ÍNDICE POLÍTICO
FRANCISCO RODRÍGUEZ
EN LO PERSONAL, no considero que el rumor sea uno de los nuevos instrumentos, revolucionarios, de la llamada "comunicación social". Es más bien su involución. Le platico hoy de ello, porque a través de la Internet circulan mensajes avisando de un gran terremoto, este día, probablemente mañana, en el Distrito Federal.
Y aún a sabiendas de que hasta el momento no se cuenta en ninguna parte del mundo con una técnica segura para el pronóstico de sismos, muchos más de quienes podríamos imaginar muestran temores, o cuando menos precauciones.
De la torre de Pemex, por ejemplo, han salido mensajes que invitan a no acudir a trabajar a la gigantesca mole de acero, concreto y cristales.
Varias otras personas me han comentado sobre el sismo de hoy.
El rumor ha "pegado".
Quien lo echó a andar, apelando a la sabiduría de un descendiente de los antiguos mayas que, dicen, acertó a predecir el gran sismo de septiembre de 1985, debe estar satisfecho del éxito de su ensayo, del que a querer o no todos hemos sido conejillos de Indias.
En el Distrito Federal, en otras muchas regiones del país, hay decenas si no es que hasta centenares de sismos diarios, que por fortuna no percibimos por su baja intensidad.
Lo del rumor es eso: sólo un rumor.
Y el rumor es definido en el diccionario como voz que corre entre el público. Sus características principales son el ser un mensaje interesante, seductor, ambiguo, destinado a ser creído y secreto.
¿Quién no se ha hecho nunca eco de un rumor?
Está tan arraigado en la sociedad y en las relaciones económicas que ya forma incluso parte de todos nosotros y de muchos e importantes contratos y acuerdos empresariales y políticos.
Por eso, ¿qué hay detrás de ello? Es evidente que quien o quienes lanzaron la bola de nieve, tienen un mayor interés que simplemente atemorizar a la población o, en el mejor de los casos, despertar la adormilada conciencia de que vivimos en una zona sísmica, por lo que siempre debemos estar preparados ante una eventualidad de esta naturaleza.
¿Es un interés comercial el de los rumorólogos? No lo creo, a menos que los propaladores del mismo sean fabricantes y/o vendedores de lámparas de pilas, tiendas de campaña o bolsitas de plástico para guardar dentro de ellas los documentos importantes.
Me inclino por el interés y la finalidad política, sin que esto quiera decir que me traiciona el subconsciente.
Porque, fíjese usted, hace poco más de dos semanas, en la capital del Estado de México se echó a andar un rumor semejante, pero con una perentoriedad menor: "En 10 minutos habrá un sismo", les dijeron, y los trabajadores del Palacio de Gobierno, y del municipal, lo mismo que del Poder Legislativo, salieron despavoridos a la principal plaza de Toluca… sin que nada sucediera, por supuesto. ¿Por qué los trabajadores gubernamentales? ¿Por qué no a los de comercios o empresas?
Con este rumor del sismo para hoy, seguro que alguien está ensayando como incidir en los habitantes de la ciudad de México y de su área conurbada, sin duda quienes más alto grado de información poseen, quienes están más politizados. Por ello reclaman en sus textos virtuales que afloren los sentimientos de conservación más primitivos, ¿o no?
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