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08 mayo 2007

>> OAXACA UPDATE <<

WHY OAXACA MATTERS | Por James Cooke | NarcoNews.com | Traducido por Steve Levitzky

Para todos los estudiosos e interesados en progreso social, es importante destacar a la “APPO" de Oaxaca como un fenomeno digno de atención. En el estado mexicano de Oaxaca, la gran mayoría de la gente súbitamente despertó de un invernadero político y se han convertido en participantes activos en la vida cívica de la comunidad. En consecuencia, el vetusto aparato del estado, dedicado hasta ahora a privilegiar los intereses de la oligarquía criolla, ha sido confrontada. Establecieron una nueva estructura, basada en la representación directa.

La Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca («APPO») que surgió del movimiento de Oaxaca, no es el primero de su clase. La historia tiene varios ejemplos de organizaciones políticas similares, siempre paridas de un clima revolucionario.

El primer ejemplo en la modernidad fue en Paris en 1871, cuando la clase trabajadora se sublevó contra las políticas de “su” gobierno, y crearon una nueva forma de administración social que conformara con las necesidades del ciudadano común. Como Oaxaca, la «Comuna de Paris» se formaba por "delegados" (no "representantes") con distintos antecedentes políticos y sociales, colaborando para forjar políticas que reflejaran las exigencias de la mayoría, en contraste con los gobiernos anteriores que se ocupaban de los intereses de la pequeña oligarquía.

En Rusia en 1905 emergieron organizaciones indudablemente similares. Estos comités de trabajadores y obreros, llamados “Soviets” fueron la base del movimiento insurgente de 1905, y que reconstituidos y ampliados realizaron la Revolución de 1917. Por varios años, los esfuerzos coordinados a nivel nacional de los “Soviets” fue la columna vertebral de la revolución y eventual reconstrucción. Observando su éxito en Rusia, se implementaron organizaciones al estilo “Soviet” en toda Europa como reacción a las turbulencias sociales resultantes de la Primera Guerra Mundial. En 1919, la clase obrera de Alemania se organizó para formar sus propios “Soviets,” que sirvieron de base a su heroico pero fallido movimiento.

Años antes, durante la Revolución Española se utilizaron los mismos tipos de organización, donde en muchas comunidades, las funciones y servicios del gobierno institucional fueron “revolucionadas” hasta el punto de que la palabra “gubernamental” sería de dudosa aplicación. Después de la Segunda Guerra Mundial, varios “comités obreros” surgieron en Italia y Grecia, acompañados de climas revolucionarios.

En virtud de sus logros, los casos citados son los que se mencionan con más frecuencia como ejemplos de gobierno a través de la vía de “asamblea popular,” pero dichos fenómenos sociales han existido—aunque en menor escala—en numerosas etapas en la historia moderna. En tiempos de crisis, los métodos ineficientes y burocráticos del Estado dirigido por las élites se convierten en intolerables; la gente se siente obligada a organizarse por sí misma. El hecho que lo propicia puede ser una variedad de cosas: una guerra, una depresión económica, una huelga general (los comités de huelga se distinguen históricamente por convertirse en “asambleas populares”), un desastre natural, y como en el caso de Oaxaca, un descontento masivo causado por la represión gubernamental. Es común que las “asambleas populares” no se formen como parte de un proyecto pre-concebido, sino que la gente se ve orillada por necesidad a colaborar y a participar cívicamente, porque el Estado es insatisfactorio.

Los eventos en Oaxaca han demostrado que existe una mejor forma de democracia de la que se creía ya existía. En sociedades donde se padece una desigualdad social y económica abismal, la estructura política generalmente existe separada de las necesidades de los ciudadanos menos privilegiados. Los potentados y los privilegiados se encargan de dedicar los recursos del gobierno para satisfacer sus propios intereses a través de cualquier medio a su alcance—medios de comunicación, financiamiento de campaña, restricciones a la participación electoral y rendición de cuentas, policía, intimidación, violencia, etc. En los lugares donde se ha dado un progreso social y económico importante, el Estado, como lo conocemos, ha sido sobrepasado y ha resurgido con un cimiento nuevo, más democrático.

Como sus antecedentes organizacionales, la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca implementó medidas para sobreponerse a lo anterior y acortar la distancia que se dá entre los votantes y su delegado. En contraste con las formas actuales, modernas y aceptadas de democracia, donde los "representantes" pueden incumplir sus promesas desde el primer minuto que toman posesión del cargo, la APPO utiliza el modelo de democracia directa. Es decir, los "delegados" deben realizar precisamente lo acordado con sus representados, o será depuesto del cargo inmediatamente. Esto es posible porque las elecciones no se realizan por distritos, donde los habitantes dispersos por el distrito se juntan cada tres años para votar . En la democracia participativa, la deliberación se lleva a cabo en los centros de trabajo, barrios, y clubes sociales, seguida de votación y resolución obligatoria para todos. De esta manera la gente puede responder de manera rápida y resolver lo más conveniente, en lugar de cruzarse de brazos y esperar las próximas elecciones en tres años, esperando que el próximo “representante” les haga caso en lugar de venderse a la oligarquía.

Dicho sistema es práctico a nivel nacional e inclusive internacional porque la mayoría de los pueblos en el mundo tienen intereses similares. La mayoría de la población del planeta está formada de campesinos u obreros que anhelan las mismas cosas: paz, salarios y condiciones de trabajo dignos, educación, atención médica, etc. Aquellos que se oponen a la democracia participativa de la “asamblea popular” como modelo de organización, es una pequeña minoría que se beneficia del actual sistema de desigualdad social y racial. De hecho, son “los de arriba,” la depredadora clase alta que sin escrúpulos arrasan todos los modos independientes de organizarse, como lo continúan haciendo los pueblos de Oaxaca.

Hay muchos elementos en el movimiento de Oaxaca que tienen significado internacional—la gente de casi todos los pueblos en distintos países padecen de represiones gubernamentales, pobreza institucionalizada, y gobernantes déspotas; Oaxaca simplemente ha destruido el mito de que no existen alternativas viables.

Una revolución es democrática o no es nada. La “asamblea popular” es un método de gobierno que representa las bases mismas del proceso revolucionario, donde las masas se involucran en eventos sociales y se les da la oportunidad de participar activamente. Este es el elemento que las clases de arriba le temen más; y, por lo tanto se empeñan sin miramientos en destruirlas cuando el pueblo se organiza.

En consecuencia, los medios de comunicación controlados por la élite criolla ha considerado que los eventos de Oaxaca no son noticia. La misión, por lo tanto, es divulgar lo que está ocurriendo todos los días en Oaxaca, así como en otros núcleos sociales semejantes en México, Venezuela, Brasil y Bolivia—que están genuinamente interesados en implementar la igualdad y democracia.

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