 marzo 2008

CHENEY & MOURIÑO

ÍNDICE POLÍTICO

FRANCISCO RODRÍGUEZ


AMBOS SON LOS número dos de sus respectivos gobiernos. A uno lo han criticado por estar demasiado viejo y enfermo –cuatro ataques cardíacos in a row--, y al otro por su lozanía y juventud: apenas 36 años. Los dos pertenecen a las élites económicas de sus respectivos países: Richard "Dick" Cheney y Juan Camilo "Iván" Mouriño sortean, un día sí y otro también, embates de sus opositores que los acusan de tráfico de influencias y conflicto de intereses de las que han resultado beneficiados en sus anteriores desempeños privados.

Otra coincidencia: sus biografías están ligadas al oro negro.

Como Cheney lo es para George W. Bush, Mouriño es hoy por hoy la pieza fundamental del rompecabezas administrativo del señor Calderón.

Cheney se impuso rápidamente como el hombre indispensable del Partido Republicano en la Casa Blanca y en el Congreso.

En breves días, si acaso semanas, Mouriño es también el hombre-orquesta que, desde Bucareli, se ha encargado de la casi totalidad de la agenda 2006-2012, coordinando no sólo las relaciones con el Congreso de la Unión, también subsumiendo al PAN y encabezando informalmente al resto del gabinete, a cuyos integrantes pone a trabajar hasta en áreas que, de jure, no los corresponden.

Y como Cheney, Mouriño está bajo la lupa.

Porque si la oficina del vicepresidente de EE UU, "Dick" Cheney, fue blanco de escándalo al conocerse que coordinó un megacontrato para la explotación del petróleo iraquí concedido al grupo Halliburton dos semanas antes de empezar la guerra de Irak, la oficina del secretario de Gobernación del ocupante de Los Pinos, "Iván" Mouriño, está ahora mismo en el torbellino al hacerse público que, como parte del gobierno foxista –ya como legislador, ya como asesor del secretario de Energía-- su empresa "Ivancar" obtuvo contratos de Pemex que no fueron licitados.

Otro punto en común es el pasado de ambos como legisladores. Cheney destaca por su conservadurismo en comisiones clave de la Cámara de Representantes que le permiten acercarse a quienes, lo mismo en las empresas que en el gobierno, serán los más influyentes en los años siguientes. Mouriño, por su parte, se mantiene más que discreto en la Comisión de Energía de la Cámara Baja, aunque es ahí cuando se liga al señor Calderón quien –"haiga sido como haiga sido"—ocupa Los Pinos desde el 2006.

De todo lo que les asemeja, empero, hay algo más que los hace disímbolos.

Cheney renunció a su cargo en Halliburton para ingresar a las grandes ligas de la política de EU, y recibió en compensación un bono de 34 millones de dólares.

Mouriño ha dicho, por su parte, que al renunciar a las acciones de 80 empresas le arrebató tiempo a su familia y dejó muchas de las comodidades que tienen los que viven en el interior del país.

Otra diferencia, por último: Cheney jamás ha salido a la palestra a defenderse de las acusaciones que se le imputan.

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