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21 febrero 2008

CANCILLERÍA: ENTRE PADRINAZGOS E INEFICIENCIAS

ÍNDICE POLÍTICO

FRANCISCO RODRÍGUEZ


BUENA PARTE DEL fracaso de la reciente gira del señor Felipe Calderón a los Estados Unidos debe recaer en la labor de su canciller, la secretaria de Relaciones Exteriores, Patricia Espinosa Cantello. Igual podrá decirse de la hasta ahora medrosa posición que Los Pinos ha adoptado en relación a la "independencia" de Kosovo, patrocinada por el Departamento de Estado de los EU.

De meteórica carrera en el servicio exterior, con escasos contactos y menos conocidos, la señora Espinosa permanece asilada de muchas de las funciones que debe llevar a cabo un titular de la SER.

Una de ellas, importantísima, es la de recibir a los embajadores y cónsules generales que van a una nueva adscripción, entrevista que da ocasión al diálogo directo y para afinar las últimas instrucciones antes de su salida.

Con Espinosa, los representantes de México se quedan esperando chifle y chifle en la loma, y en ocasiones también el cuerpo diplomático acreditado en México, al llegar tarde a los actos a que convoca. Si es que llega.

Curioso, pero tampoco, los embajadores y cónsules generales se enteran por la Secretaría de sus nuevas designaciones, sino por el Poder Legislativo, cuando desde el Senado se les comunica sobre su comparecencia ante comisiones, para obtener la ratificación del nombramiento que a su favor haya hecho el señor Felipe Calderón, a quien constitucionalmente, representan.

La crisis en la que se encuentra la Secretaría de Relaciones Exteriores es avasalladora.

Uno de los ejemplos más sintomáticos es la Dirección General de Cooperación Técnica y Científica, por la corrupción, las complicidades e inamovilidad de sus funcionarios.

El anterior director general, Jorge Ibarra Salazar, un sonorense con alma de regiomontano, ocupó el cargo hasta enero de 2007, mismo que obtuvo por amistad, pues de maestro en el Instituto Tecnológico de Monterrey –donde conoció al tragicómico Luis Ernesto Derbez-- a manejar la cooperación técnica y científica hay un abismo. Su ignorancia era patente.

Ibarra fue uno de los tantos funcionarios foxistas que, con un sueldo de 150 mil pesos mensuales cargados a los contribuyentes, trabajaba de lunes a jueves, pues el viernes normalmente volaba a Monterrey en aquellos fines de semana largos de los funcionarios panistas provenientes de los estados.

Su partida trajo nuevas esperanzas de que tan relevante cargo para el desarrollo del país quedara en manos de un experto, pero… fue el segundo secretario, Jesús Velázquez Castillo, director de Programas de Cooperación de Ejecución Nacional quien quedó encargado de la Dirección General, con lo cual sus alumnos del Instituto Mora que llevó a colaborar a la Secretaría se sintieron seguros, a la vez que conformaban un selecto grupo de informantes sobre lo que se decía en esa oficina.

Guardadas las distancias, espionaje, como el que practicó a favor de los cubanos, Jorge Castañeda Gutman, consumado mercenario oportunista, y "extremista"…

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