Alberto Híjar
Uno de estos días, el Tribunal Colegiado de Guerrero, situado en Acapulco, habrá de enlistar la demanda de amparo promovida por Jacobo Silva Nogales y Gloria Arenas Agís respecto a la sentencia de cada uno por 49 años y 6 meses de prisión. Esto indicará la revisión del proyecto de dictamen que el secretario del Tribunal someterá a cada uno de los tres magistrados. De ellos depende el futuro de quienes admiten ser El Comandante Antonio y la Coronela Aurora del ERPI sentenciados por rebeldía considerada por el artículo 137 del Código Penal Federal al precisar que ”los rebeldes no serán responsables de los homicidios ni de las lesiones inferidas en el acto de un combate”. Sobre esta base, aunque hubieran estado presentes en el combate entre una columna del ERPI y una partida del ejército el 16 de julio de 1996, donde fue muerto un campesino, no debieran ser culpados. Dos soldados, Oscar Bautista y Fidel Cortés, declararon que los disparos salieron del monte, de modo que nadie puede asegurar de qué arma manejada por quién salió la bala que mató al campesino en el fuego cruzado. Tampoco puede probarse la presencia de Jacobo y Gloria en el combate. Si los magistrados fallaran a favor del amparo, los nueve años en prisión serían suficientes para compurgar los otros delitos que se les imputan y tendrían que quedar en libertad.
Pese a las adversidades, Jacobo y Gloria procuran tener presencia pública. Luego de la prohibición de pintar a raíz del asesinato de Arturo Guzmán Loera dentro del Penal de Alta Seguridad del Altiplano en enero de 2004, Jacobo escribe un poco con singular calidad pese a no tener acceso a más libros que los de derecho de la biblioteca con los que fundamentó la escritura de su propio amparo. Durante todo 2004, Jacobo fue despojado de todo: papel higiénico, espejo, peine, cuaderno, lápices, pinceles y a raíz de su exposición en la Sala de Arte Público Siqueiros, los trabajadores de la cultura que clamaron Dejen pintar a Jacobo ante la Secretaría de Gobernación, recibimos una sucesión de oficios que turnaban nuestros escritos de oficina en oficina en oficina hasta que al final la Dirección de Reclusorios, luego de seis meses de papeleo, respondió de mala manera afirmando el respeto a los derechos de Jacobo.
A la par de redactar su propio amparo, practica la acuarela de la que tiene ya una serie de formato pequeño por el soporte accesible en la tienda del penal. Con la escasa comunicación permitida en el penal, su ejemplo ha llevado a Pedro Lupercio Serratos a publicar Ideas con textos breves y pinturas presentadas en la tapa como “un ejemplo de lo que es posible lograr cuando se tiene la voluntad y la intención de cambiar y de superarse espiritualmente”. Jacobo Silva Nogales fecha el 18 de marzo de 2007 el prólogo en el que procura acentuar las características significantes de la obra de Lupercio como una prueba más de trabajo intelectual en condiciones adversas. Por su parte Gloria suele comunicar su solidaridad a los presos de Atenco y a la Otra Campaña y contribuye como puede a la construcción del Frente Nacional contra la Represión.
Sus casos han adquirido relevancia internacional sobretodo a raíz del conocimiento del caso de Jacobo por la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos el 5 de febrero. Crece el interés por la reparación de los procesos plagados de irregularidades. Estas se prolongan en el Penal del Altiplano como han denunciado los familiares de presos sometidos a prohibiciones de todo tipo hasta el punto de la ausencia absoluta de condiciones de rehabilitación sustituidas por las del exterminio. Los familiares enlistan las temperaturas gélidas de 5 grados centígrados máximos, sin permiso para recibir publicaciones, obligados a dormir boca arriba a riesgo de ser violentamente volteados de no ser así y con luz encendida permanentemente, sin derechos a visitas conyugales, con mala alimentación, atención médica precaria y uniformes deteriorados. Los reclusos sobreviven sin poder contener su deterioro físico, sobretodo cuando las secuelas de las torturas sufridas durante los interrogatorios, la aprehensión y los traslados, surten efectos secundarios como llama Jacobo en un poema a estos terribles males. Una larga y precisa relación de agravios de los familiares de reclusos en el Altiplano, ocupa media página tamaño tabloide como inserción pagada en La Jornada el 20 de febrero.
Jacobo, asombroso escritor, ha narrado con precisión las torturas a partir de captura a modo de secuestro a la salida del Café Pekín en la Ribera de San Cosme del Distrito Federal. El expediente penal afirma que él y su esposa Gloria Arenas Agís fueron aprehendidos en Chilpancingo, Guerrero, cuando en realidad a ella la sacaron de su casa en San Luís Potosí como prueban las declaraciones públicas de la procuradora de ese estado publicadas en la prensa local. Jacobo escribe sobre los golpes en la cabeza y en el plexo para sacar el aire y hacer más penosos los asestados en testículos y abdomen para seguir con la envoltura inmovilizante en una colchoneta para mojar al bulto resultante y darle toques eléctricos. Con los brazos amarrados a la espalda, el levantamiento en vilo para descoyuntar no fue suficiente sino fue agravado con los golpes y los toques hasta volver imposible el descanso y cambiar de verdugos para mantener el interrogatorio, incluir las amenazas a su familia e inyectarle una droga ¿de la verdad? La trascripción de José Gil Olmos en PROCESO (Num. 1632, 10 de febrero de 2008), es elocuente, ilustrada con el cuadro Crucifixión tridimensional como constancia subjetiva de la tortura a la que se suman las amenazas telefónicas a la hermana de Jacobo, Elizabeth y a su hijo David Sánchez, visitantes cumplidos para ver a Jacobo y a Gloria presa en el Penal de Chiconautla en una celda compartida con once reclusas en el penal de mujeres con pocas visitas porque el machismo desprecia a las mujeres todas y a las infortunadas peor. Gloria también ha narrado en entrevista por radio, sobretodo, las espantosas irregularidades de su detención e interrogatorio. Por todo esto es de esperarse el fallo favorable de los jóvenes Magistrados de Guerrero.
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