«Creo que nuestra juventud tiene en sus manos gran parte de esa lucha transformadora, sin nosotros sería imposible el cambio.»
— EL SAM, 1o. Mayo 2007
Tengo fe en la juventud, porque la juventud es inconforme.
Les voy a decir algo más de mi pensamiento y de mis convicciones: estoy inconforme con que haya analfabetos y niños sin escuela en el país; estoy inconforme que aún haya obreros sin empleo; estoy inconforme con que no haya capacidad de compra en el campo; estoy inconforme con los funcionarios que claudican; estoy inconforme con aquellos que el pueblo ha llevado con fe y esperanza a sitos de responsabilidad pública y traicionan al pueblo; estoy inconforme con la ignorancia y la injusticia; estoy inconforme con que aún haya gente que padezca sed y hambre en muchos sitios del país.
Esto es autocrítica, porque creí en los ideales de la Revolución Mexicana. Hay que tener crítica para que haya progreso en México, pero para mis inconformidades no tomo en cuenta ningún modelo extranjero: pienso en México porque es mi patria.
Estoy inconforme con que algunos menguados hablen de ideas exóticas: no hay ideas exóticas. Tenemos que conocer el pensamiento de todos los países y de todas las épocas, las viejas filosofías y las filosofías modernas, pero tenemos que relacionarlas con la filosofía de la Revolución Mexicana y con nuestra realidad, porque es anticientífico apartarnos de la realidad, es enajenarnos, es vivir en un falso mundo de ilusiones. Con esto también estoy inconforme.
Estoy inconforme con los que cobran por trabajar y sólo aparentan trabajar; pero también estoy inconforme con aquellos que deben estudiar y sólo aparentan estudiar. Estoy inconforme con los maestros que aparentan enseñar y no aprenden para enseñar; estoy inconforme con aquellos que piden el voto popular, hacen promesas y nunca cumplen con sus promesas.
Quiere esto decir, jóvenes amigos, que tenemos que hacer una labor de autocrítica de la Revolución Mexicana, para que la Revolución continúe adelante. No vamos a encontrar fórmulas en el extranjero: serían inoperantes; serían repito una enajenación.
Pensemos en el sueño libertario de Hidalgo, en los visionarios proyectos agraristas de Morelos; pensemos en el ideario reformador de Benito Juárez; pensemos en los afanes de libertad política de Francisco I. Madero; pensemos en Carranza y en todos los ideales consagrados en la Constitución de 1917 que por siglos tendrá que seguir siendo una bandera de lucha social, política y, sobre todo, económica.
Estoy inconforme con las palabras que traicionan a los hechos. Con los jóvenes que he hablado he querido precisar en este diálogo, en esta confrontación de nuestro pensamiento: luchemos por México. Lo que todos los días postulamos, cumplámoslo; estudiemos, trabajemos intensamente para transformarnos, será para el bien de México; y enronqueceré proclamando: con la Constitución de 1917 y con la juventud de México: «Por el Bien de Todos»
—Steve Levitzky
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